Tres universidades, una de Suiza y dos de Estados Unidos, hicieron un estudio para medir la "honestidad cívica" de las personas dejando 17.000 billeteras perdidas en 40 países y Argentina quedó en el puesto 18, publicó la revista Science.
Tres universidades, una de Suiza y dos de Estados Unidos, hicieron un estudio para medir la "honestidad cívica" de las personas dejando 17.000 billeteras perdidas en 40 países y Argentina quedó en el puesto 18, publicó la revista Science.
Para evaluar la honestidad de las personas, científicos de las universidades de Zurich, Michigan y Utah midieron la probabilidad de que las personas devuelvan una billetera "perdida" según la cantidad de dinero que contenía.
La investigación se realizó en 355 ciudades de 40 países, entre ellos la Argentina, y demostró que las personas devolvieron con mayor frecuencia las billeteras que contenían más dinero.
El hallazgo refutó la hipótesis inicial de los investigadores, quienes habían planteado que mientras más dinero encontraran las personas habría mayor inclinación a quedarse con la billetera. El método utilizado para la experiencia consistió en que una persona llegaba a la recepción de un hotel, restaurant, teatro, museo, el hall de un banco u oficinas públicas —como un correo o una comisaría— diciendo que había encontrado una billetera en la calle, la dejaba allí y se iba argumentando que estaba apurada.
La billetera era de plástico transparente y se podía ver la cantidad de dinero que había adentro. Cada billetera tenía una tarjeta de representación del supuesto dueño con sus datos, una lista de compras del supermercado y una llave, todo a la vista.
En el promedio de los 40 países, el 51 por ciento de los que recibieron una billetera con poco dinero avisaron al supuesto dueño, mientras que, cuando la billetera contenía una gran suma de dinero, el 72 por ciento la devolvió.
En la Argentina, la investigación se realizó entre julio y agosto de 2015 en las ciudades de Buenos Aires, Córdoba, Mar del Plata, Rosario, Salta, San Miguel de Tucumán y Santa Fe.
Los tres primeros lugares en el ránking de "honestidad cívica" fueron para Suiza, Noruega y Holanda; mientras que los tres últimos fueron para Perú, Marruecos y China.
Nuestro país
Argentina quedó en el puesto 18 —casi en la mitad de la tabla— con una tasa de devolución de entre el 45 por ciento (para las billeteras sin dinero) y el 50 por ciento (para las que sí tenían billetes), precedida por Canadá y seguida por Israel.
En la Argentina, la diferencia entre la cantidad de billeteras devueltas con dinero y sin dinero fue relativamente baja (5 por ciento), mientras que en el Reino Unido (ubicado en el puesto 22) fue del 25 por ciento, ya que fueron devueltas el 35 por ciento de las billeteras sin dinero y el 60 por ciento de las que sí tenían dinero. En Chile, mientras tanto, se devolvieron por igual las billeteras con y sin dinero: el país quedó en el puesto 25 de la tabla con una tasa de devolución del 35 por ciento.
El estudio también midió las motivaciones de las personas para devolver las billeteras agrupándolas en tres categorías: "aversión" a ser visto como un ladrón, que ocupó el primer lugar, seguida por la "percepción de la importancia del dueño" y el "miedo a ser castigado".
Capital social
"La honestidad cívica es esencial para el capital social y el desarrollo económico, pero a menudo está en conflicto con el interés material personal. Realizamos experimentos de campo en 40 países, 355 ciudades, para examinar si las personas actúan de manera más deshonesta cuando tienen un mayor incentivo económico para hacerlo, y descubrimos que lo contrario es cierto. Este hallazgo es sólido en todos los países e instituciones, y se mantiene incluso cuando los incentivos económicos para la deshonestidad son sustanciales ", resumen los científicos a cargo del testeo.
En este ránking de honestidad, liderado por Suiza, Brasil se ubicó en el puesto 26, cerca del 50 por ciento de las billeteras que tenían dinero fueron devueltas frente al 35 por ciento de las que no. Mientras que en México (posición 29) regresaron más aquellas sin pesos (poco más del 20 por ciento).
La experiencia costó 600.000 dólares. "Normalmente nos dirigimos a las cinco a ocho ciudades más grandes de un país, con aproximadamente 400 observaciones por país, a espacios como bancos, teatros, museos, oficinas de correos, hoteles y estaciones de policía. Tribunales de justicia u otras oficinas públicas. Estas instituciones sirven como puntos de referencia útiles porque son comunes en todos los países", explican los autores.
En los monederos transparentes se incluían una cantidad de dinero en la moneda local de cada país, una lista de compras, una dirección de correo electrónico conformada por un nombre personal y un juego de llaves.
En el caso de Argentina, con Buenos Aires, Córdoba, Mar del Plata y Rosario, entre otras, como ciudades elegidas, se colocaron los $48,50 y se listaban el dulce de leche, pan, costillas y lata de durazno dentro del recordatorio para el súper.
Los miembros del equipo detrás de la prueba se acercaban a un empleado del lugar observando haber encontrado la cartera en el suelo, y le pedían ocuparse del asunto "porque estaban apurados".
"Cuando hay dinero, la gente se hace la impresión de que está robando, y esa impresión crece a medida que el monto aumenta", mencionó Christian Zund, investigador de la universidad de Zurich.
Además, los valores culturales y el sistema político parecen influir. Por ejemplo, en países donde los lazos familiares son históricamente fuertes menos billeteras fueron devueltas. Italia, por ejemplo, parece menos cívica que Francia. "Eso puede ser porque la gente se preocupa más por su círculo más cercano que por desconocidos", entiende Zund.
Miedo a verse como un ladrón
En el promedio global, el 40% de las billeteras sin dinero fueron devueltas, así como el 51% de las que contenían dinero. De esto se deduce que la deshonestidad, aparentemente, no aumenta según el monto potencial de ganancia. Para los autores del estudio, el sondeo muestra dos impulsos fundamentales del comportamiento humano: el altruismo, pero también el papel de la autoimagen y el miedo de verse a uno mismo como un ladrón.