El abogado Michel Temer quedaba anoche a cargo de la Presidencia de Brasil de forma temporal, siendo prácticamente desconocido para la población y tras haber sido durante cinco años, según sus propias palabras, un "vicepresidente decorativo" en el gobierno de Dilma Rousseff. Discreto y conciliador, el político de 75 años, casado en terceras nupcias con una bella modelo de 32, se mueve con astucia entre bambalinas pero carece del don de levantar a las masas.
Una encuesta reciente confirmó lo desconocido de su figura, siempre impecable y de gestos contenidos: sólo entre el uno y el dos por ciento de la población estaría dispuesto a votarlo en las elecciones de 2018. A lo largo de más de tres décadas de vida política, el reconocido constitucionalista tejió entre las sombras una red de poder que hoy lo coloca a las puertas de ser presidente interino del país, con amplias posibilidades de convertirse en definitivo.
El Senado votaba anoche el juicio político a la presidenta Rousseff. De confirmarse las previsiones, Temer será un presidente en ejercicio pero con plenos poderes durante un plazo máximo de 180 días.
En Brasilia se dice que el elegante político tiene una cinta métrica en la lengua con la que mide cada palabra que sale de su boca. "Piensa diez veces antes de decir buen día", comentan analistas que conviven en los pasillos de la capital brasileña con este católico que frecuentó logias masónicas en una época.
Poemas. Al margen de su vida política, en la que se muestra más calculador que sentimental, Temer reforzó su aura misteriosa al publicar en 2013 un libro de poemas de título sugerente, "Anónima Intimidad". Temer goza además de una especie de blindaje que lo mantuvo al margen de las denuncias de corrupción que involucran a decenas de políticos, entre ellos destacados correligionarios suyos en el PMDB. Fue muchas veces mencionado en escándalos, pero por el momento no ha sido denunciado formalmente y no se sabe si en algún momento será investigado.
Fueron su notable capacidad de conciliar posiciones antagónicas y el poder que le confirió a su Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que preside desde hace 11 años, las cualidades que lo llevaron a ser vicepresidente de Rousseff en las elecciones de 2010 y de 2014.
Nacido el 23 de septiembre de 1940 en la ciudad de Tieté, en el interior de San Pablo, como el octavo hijo de una pareja de inmigrantes libaneses, Temer comenzó su carrera política en 1983, y dos años después asumió la Secretaría de Seguridad Pública de San Pablo. A partir de 1987 ejerció seis mandatos consecutivos como diputado federal y presidió la Cámara baja en tres legislaturas.
Fue en el Legislativo donde el político, padre de cuatro hijos, urdió las redes que hicieron que su partido dirija las cámaras de Diputados y Senadores y que estuviera anoche a punto de asumir el gobierno nacional, aún cuando el PMDB no presenta un candidato a la Presidencia desde 1994.
Pieza clave. "El PMDB no es gobierno, pero ningún gobierno gobierna sin el PMDB", es la frase que define al partido centrista que lleva el ADN de su máximo líder. También fue en el Legislativo donde en uno de los escasos altercados públicos en los que se le vio alzar la voz, Temer recibió el mote que lo persigue hasta hoy: "Mayordomo de una película de terror". Curiosamente, el hombre parco en palabras que cultiva el silencio protagonizó indiscreciones, para muchos premeditadas, a lo largo del proceso que acabó en la ruptura de la alianza entre el PMDB y el gobernante Partido de los Trabajadores (PT). Un "divorcio" que precipitó de alguna forma el impeachment de Rousseff.
En agosto, fue una frase dicha en público e interpretada como una autoproclamación de "salvador de la patria": "La situación del país es grave. Se necesita alguien con capacidad para reunificar el país". En diciembre, fue una carta a Rousseff plagada de reproches, que "se filtró" a la prensa por razones que se desconocen. Fue en esa misiva más dramática que política, en la que se adjudicó el rol de "vice decorativo", en referencia a sus funciones casi ceremoniales.
Premeditados o no, los episodios antecedieron a la salida del PMDB de la coalición y del gobierno, lo que dio lugar a una fuga de aliados que hoy son opositores del PT y se preparan para ocupar cargos y ministerios en un seguro gobierno Temer. Un "gobierno Temer" que el vicepresidente preparó en los últimos días con una calculada mezcla de reserva y supuestamente distraídas imprudencias con las que aguarda el momento de sentarse en el sillón presidencial del mayor país de Sudamérica.