Los amantes del buen vivir, los exquisitos del buen apatito, los amigos de lo excéntrico, están por
estas horas de para bienes. Un nuevo café hace furor en las mesas más sofisticadas del mundo,
aunque promete traer por igual aplausos y muestras del más profundo desagrado.
¿Suena contradictorio?, puede ser. Pero el expresso hecho a base de caca de gato no deja
lugar a dudas: se está con él o contra él, pero difícilmente pase desapercibido. Aunque más no sea
cuando se recibe la cuenta, es que los 100 dólares que cuesta genera -aunque no dolor de
estómago- sí de bolsillo.
Los primeros osados en dar el puntapié inicial son los ingleses. En Londres, la confitería
Peter Jones sirven este Café Raro (tal el nombre que lleva), realizado con los desechos de los
gatos de Algalia, unos felinos que –al parecer- defecan tan bien como comen.
Es que estos animalitos, habitantes naturales de las plantaciones cafeteras del sureste
asiático, elijen para alimentarse sólo los mejores granos de café, es decir, son gurmets igual que
quienes consumen el cortadito producido con su eses: una delicadeza.
Pero al trabajo que realizan los intestinos de estos gatitos se le debe sumar el trabajo
artesanal de quienes aportan sus propias manos para llevar a la mesa un verdadero producto de
calidad. ¿Cómo?, fácil. Recogiendo y limpiando ellos mismos la caca para luego mezclarla con los
otros dos ingredientes necesarios, los granos Jamaican Blue Mountain y Kopi Luwak
David Cooper, creador de este producto, explicó a la BBC que “estos singulares cafés
son tostados a mano lentamente, durante aproximadamente 12 minutos, para obtener el máximo
potencial de cada grano". "El color final del tostado es bastante oscuro”, lo que asegura
“un suave café con leche o un capuchino", agregó.