Andrea, la niña española de 12 años cuya enfermedad irreversible reavivó en España el debate sobre la muerte digna, falleció ayer en el hospital de Santiago de Compostela (noroeste) en el que se encontraba ingresada, cuatro días después de que dejara de ser alimentada artificialmente. Según informó el abogado de la familia al diario La Voz de Galicia, la pequeña murió al mediodía acompañada por sus padres.
Andrea sufría una enfermedad neurodegenerativa rara e irreversible, en estado terminal, y estaba conectada a una máquina que le inyectaba el alimento directamente en el estómago. Sus padres, Estela Ordóñez y Antonio Lago, pidieron la suspensión de la alimentación artificial pero para lograrlo, tuvieron que acudir a la vía judicial, porque el equipo médico que se ocupaba de la niña se negaba a hacerlo.
La niña había dejado de balbucir con ocho meses, de mantenerse sentada y de agarrar cosas con las manos. Tenía una enfermedad rara que le impidió una vida normal. Desde junio estaba ingresada en el Hospital Clínico de Santiago de Compostela, tras una hemorragia gastrointestinal. Su estado se agravó y entró en estado terminal.
Conectada a una máquina que le inyectaba el alimento directamente en el estómago, el comité de ética del centro estuvo de acuerdo con sus padres, cuando pidieron que le retirasen la alimentación artificial que la mantenía con vida y le causaba un sufrimiento grande, pero los pediatras se negaron.
“Queremos una muerte digna para nuestra hija”, dijo su madre. “Está rendida, sin fuerzas ya para gesticular”.
Los padres se apoyaban en la ley de muerte digna que entró en vigor en Galicia dos meses antes. Andrea sufría mucho, sostuvieron, pero los médicos decían que no.
El destino de la niña acabó judicializado y en las portadas de los periódicos del país, y se abrió una división entre quienes apoyaban a los padres y quienes se situaron del lado de los pediatras.
Entre los primeros estuvieron la Organización Médica Colegial, la Asociación Derecho a Morir Dignamente y el líder del Partido Socialista (PSOE), Pedro Sánchez, que se comprometió a aprobar una ley de muerte digna si llega al gobierno tras las elecciones de diciembre.
El gobierno regional de Galicia, en manos del Partido Popular (PP), apoyó a los pediatras, igual que el arzobispado de Santiago de Compostela, entre otros. “No hay ensañamiento terapéutico”, dijo la responsable de Sanidad del Ejecutivo gallego, que calificó de “eutanasia activa” la petición de los padres.
Hace cuatro días, después de que el juez hablara con los padres y visitara a Andrea en el hospital, el equipo médico del Hospital Clínico de Santiago de Compostela dio marcha atrás en su decisión y accedió a retirarle a la niña la alimentación artificial y a sedarla, dejándole la hidratación mínima necesaria para que los fármacos calmantes funcionaran.
La niña murió en torno al mediodía de ayer. Con ella estaban sus padres. “Se ha ido en paz y con tranquilidad, sin sufrir”, dijeron.