Caterina Eugenia Giménez tenía 16 años cuando desapareció a mediados de agosto de 2013 del barrio Guadalupe Oeste en la ciudad de Santa Fe. Desde ese momento su mamá fue a comisarías, a Tribunales y otros organismos del Ejecutivo para que la ayuden a encontrar a su hija, que además, en ese momento tenía un bebé de ocho meses. Difundieron el pedido de paradero desde la Secretaría de Derechos Humanos de Santa Fe ese año. Pero la mujer no logró obtener información, ni avances en la causa hasta septiembre de 2021 cuando la convocaron desde la Brigada de Investigación de Femicidios a un reconocimiento de prendas de vestir. Identificó tres ropas.
El primer día de marzo de 2019 una familia de Aristóbulo del Valle al 7700 llamó a la policía para dar aviso del hallazgo de restos que parecían humanos durante la reconstrucción de una casa. Levantaron el piso de hormigón y había huesos. En ese primer momento la fiscal que intervino fue Cristina Ferraro de Homicidios junto a la policía científica. La funcionaria, por protocolo, envió lo encontrado al prestigioso Equipo de Antropología Forense Argentino (EAFA). Los resultados no pudieron determinar ni la causa de muerte, ni el tiempo en que ocurrió, ni quién era. Sí los estudios arrojaron que se trataba de una mujer de entre 14 y 18 años de entre 1,55 y 1,60 metros de altura.
A partir de la noticia de ese hallazgo, la mamá de Caterina emprendió un rally por Tribunales, la Unidad Fiscal de Homicidios y la policía para que investiguen si esa era su hija. La zona era donde desarrollaba el trabajo sexual (se investiga si era explotada), y cerca de donde fue vista por última vez. Pero los investigadores de ese momento descartaron las sospechas porque "no hubo indicios" para sostener que era Caterina, de acuerdo al relato de fuentes policiales. No le creyeron. Mientras, la mamá de Caterina siguió en la búsqueda, al mismo tiempo que se hizo cargo sola de su nieto.
En abril de 2021 se creó la Brigada de Femicidios, a cargo de la inspectora Ángela Bruschini, que investiga bajo las órdenes de la Unidad Fiscal de Género Familiar y Sexual. Todos los casos de muertes violentas de mujeres o casos no resueltos de posibles femicidios de años atrás pasaron a ser investigados por este nuevo brazo de la Agencia de Trata de de Personas y Violencia de Género de la Región I de la Agencia de Investigación Criminal. Entre ellos están los restos encontrados en 2019 en Guadalupe Oeste.
"Al caso lo reabrimos en septiembre de 2021. Encontramos en el legajo a esta mujer que había expresado su parecer, que lloró la desaparición de su hija hasta hoy. No hubo perspectiva de género antes. No vincularon la casa, ni el hallazgo de los restos óseos, con esta niña desaparecida en 2013. Continuamos con la investigación con entrevistas, tareas de campo, de inteligencia, hicimos muchísimas cosas para poder encontrar indicios de vínculos entre la chica y la casa, o la zona. Antes de fin de año ya teníamos motivos junto con la fiscal Alejandra Del Río Ayala que podía llegar a ser ella", contó Bruschini.
"Siento en mi corazón que es ella. Es mi hija, la quiero velar", manifestó la mujer a las investigadoras. En diciembre del 2021 se hizo el cotejo de ADN por primera vez de la señora y del hijo de Caterina con los restos. Les hicieron una extracción de sangre en Tribunales, y al trabajo lo hizo el equipo forense local en conjunto con EAFA. La Brigada de Femicidios obtuvo los resultados esta semana. Es Caterina. Su familia fue informada este jueves al mediodía. La investigación continúa para tratar de establecer cómo su cuerpo terminó enterrado, como así también las características de su trabajo sexual. "Hace cinco meses que tenemos el caso y podemos afirmar hoy que es ella, nos resta saber cómo murió y quién es el autor de los hechos que es materia de investigación. Hoy le podemos dar respuesta a la familia", dijo la inspectora a UNO. La principal hipótesis es que fue un femicidio.
Brigada de femicidios
Este caso es el cuarto desde la creación de la Brigada de Femicidios que se resuelve después de haber estado años sin resultados. El primero fue el femicidio de Gisela Bustamante, asesinada en la Estación Mitre en 2016, por el que hay un detenido desde el año pasado. El segundo es el femicidio de Ramona López que ocurrió el sábado 17 de noviembre de 2018 en barrio San José y por el hecho está detenido desde 2021 Jonatan Rivero (también es el femicida de Sandra Ojeda). El tercero es el de Luna Elena Beatriz, quien fue encontrada muerta debajo de su cama el 8 de marzo de 2017, y por el hecho está detenido desde 2021 José Luis B., su ex pareja. El último caso, aunque por ahora sin detenidos, es el de Caterina.
"Cuando se puso en funciones la Brigada de Femicidios tomamos casos que estaban archivados como NN", explica Bruschini. Además tomaron todos los casos actuales que surgen desde abril de 2021. La Brigada está compuesta por la inspectora y cinco trabajadoras policiales más, todas capacitadas en género, y que tienen experiencia en Trata de Personas e investigaciones criminales. "La importancia es que aportamos perspectiva de género a las investigaciones. Hemos tomado casos donde hay mujeres que llegan apuñaladas y tienen su caso caratulado como "lesiones", hasta que las cambiamos a través de las investigaciones por "tentativa de femicidio". Lo que además agrava la pena", da a conocer.
Al ser consultada por cómo es el labor diario, Bruschini respondió: "La verdad que no es fácil trabajar en estos hechos que no son simples, y donde está en juego la vida de las mujeres. Detrás de cada caso tenemos vidas muy duras: trabajadoras sexuales, mujeres que han sido sometidas durante años física y emocionalmente, por ejemplo. Es duro trabajar en violencia de género o un femicidio, y más lo es reabrir un expediente porque implica volver a lugares y personas donde antes no se dio respuestas. En este tiempo estamos conformes con los resultados porque pudimos dar respuestas a varias familias".