Lula celebró los primeros 100 días de su tercer gobierno con un largo discurso cargado de polémicas contra su predecesor, Jair Bolsonaro, el Banco Central, que es una institución independiente, y la prensa. Analistas independientes señalaron que Lula tuvo logros sociales importantes en su primer trimestre y que pese al dominio conservador del Congreso debería lograr la aprobación del paquete fiscal y otras leyes. Pero su agresividad hacia el Banco Central y un escenario muy diferente al del primer y segundo gobiernos (2003/2010) hacen prever un futuro difícil para el “Lula 3”.
En un acto en el Palacio del Planalto con el slogan “Brasil volvió”, Lula hizo el balance de sus primeros 100 días de gobierno, incluida la fiesta de su asunción el 1º de enero y el asalto a las sedes de los tres poderes en Brasilia una semana más tarde por fanáticos de Bolsonaro. En su tercer mandato tras haber gobernado Brasil entre 2003 y 2010 y después de haber ganado la elección más disputada de la historia ante Bolsonaro, Lula aprovechó para cargar contra Roberto Campos Neto, presidente del Banco Central con mandato por ley hasta 2024, por mantener la tasa de interés de referencia en 13,75% para alcanzar una meta inflacionaria del 3,5%. Bolsonaro entregó el mando con una inflación en baja que se ubica en 6,5% anual. Pese a que es la mitad de la tasa de referencia, no es la única variable que tiene en cuenta el Banco Central: el "spread" o diferencia de tasa de interés que marca el riesgo de la deuda soberana brasileña es alto, y esto influye en el costo del dinero.
“Sigo pensando que 13,75% es una tasa muy alta de interés. Sigo pensando que están jugando con el país, sobre todo con el pueblo pobre y con los empresarios que quieren invertir. No lo ve el que no quiere”, disparó Lula.
En estos primeros 100 días Lula envió al Congreso una serie de decretos, que en seis meses deberían ser aprobados por el Legislativo, pero que son de difícil aprobación debido a que carece de mayoría propia. Lula citó el proyecto principal de su gestión, el nuevo “marco fiscal” que reemplaza al “techo” del gasto público aprobado en 2017 con rango constitucional por el presidente Michel Temer, y que bloquea la expansión presupuestaria. Esta solo puede acompañar la inflación del año anterior. En los próximos días, el ministro de Finanzas Fernando Haddad enviará el marco fiscal al Congreso. La iniciativa permite ajustar las cuentas públicas por encima de la inflación, pero limita su incremento al 70 % de la variación de los ingresos fiscales del último año. Haddad aclara que la propuesta no contempla “nuevos tributos o un aumento de la alícuota de los existentes”. Si hay suba de ingresos fiscales será por una disminución de la evasión fiscal, agregó. El aumento del gasto por debajo del aumento de los ingresos fiscales busca alcanzar el superávit primario a mediano plazo, objetivo que los mercados y los medios elogian.
Lula busca subir el gasto social. Pero el gasto total no podrá superar el 70% del aumento de los ingresos públicos Lula busca subir el gasto social. Pero el gasto total no podrá superar el 70% del aumento de los ingresos públicos
Lula, en su largo discurso, relató: “Fueron 100 días de duro trabajo. Tenemos otros 1.360 días para seguir reconstruyendo este país. Presentamos el nuevo marco fiscal, que trae soluciones realistas y seguras para el equilibrio de las cuentas públicas. Lo que pone fin a las restricciones irracionales y sistemáticamente ignoradas del techo de gasto. Esto garantiza la vuelta de los pobres al presupuesto”, aseguró Lula, fundador del Partido de los Trabajadores (PT).
Lula elogió el plan fiscal y la reforma tributaria de Haddad. “Hemos recuperado la capacidad de planificación a largo plazo. Y esta planificación se traducirá en un gran programa que recupere el papel del sector público como inductor de inversiones estratégicas en infraestructura”, aseguró Lula, que apuntó como un logro el cese del programa de privatizaciones de más de 30 empresas públicas que tenía en agenda Bolsonaro.
Contrarió a sus críticos al decir que “nadie cree en un gobierno que se levanta todos los días diciendo que el PBI no crecerá, que la economía no va bien, que el mercado, el FMI dijo tal cosa. Si vamos a gobernar pensando en eso, es mejor desistir. Es importante que esta gente hable así hacemos lo contrario a lo que digan”. El comentario evidencia el malestar de Lula con la prensa. Los principales diarios del país, Folha de Sao Paulo, O Globo y O Estado de Sao Paulo, cuestionan el rumbo económico del gobierno.
Dos analistas de O Globo señalaron que “economistas y politólogos reconocen importantes avances en la agenda de políticas públicas: es el caso del aumento del salario mínimo y del monto transferido por el programa Bolsa Família, y de la reanudación de los programas Mi Casa Mi Vida y Más Médicos”. O Globo también destaca “la propuesta de crear un marco fiscal que, a pesar de las dudas sobre su eficacia, tiene en el horizonte la lucha contra la deuda pública descontrolada”. El presidente del Banco Central, Roberto Campos Neto, tan criticado por Lula, dijo que el proyecto era “súper positivo. Creo que lo que se ha anunciado hasta ahora elimina un riesgo para aquellos que pensaban que la deuda podría tener una trayectoria explosiva”.
Pero las persistentes críticas de Lula al Banco Central, que es independiente por ley de rango constitucional, son rechazadas, no solo por la prensa, sino en general por empresarios y analistas. “Las críticas de Lula al Banco Central, los ataques al mercado financiero y las medidas dogmáticas siguen generando ruido y han dificultado una mayor aceptación del gobierno”, reseña Globo. Una encuesta del instituto Datafolha mostró una disminución del optimismo de los brasileños sobre la economía. El 49% evaluó que la situación económica mejorará. En octubre, en vísperas de la segunda vuelta de las elecciones, el índice era del 62%.
Las bancadas conservadoras, más fuertes
“Es un gobierno que está bien posicionado, pero que todavía no ha sido probado. Tal vez el marco fiscal sea la primera prueba, pero sólo con la primera votación en el Congreso sabremos el número efectivo de apoyos que tendrá Lula”, afirma el analista político Ricardo Ribeiro. Los analistas señalan repetidamente que esta vez el presidente se enfrenta a bancadas mucho más conservadoras que en sus anteriores mandatos. Vale recordar que la coalición de Bolsonaro ganó las elecciones parlamentarias en la primera vuelta electoral.
Christopher Garman, de Eurasia Group, dice que la principal diferencia entre el primer Lula y el actual está en el ambiente político de un país dividido y con un enorme desencanto con el sistema político. “Esencialmente, Lula fue elegido después del shock inflacionario, que redujo la renta de la población en 6% después del Covid. Entra sin la misma fuerza que en otros mandatos. Es algo que ocurre en toda América Latina”. Garman recuerda que los diputados ahora tienen más control sobre el presupuesto. Aún así, el analista no ve dificultades en la agenda inicial del gobierno, pero prevé problemas si Lula pierde popularidad. Por ahora, la única propuesta que exige aplicar la enmienda constitucional, y necesita tres quintos de votos en el Congreso, es la reforma fiscal. “Creo que la agenda inicial será aprobada fácilmente, pero el gobierno tendrá mayores dificultades en aumentar la recaudación tributaria. Allí, sí, el Congreso tendrá más resistencia en las medidas para aumentar los impuestos “, dice Garman.