En un abrir y cerrar de ojos, Central cambió sonrisas por malas vibras
La derrota en cancha de Independiente, donde se quedó sin Malcorra para octavos de final trastocó el ánimo de un Canalla que venía pisando fuerte y trastabilló
Con esta imagen terminó Central ante Independiente.
Estuvo lejísimo de rendir en la medida que se esperaba en la excursión a Avellaneda. Para Central fue un verdadero dolor de cabeza el cierre de la fase de grupos ante independiente y a lo que debe apuntarle es a lo que viene, a esos octavos de final a los que clasificó con una suficiencia increíble, pero al que tiene, ahora sí, frente a sus narices atravesando otro tipo de semblante.
Parece loco y hasta ridículo razonarlo de esta forma y poner el foco en qué tanto daño le pudo habrá hecho la derrota frente a Independiente. No es el 0-1 en sí, si no la expulsión de Ignacio Malcorra y el clima que eso generó. Justo el jugador que, cuentan, más fuerzas hizo por estar presente en el Libertadores de América.
La vibra es hoy lo que está sobre la mesa y sobre lo que deberán trabajar todos en Central, desde Ariel Holan hasta los jugadores y, si se quiere, sobre las que podrían traccionar también los hinchas.
Las secuelas que generó la roja a Ignacio Malcorra
Decir que la roja a Malcorra sacudió la estantería, que molestó y que generó un sabor amargo está demás, pero lo que no está demás es resaltarlo. Porque fue eso justamente lo que trascendió en esa primera y única derrota de Central en la fase de grupos.
Nacho es un futbolista clave en este equipo, de hecho fue uno de los pocos que jugó prácticamente todos los partidos, habiéndose acostumbrado incluso a una posición que no era la suya. ¿Es importante? Por supuesto. ¿Es imprescindible? Seguramente habrá alguien que pueda reemplazarlo, aunque difícil con la presencia con que lo venía haciendo.
Malcorra
Malcorra intenta dominar en medio de los 90 minutos, donde todo fue "normal".
Virginia Benedetto / La Capital
El mayor problema de Central, aunque parezca loco, fue el estado de ánimo con el que cerró esa fase del torneo en la que se mostró como un equipo con brillo propio. Hay un trabajo enorme por hacer en estos próximo días para cuando salir nuevamente a la cancha sea ya recuperado. Y, por supuesto, con un jugador que tenga la capacidad de reemplazar a Malcorra.
Una salida del vestuario canalla elocuente
No se menciona esta cuestión del ánimo por antojo o algo que se le parezca, sino por lo vivido en la noche ya ventosa y amenazante de lluvia en Avellaneda, con la salida de un equipo del vestuario visitante del estadio del Rojo como atravesando una crisis de larga data cuando en realidad nada de eso era lo que estaba viviendo.
Desde adentro del vestuario hizo trascender la directiva de que ningún jugador iba a hacer declaraciones, que con lo que había dicho Holan en conferencia de prensa ya era suficiente. Por eso la rareza de un panorama totalmente a contramano de un semestre hasta aquí brillante.
Todos caminaron directamente hacia el micro. Los únicos que detuvieron su marcha, pero para intercambiar algunos saludos con un grupito de personas que los estaban esperando fueron Santiago López primero y Ariel Holan después, los dos con pasado en Independiente. El resto, un tránsito continuo, sin detenciones ni declaraciones en el medio.
Central no era eso. Central era el de los rostros felices, distendidos y donde las palabras a veces hasta sobraban. Pero de golpe y porrazo, en el primer traspié en el torneo, todo cambió y las sensaciones pasaron a ser diametralmente opuestas.
Una posibilidad de derrota mayor
Esas son las vibras a las que se hace referencia, las que contrastan claramente entre aquellos 15 partidos en los que todo fue color de rosas y este en el que el estallido por la roja a Malcorra esparció esquirlas hacia los cuatro costados.
Malcorra2
En el tumulto del final, Malcorra vio la roja, lo que fue pésima noticia para Central.
Virginia Benedetto / La Capital
Ni siquiera desde lo futbolístico era para hacer demasiado drama ni tomarse las cosas a la tremenda porque, vale aclararlo, la posibilidad de una derrota esta vez era mayor porque Holan había dispuesto un mix, con algunos jugadores habitualmente titulares y algunos otros con muy poco ritmo.
Es más, el primer tiempo que hizo este Central ante Independiente no tiene nada que lamentarse después de lo que fue esa primera mitad que hizo el equipo base contra San Lorenzo y en el Gigante en de Arroyito. Es más, fue notable la mejoría que mostró en un segundo tiempo en el que quizá no haya hecho los méritos suficientes como para llevarse algo de Avellaneda, pero que al menos tuvo otra cara.
Es decir, futbolísticamente Central sufrió lo que pudo haber sufrido en cualquier otro partido, pero que no lo hizo por las enormes garantías que entregó en una primera fase del torneo estupenda y que lo tuvo, al igual que en el torneo Apertura, como el equipo que más puntos sumó.
La previa del partido y después
Por eso la contradicción entre ese gran semblante de la previa del partido a este con el que se retiró del Libertadores de América. Cuando el fútbol no funciona, la cabeza no arranca y viceversa. Este Central ya dio sobradas muestras de que un bajón futbolístico es algo que no lo amedrenta. Por lo otro, no le pasó nada extraordinario tampoco, simplemente la expulsión de un jugador importante.
El tema es la forma en la que se dio todo y esa sensación de desazón que generó. Que no fue tomada por terceros como desmedida, porque los mismos protagonistas lo hicieron ver de esa manera.
El fútbol Central parece trabajarlo de manera más que confiable. Tendrá varios días por delante para impedir que la bronca y las malas vibras con la que dejó Avellaneda no la nublen la vista.
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