El Papa Francisco asistió anoche al cierre del Encuentro Mundial de la Familia realizado en el Benjamin Franklin Parkway, el corazón cultural de Filadelfia. En medio de un centro atestado de fieles, escuchó testimonios de inmigrantes de distintos países, y el mensaje de la hija de santa Gianna Beretta Moll, una pediatra italiana a quien se le había descubierto un cáncer al inicio de un embarazo y ella se negó a abortar para dejar que su hija viviera, y luego formuló una encendida defensa de la familia, de los niños y de los ancianos.
El pontífice, tras ver las presentaciones de grupos de ballet y la actuación de Aretha Franklin, expresó una cálida defensa de la familia fundada en el mandato de Dios. Se salió del discurso que había preparado y formuló apelaciones sencillas a la vida diaria.
"La familia es como una fábrica de esperanza y de resurrección, porque el hijo de Dios nos abrio ese camino. Estamos en la fiesta de la familia, que tiene carta de ciudadanía divina para que en su seno creciera la verdad, la bondad, la belleza
"Por supuesto que el paraíso terrenal no está más acá, que la vida tiene sus problemas, que los hombres, por la astucia del demonio aprendieron a dividirse. Y todo ese amor que Dios nos dio, casi se pierde. Y al poquito tiempo, primer crimen, el primer fratricidio, un amor mata a otro hermano, la destrucción de la guerra. Y entre esas dos posiciones, caminamos nosotros hoy, Nos toca a nosotros decidir el camino para andar".
"Pero volvamos para atrás. Cuando el hombre y su esposa se equivocaron y se alejaron de Dios. El no los dejó solos. Empezó a caminar con la humanidad, con su pueblo, hasta que le dio la muestra de amor más grande: su hijo, ¿Y dónde lo mandó, a hacer un palacio, a una empresa? Dios lo mandó a una familia, que tenía un corazón abierto", aseveró.
"Dios siempre golpea las puertas de los corazones", dijo el pontífice. "Le gusta hacerlo, le sale de adentro, pero lo que más le gusta es golpear las puertas de las familias, de esas familias que se quieren, que crecen, que crean una sociedad de bondad, verdad, belleza".
En ese marco, destacó que "tenemos que tener especial cuidado de los niños y jóvenes, y los abuelos. Los jóvenes son el futuro, los abuelos son la memoria de la familia. Un pueblo que no sabe cuidar a sus niños y a sus abuelos, es un pueblo sin futuro. Porque no tiene la fuerza y no tiene la memoria para seguir adelante", aseguró.
Francisco insistió en tono fraternal: "La familia cuesta, a veces hay enemistades, el marido que se pelea con la mujer, o los hijos con el padre; pero les sugiero un consejo, ¡Nunca terminen el día sin hacer la paz! En una familia no se puede terminar el día en guerra. ¡Defendamos la familia! Gracias, que Dios lo bendiga y recen por mí!".
Con inmigrantes. Por la mañana, en el lugar de nacimiento de los Estados Unidos, el Papa extendió ayer una cálida bienvenida para los inmigrantes recién llegados, y elogió los ideales de libertad e igualdad con que se fundó el país, pero advirtió que la libertad religiosa corre peligro en diversas partes del mundo.
El pontífice llegó Filadelfia, la Ciudad del Amor Fraternal, para la última escala de su gira de seis días por Estados Unidos y, en un momento pletórico de simbolismo histórico, habló afuera del Independence Hall —donde se firmaron la Declaración de Independencia y la Constitución—, y usó el atril desde el cual Abraham Lincoln pronunció su discurso de Gettysburg.
"Aquí fueron proclamadas por primera vez las libertades que definen este país", dijo Francisco a una multitud de 40.000 personas, que lo recibió con la canción "Fanfarrias para el hombre común", de Aaron Copland.
"Recordemos las grandes luchas que llevaron a la abolición de la esclavitud, la extensión del derecho de voto, el crecimiento del movimiento obrero y el esfuerzo gradual para eliminar todo tipo de racismo y de prejuicios contra la llegada sucesiva de nuevos americanos", dijo, tras la cual recibió una fuerte ovación.
En uno de sus discursos más encendidos, el Papa pidió además a los inmigrantes que "no se avergüencen nunca de sus tradiciones. No olviden las lecciones que aprendieron de sus mayores y que pueden enriquecer la vida de esta tierra americana".
El Papa luego advirtió que "en un mundo en el que diversas formas de tiranía moderna tratan de suprimir la libertad religiosa, o de reducirla a una subcultura sin derecho a voz y voto, o de utilizarla como pretexto para el odio y la brutalidad, es necesario que los fieles de las diversas religiones unan sus voces para clamar por la paz, la tolerancia y el respeto a la dignidad y derechos de los demás" manifestó.