El cambio climático afecta sin duda a todos los países del mundo. No obstante, si bien los principales responsables históricos de este fenómeno son los países desarrollados, quienes sufren sus peores infortunios suelen ser los que menos han contribuido al mismo.
Una de las regiones más afectadas por el cambio climático es la de las pequeñas naciones insulares de Oceanía, que cuentan con un alto grado de vulnerabilidad, no sólo por sus condiciones geográficas, sino también por su escaso nivel de desarrollo económico y social, el cual les dificulta profundizar de manera plenamente autónoma debido al alto grado de dependencia que poseen hacia otros actores internacionales tales como Australia, Nueva Zelanda o el Banco Asiático de Desarrollo.
El cambio climático coloca a las naciones insulares del Pacífico en una situación de peligro existencial. Estudios afirman que, consecuencia del aumento del nivel del mar, naciones como Kiribati o las Islas Marshall se tornarán inhabitables en los próximos 15 años, lo cual generará la necesidad de sus habitantes de abandonar dichos territorios, convirtiéndose en “refugiados climáticos” o incluso terminando en la apatridia -cuando una persona no es considerada como nacional de ningún Estado-. Los desastres naturales, asimismo, han aumentado: las tormentas se han vuelto más devastadoras y el riesgo de tsunamis, terremotos o ciclones se ha hecho más frecuente.
En función de todo ello, las naciones insulares del Pacífico acostumbran a llevar sus preocupaciones a instancias de concertación internacional y mecanismos de gobernanza regional y global, haciendo uso de este modo del poder de sumar voluntades y actuar en conjunto.
Durante la 26° Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26) de 2021, realizada en Glasgow (Reino Unido), sus gobiernos hicieron un llamamiento urgente a la acción. El presidente de las Islas Marshall, David Kabua, expresó: “Mi país y esta región necesitan que el mundo reconozca que esto no puede esperar. (...) Nos enfrentamos a las cuestiones más difíciles: ¿Qué islas preservar? ¿Qué pasará cuando nuestro pueblo deba emigrar contra su voluntad? ¿Cómo preservar nuestra cultura?”. Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores de Tuvalu, Simon Kofe, causó impacto con su participación mediante un video en el que aparece sumergido hasta la cintura en las aguas del océano, representando el problema del crecimiento del nivel del mar.
Nuevamente se enfatizó en la necesidad de “acciones urgentes” a nivel global, regional y nacional durante la cumbre del Foro de las Islas del Pacífico realizada en Suva (Fiyi) en julio de este año. En ese mismo mes, las islas solicitaron a la Corte Internacional de Justicia que establezca obligaciones para los Estados en materia ambiental.
En los últimos años, la región ha vislumbrado una mayor presencia china. Específicamente en el área de medio ambiente, China llevó a cabo en 2017 una Mesa Redonda Ministerial China-Pequeños Estados Insulares, relacionada con el tema de los océanos, puso en marcha en 2021 una Reserva de Suministros de Emergencia de los Países Insulares del Pacifico, y estableció en 2022 el Centro de Cooperación sobre el Cambio Climático de los Países Insulares del Pacífico. Además, ha cooperado con los países de la región con los que tiene relaciones diplomáticas proporcionando ayuda humanitaria ante desastres naturales, dictando seminarios de formación en materia ambiental para funcionarios e incentivando a sus empresas a invertir en energías renovables, entre otros. Cabe mencionar que, de conformidad con la política de “una sola China”, ésta se rehúsa a establecer relaciones diplomáticas con aquellos Estados que reconozcan la independencia de Taiwán, por lo que Tuvalu, Nauru, Palaos y las Islas Marshall, que mantienen relaciones diplomáticas con Taipéi, se hallan exentos de dicha cooperación.
La problemática ambiental es un asunto prioritario en las agendas políticas de las naciones insulares del Pacífico y su acercamiento hacia China en los últimos años se explica en buena medida por el discurso favorable de ésta a sus intereses, mostrando China un alto grado de responsabilidad y disposición para la acción. Esto se produce en un contexto en el que los Estados Unidos (EE.UU) de Donald Trump (2017-2021) mostraron una actitud completamente contraria, llegando inclusive a retirarse en 2020 del Acuerdo de París y ante una ausencia de liderazgo tanto de EE.UU. como de Australia en esta área. De hecho, el factor ambiental jugó un papel importante en la decisión de las Islas Salomón y Kiribati en 2019 de dejar de reconocer a Taiwán para pasar a establecer relaciones diplomáticas con China.
En los tiempos recientes, la presencia china en la región se ha multiplicado enormemente, no sólo en el ámbito de la cooperación en asuntos ambientales, sino también en la ayuda al desarrollo, en el financiamiento en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, en el establecimiento de regímenes internacionales y en la dimensión cultural, entre otros. En el mes de abril, China dio un paso más allá al firmar su primer acuerdo de seguridad con un país de la región, las Islas Salomón, que le permite introducir fuerzas armadas en situaciones internas que lo ameriten. Dicho acontecimiento transformó al Pacífico en un escenario de pugna por la influencia entre China, EE.UU, Australia y Nueva Zelanda. Ante ello, los líderes de las naciones del Pacífico han indicado en diversas ocasiones su deseo de no quedar inmiscuidos en medio de una batalla geopolítica entre grandes poderes y de concentrarse, en cambio, en las situaciones que verdaderamente les atañen, como son el cambio climático o el desarrollo. “La geopolítica significa menos que nada para alguien cuya comunidad se está deslizando bajo los mares”, señaló en mayo, durante una reunión con funcionarios del gobierno chino, Frank Bainimarama, primer ministro de Fiyi.