Venecia- Hace mucho que el vidrio de la isla italiana de Murano es apreciado por sus ricos colores, belleza y sofisticación, pero la crisis financiera internacional está empujando este oficio de 700 años de antigüedad cerca de su extinción.
Venecia- Hace mucho que el vidrio de la isla italiana de Murano es apreciado por sus ricos colores, belleza y sofisticación, pero la crisis financiera internacional está empujando este oficio de 700 años de antigüedad cerca de su extinción.
Muchos encargos están en suspenso, los despidos en aumento y algunos hornos están apagados en una desaceleración sintomática de los males de pequeños y grandes productores en Italia, la cuarta mayor economía de Europa.
Incluso antes de que la crisis golpeara el año pasado, la isla veneciana se vio vapuleada por la fortaleza del euro, que ahuyentó a los estadounidenses y otros extranjeros ante la competencia de los chinos y demás productores.
En los últimos cinco años, las ventas en algunas compañías han disminuido a la mitad, y la mano de obra ha bajado de 5.000 a 1.000 trabajadores.
La recesión actual “pone en riesgo la existencia de Murano, si bien dos o tres compañías podrían perdurar”, sostuvo Davide Camuccio, director del sindicato de trabajadores del vidrio y químicos Filem-CGIL en Venecia.
“Esto podría ser un golpe mortal”, agregó Camuccio.
Los artesanos han estado fabricando vidrio en Murano, una isla cerca de Venecia, desde el siglo XIII. Visto desde hace mucho como un centro clave en la producción de vidrio europeo, sus preciados productos van desde candelabros hasta joyas y vajilla.
Tal vez la técnica más famosa de la isla es la “retortoli”, en la que hilos opacos o blancos forman un espiral, especialmente apreciados en copas venecianas.
Los artesanos de Murano están acostumbrados a adaptar sus destrezas al gusto de cada nueva generación, pero las soluciones a la crisis actual no pueden moldearse en un horno de 2.300 grados centígrados.
“La situación ahora mismo es realmente desastrosa. En todos los años que he estado trabajando, nunca vi algo igual”, dijo Gianfranco Albertini, presidente de Promovetro, una asociación que agrupa unas 60 compañías pequeñas.
Los días en los que estadounidenses hacían fila para comprar piezas de vidrio que pueden costar miles de euros han terminado. En los últimos años las ventas han caído hasta en un 15 por ciento, y las exportaciones en el 2007 fueron desde 250 millones a 300 millones de euros, explicó.
“Desde mediados del 2008, son muy, muy inferiores”, agregó Albertini.
Murano está pasando a artículos únicos de mayor margen de ganancias y aventurándose a nuevos mercados en Asia, Rusia y Oriente Medio, donde la marca es menos conocida.
Junto a los hornos rugientes, volaban las chispas mientras el maestro Simone Cenedese usaba una tabla para convertir un globo naranja en una escultura a pedido. El y dos asistentes eran los únicos que estaban trabajando en los hornos.
“El futuro de Murano es definitivamente el de la excelencia, el de los precios especiales, no el de la producción en masa”, afirmó el artesano.
Los males de Murano tipifican la crisis general que está arrastrando a cientos de miles de pequeños comercios, la espina dorsal de la economía italiana.
Este año, el Banco de Italia prevé una caída del 2 por ciento en el PIB, a la par de las 16 naciones de la zona euro. El impacto es más severo para Italia y sus fabricantes, ya que hace una década que el crecimiento está estancado.
La producción industrial cayó 2,3 por ciento de octubre a noviembre, la tercera reducción pronunciada consecutiva para un sector productivo envuelto en la recesión.
“Esta es una crisis para las pequeñas compañías artesanales de todos los sectores”, dijo Camuccio, un líder sindicalista.
En los últimos meses, las mayores compañías de vidrio han despedido o enviado a casa con goce reducido a 300 de sus 700 trabajadores, afirmó.
El fondo de talentos disponibles para aprender las clásicas técnicas de Murano está achicándose, ya que los trabajadores que podrían haberse quedado para convertirse en maestros son despedidos o dejan el negocio.
Esta tarea también resulta menos atractiva para los jóvenes que prefieren un futuro más tecnológico, aunque la remuneración es relativamente alta comparada con otros puestos en Italia.
“Hoy se trata de computadoras y computadoras. El trabajo manual está algo menospreciado”, dijo Giovanni Cenedese, padre de Simone y jefe del negocio familiar.
La pérdida de empleos y ventas es un reto al que se enfrenta Venecia en su totalidad, con sus calles y plazas inundadas por una alta marea en diciembre y su población reduciéndose mientras los jóvenes abandonan la ciudad.
El alcalde Massimo Caciarri aseguró que Venecia estaba destinando 300.000 euros a una campaña de imagen para el vidrio de Murano, al que calificó como “fundamental para la ciudad”.
Murano “es uno de nuestros problemas, uno de los 10.000”, sentenció Caciarri. (Reuters)