El acuerdo sellado por el gobierno colombiano y las guerrillas Farc, que acerca el fin del conflicto interno, generó muestras de optimismo y satisfacción en todo el mundo, aunque también hubo advertencias sobre el riesgo de impunidad de crímenes de lesa humanidad que han cometido los rebeldes y los militares en más de 50 años de conflicto armado. En tanto, el presidente colombiano Juan Manuel Santos ya está en Nueva York, adonde participará de la asamblea anual de la ONU y presentará a la comunidad internacional el flamante acuerdo.
El anuncio despertó reacciones en Colombia y en todo el mundo. Entre los que celebraron el acuerdo, figuran los sindicatos, para los cuales la creación de la jurisdicción especial llega en un momento en el que lo importante es reconocer errores del pasado y comenzar a construir una nueva nación. Un discurso que en otro tiempo y en boca de la derecha hubiera suscitado sin dudas repudio de los organismos de derechos humanos.Los partidos políticos también salieron a celebrar los anuncios y varios congresistas, oficialistas y opositores, calificaron el momento de "histórico", y otros que fueron víctimas del conflicto armado manifestaron su "satisfacción". Algunos militares retirados, que se verían beneficiados por la jurisdicción especial, también aplaudieron los anuncios hechos desde La Habana.
Es "la mejor noticia en muchísimo tiempo" porque "por primera vez en 150 años" el continente "va a estar exento de guerra", dijo el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, mientras el secretario general de la OEA, Luis Almagro, calificó el acuerdo de "gran paso adelante". El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, felicitó a ambas partes por un acuerdo que representa un "progreso significativo para alcanzar un acuerdo final de paz y colocar a Colombia más cerca aún de que termine el conflicto armado más largo del hemisferio". También el gobierno venezolano, muy cercano a las Farc y a Cuba, expresó su "más profunda y honda satisfacción" y subrayó que "la paz en Colombia es la paz de Venezuela por la que tanto luchó y puso todo su empeño el líder de la revolución bolivariana, Hugo Chávez".
Argentina. El gobierno argentino felicitó a Colombia por el acuerdo, que consideró "trascendente" para América latina. "Este importante anuncio resultará trascendente para América del sur y Latinoamérica toda, ya que evidencia el inquebrantable compromiso de la región con la resolución pacífica de los conflictos", señaló la Cancillería argentina. "Argentina reafirma su permanente apoyo a todo esfuerzo que contribuya a alcanzar la convivencia pacífica del pueblo colombiano, en un marco de respeto al Estado de derecho", indicó el comunicado. "A su vez, congratula a las partes en conflicto, que supieron poner los derechos del pueblo colombiano como el objetivo principal de las negociaciones".
También se sumaron al optimismo los gobiernos de México, Brasil, Francia y Alemania. La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, animó a la comunidad internacional a aprovechar la oportunidad de un acuerdo de paz definitivo en Colombia con este acuerdo, que definió como "un paso adelante decisivo". Noruega, acompañante del proceso de paz, calificó de "muy positivo" el hecho de que Colombia y la Farc estén "de acuerdo en un calendario para cerrar las conversaciones y en crear un tribunal especial para quienes estén detrás de los peores crímenes en uno de los conflictos armados más antiguos". Por su lado, el secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Ernesto Samper, dijo que los acuerdos "son la antesala de la paz, que solo se dará con el silencio definitivo de las armas".
Críticas. Pero no todos están de acuerdo. Uno fue el director de Human Rights Watch (HRW) para América, José Miguel Vivanco, quien advirtió que conlleva impunidad para los autores de delitos graves, por lo que la Corte Penal Internacional (CPI) podría no aceptarlo. El acuerdo "permitiría que los máximos responsables de los peores abusos puedan eximirse de pasar siquiera un solo día en prisión", apuntó Vivanco. Esta objeción es "sin perjuicio de que la nueva jurisdicción especial contemple esfuerzos para promover la rendición de cuentas por las graves violaciones de derechos humanos". El jefe negociador del gobierno, Humberto de la Calle, señaló que el anuncio marca el "conteo regresivo" para "liquidar un conflicto de más de 50 años". "Esto es para culpables, no para inocentes. Es un sistema para actores del conflicto que hayan sido responsables", remarcó con crudeza el alto funcionario que debe sentarse ante la cúpula de las Farc.
Se llegó a un punto sin retorno en el largo proceso negociador
Más allá de un saludo de protocolo, el apretón de manos entre el presidente Juan Manuel Santos y el jefe guerrillero Rodrigo Londoño es visto en Colombia como el inicio de la cuenta atrás para poner el punto final a cinco décadas de confrontación con las Farc, el grupo guerrillero más antiguo del hemisferio.
Por su actitud previa, ni Santos ni "Timochenko" tenían planeado saludarse en La Habana en el anuncio de un nuevo acuerdo en el proceso de paz que desde noviembre de 2012 protagonizan allí. Pero el presidente cubano Raúl Castro los invitó a posar a su lado y "Timochenko" extendió la mano a Santos. Los fotógrafos dispararon sus cámaras y el instante histórico fue reproducido ampliamente por la prensa de Colombia. Santos había afirmado hace algunas semanas que un acuerdo en la "justicia transicional" era el último gran escollo de las negociaciones y que después la paz estaría cerca. Por eso la sensación en el país es que ahora sí el proceso de paz entró en un "punto sin retorno" y que efectivamente los cerca de 8.000 integrantes de las Farc dejarán la lucha armada.
Esa percepción se fortalece a raíz del plazo fijado por Santos y Timochenko. Acordaron que la firma del acuerdo final debe ser a más tardar el 23 de marzo de 2016 y que dos meses después las Farc deben dejar las armas. "La conclusión es una sola: la paz es posible y está más cerca que nunca", dijo Santos. El más reciente encuentro de estas características ocurrió a mediados de 1998, cuando Andrés Pastrana, que había ganado las elecciones presidenciales pero no había asumido el cargo, se encontró en la selva con Pedro Antonio Marín, "Tirofijo", el fundador de las Farc. Pastrana inició un proceso de paz que después fracasó. Cedió a las Farc el control militar de una extensa zona selvática. La negociación empezó en enero de 1999 y las diferencias no tardaron en surgir. Aunque el actual proceso de negociación ha pasado por fuertes crisis, las conversaciones se han mantenido, lo cual lleva a decir que la voluntad de paz de las partes es real. El diálogo ni siquiera se rompió en noviembre de 2011, cuando un bombardeo mató a Guillermo Sáenz, "Alfonso Cano", máximo jefe de las Farc a quien debió sustituir "Timochenko". Legisladores del oficialismo comentaron en el Congreso que el acuerdo deja sin argumentos a la oposición de derecha radical encabezada por el ex presidente y senador lvaro Uribe, quien asegura que la negociación es proclive a la impunidad. La firma de un acuerdo no significaría la paz total de Colombia, pues en el país opera otro grupo guerrillero, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), y numerosas bandas criminales dedicadas al narcotráfico con una importante capacidad militar, pero sí se traduciría en una notable disminución de la violencia. Tras los acuerdos agrario, participación política, lucha contra las drogas y justicia transicional, ahora las partes se dedicarán a la reparación a las víctimas y la implementación, verificación y refrendación de los acuerdos.
Rodrigo Ruis Tovar - DPA