Tras la renuncia del director del Museo Británico la semana pasada por el robo de unos 2000 objetos históricos, la institución, poseedora de uno de los patrimonios más importantes del mundo, debe recuperar su reputación mientras avanza en la investigación para reconquistar algunas de las piezas sustraídas a lo largo de diez años. Un empleado fue despedido por el caso y el director del museo renunció. Ahora se supo que hace al menos 3 años el Museo Británico había sido advertido de robos de piezas que aparecían a la venta en EBay a precios ridículamente bajos. Nada hizo la dirección del museo ante esta denuncia.
La semana pasada se supo que uno de los museos más emblemáticos y poderosos del mundo fue objeto del delito durante una década de tesoros históricos: monedas de oro, collares de plata, piezas de cerámica. “Unas 2.000 piezas de arte fueron robadas del Museo Británico, si bien algunas ya han sido devueltas”, aseguró su presidente George Osborne, día después de la renuncia de su director desde 2016, Hartwig Fischer. Pese al optimismo de Osborne sobre la recuperación de lo robado, los críticos señalan que lo más probable es que no se recuperan nunca más. Es que el robo fue facilitado por las "lagunas" que hay en los registros del museo. Algo increíble en una institución del nivel de Británico, pero que se ha comprobado: no todo lo que tiene está fichado y registrado.
Entre los artículos desaparecidos, caso que investiga la policía de Londres, había pequeñas piezas no exhibidas de la gigantesca reserva de millones de piezas del museo y algunas sin catalogar, como joyería de oro, piedras semipreciosas y cristales de colecciones que abarcan desde el siglo XV antes de la era cristiana hasta el siglo XIX. El museo se negó a dar un detalle de lo robado o de su valor en el mercado de antigüedades.
El caso estalló la semana pasada, cuando el Museo Británico anunció que se descubrió que artículos de su colección estaban “desaparecidos, robados o dañados” y que un miembro del personal había sido despedido. El museo inició acciones legales contra el individuo y la policía está investigando, pero no se han realizado arrestos.
El museo no dijo inicialmente cuántos objetos han sido robados ni detallado cuáles son los objetos desaparecidos. Se limitó a decir que eran “pequeñas piezas”, incluidas joyas de oro y gemas semipreciosas algunas muy antiguas, del siglo XV a.C. Esta antigüedad agrega gran valor a lo robado, como es obvio.
Se cree que el número de artículos robados es “más de 1.000” y “más cercano a 2.000”, con un valor que asciende a “millones de libras”, estimó el Daily Telegraph. Los artículos no han estado en exhibición pública recientemente y se guardaban en los depósitos. Allí solo acceden los empleados y gente que hace investigación y trabajo académico. A medida que pasa el tiempo, y dado el lapso que duró el robo, 10 años, es “cada vez más probable” que el museo nunca sepa exactamente qué fue robado debido a “lagunas en su inventario”, afirmó el periódico londinense.
Se ha iniciado una revisión independiente de la seguridad y el caso también es investigado por el sector de delitos económicos de la Policía Metropolitana de Londres. Una fuente del museo dijo al Telegraph que el manejo del caso por parte de la dirección ha sido “negligente e incompetente” y que las pruebas que se les presentaron fueron ignoradas.
Un experto en antigüedades le avisó al museo hace tres años que se ofrecían a la venta artículos de su colección en el portal online eBay, y que los vendedores ofrecían un objeto romano, valorado entre 25.000 y 50.000 libras (32.000 y 64.000 dólares), por sólo 40 libras. La institución no hizo nada.
“El volumen de objetos desaparecidos es enorme”, sostuvo Christos Tsirogiannis, un arqueólogo forense que trabaja con Trafficking Culture, una organización que investiga el tráfico global de objetos culturales saqueados. “Ningún experto esperaba que esto sucediera en uno de los museos más importantes del mundo”, dijo al diario londinense The Guardian.
Semejante robo, en el interior de una de las instituciones más prestigiosas y durante una década, sorprende a todos. También a Cristóbal Marinello, un especialista en recuperar obras de arte robadas, señaló que “recibe informes de robo todos los días de varios museos, instituciones culturales e iglesias de todo el mundo” pero “lo que nos sorprendió fue que se trataba del Museo Británico, uno de los museos más importantes del mundo y un referente en seguridad”.
Mientras tanto, Osborne, a cargo de la presidencia del Británico, sostuvo que “la prioridad” es “recuperar los objetos, averiguar qué se podría haber hecho para evitar el robo” y “hacer todo lo necesario, invirtiendo en seguridad y en los registros de la colección, para asegurarnos de que esto no vuelva a ocurrir”. El Museo Británico es uno de los más visitados del mundo. Antes de la pandemia, registraba una afluencia de 15 mil visitantes al día.
Un tesoro de objetos robados a otras naciones
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Los famosos mármoles tallados del Partenón, saqueados por Inglaterra y jamás devueltos a Grecia.
Lo que genera el robo masivo de piezas en el Museo Británico es un daño profundo que orada la reputación de la institución. El museo ya venía siendo cuestionado por poseer tesoros de otros países históricamente dominados por el Reino Unido, o la posesión de colecciones de dudosa procedencia. Ahora, la nueva polémica arremete contra la reputación del museo, dando un nuevo impulso a los argumentos a favor de la repatriación de objetos, como el famoso caso de los mármoles del Partenón.
Fundado en 1753, el Museo Británico cuenta con una colección de unos ocho millones de objetos, entre los que se incluyen objetos milenarios del antiguo Egipto, de las civilizaciones a lo largo de la Ruta de la Seda o de Grecia y Roma, y de las civilizaciones maya y azteca de México. En los últimos años el establecimiento enfrenta una creciente presión para restituir tesoros que enriquecen sus colecciones desde la época del Imperio Británico.
Y justo cuando está bajo presión por este reclamo, el viejo argumento de la seguridad ya no parece servir al Museo Británico. Como lo expresó Despina Koutsoumba, directora de la Asociación de Arqueólogos Griegos: “Queremos decirle al Museo Británico que ya no pueden decir que el patrimonio cultural griego está más protegido en el Museo Británico”, que en Atenas.
Pero sin dudas el establishment cultural oficial británico buscará, como tantas veces, patear la pelota a la tribuna en la delicada cuestión de las piezas de enorme valor que, como los mármoles tallados del Partenón, deberían estar en otras naciones.
La Piedra de Rosetta es un objeto del Museo Británico que permitió a los investigadores descifrar y comprender la escritura geroglífica del Antiguo Egipto. Su valor es imposible de calcular. Napoleón Bonaparte tomó originalmente la piedra de Egipto. Luego, los británicos se hicieron con ella, después de derrotar a los franceses en 1815. Egipto solicita su restitución.
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Una de las más de 200 placas de bronce robadas por el ejército británico al Reino de Benin, hoy Nigeria, en el siglo XIX.
El Reino de Benin, ahora Nigeria, tenía varios miles de esculturas de bronce que adornaban el palacio real, que datan del siglo XIII. Pero en 1897, el Imperio Británico envió tropas en una expedición para castigar a los rebeldes de Benin. Los soldados británicos saquearon la ciudad capital, poniendo fin al Reino de Benin. Más de 900 objetos, incluidas más de 200 placas de bronce, terminaron en el Museo Británico.
Los mármoles de Amaravati se encuentran en exhibición en el Museo Británico . Es una colección de 70 piezas que representan las famosas esculturas de Amaravati de la India. Excavadas por los británicos hace casi 140 años, se enviaron al Reino Unido en 1859 y estuvieron en el sótano del museo durante más de 30 años.
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El moái robado en la Isla de Pascua por un capitán inglés en 1868.
Una escultura de basalto de cuatro toneladas y 2.4 metros de alto narra en su dorso la historia del Hombre Pájaro. Es un moái extraído de la Isla de Pascua (Rapa Nui) en 1868 por Richard Powell, capitán del navío británico Topaz, quien decidió llevarlo a Inglaterra y regalárselo a la reina Victoria. Powell no pidió permiso para sacar la estatua y Chile reclama su devolución, pues desde 1888 la isla pertenece a este país. El hurto significó dejar a la aldea ceremonial de Orongo sin su único moái, lugar donde se le rendía culto al Hombre Pájaro. Una delegación rapanui visitó el Museo Británico en noviembre de 2018 para realizar una ceremonia frente al moái. Vestidos con ornamentos típicos, los nativos cantaron a su ancestro hasta quebrarse en lágrimas.
El Museo Británico también cuenta con una amplia colección de piezas mayas y aztecas como una máscara del dios Quetzalcoatl hecha con mosaicos turquesa. Quetzalcoatl, la serpiente emplumada, es una deidad mesoamericana cuyo nombre proviene de la lengua náhuatl.