La sospechosa muerte en prisión del máximo opositor al presidente ruso Vladimir Putin, Alexei Navalny, causó conmoción en todo el mundo. Tenía 47 años. Las declaraciones de condena al Kremlin no tardaron en llegar. Según la versión de Rusia, Navalny se sintió mal “en un paseo, se desmayó y murió” poco después en la prisión en el Artico, llamada “Polar Wolf Prisión”, un infierno helado al que van a dar -y casi nunca salen- los adversarios de Putin. Desde el año pasado la defensa de Navalny denunciaba que estaba siendo envenenado lentamente y perdía peso y salud, sin recibir atención alguna. Pero hace pocos días Navalny, tuvo una audiencia judicial a través de una videollamada, apenas horas antes de morir, en la que mostró su buen humor, pese a verse demacrado. Putin buscará su nueva reelección en marzo, en unas elecciones que están totalmente amañadas. En su último video, Navalny llamó a votar contra Putin. Era, aún sepultado en vida, una molestia para el autócrata.
Navalny murió este viernes en la cárcel donde cumplía casi 30 años de condena. Por “extremismo”, entre otros cargos. Según el Servicio Penitenciario de Rusia, Navalny “se sintió mal este viernes durante un paseo y casi de inmediato perdió el conocimiento”. Varios equipos médicos se desplazaron “de inmediato” a la prisión para atender a Navalny, que murió poco después. Un comunicado oficial explica que una comisión de funcionarios de prisiones y médicos de Moscú se dirigían a la cárcel para esclarecer el motivo de su muerte.
Desde el Kremlin aseguraron esta tarde que “no tienen información” sobre las causas de la muerte de Navalny, de 47 años. “Los médicos tienen que aclararlo”, señaló el portavoz de la Presidencia, Dmitri Peskov, que agregó que Putin fue informado.
Desde hace casi un año los abogados de Navalny denunciaban que estaba siendo “envenenado” de manera gradual y que su salud se deterioraba.
El episodio del Novichok en el té
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En enero de 2021, Navalny regresó a Moscú luego de recuperarse en Alemania del envenenamiento que sufrió en Siberia. Fue detenido en el aeropuerto y nunca más conocería la libertad.
Navalny fue envenenado en agosto de 2020 con el agente tóxico Novichok, una “firma” de los servicios secretos rusos. Tanto él y los gobiernos occidentales lo atribuyeron al servicio de inteligencia de Putin. Activista contra la corrupción y abogado, Navalny estaba de gira proselitista para unas elecciones regionales, en las que su partido tenía buenas perspectivas. Lo envenenaron con un té que pidió en el bar de un aeropuerto del interior de Siberia. Fue llevado a un hospital regional donde lo trataban pero sin dar un diagnóstico preciso. Por presión internacional, en especial de Angela Merkel, entonces jefa de gobierno de Alemania, Navalny fue llevado a un hospital en Berlín, donde rápidamente se confirmó lo que los médicos de Rusia no podían detectar: el veneno Novichok que casi mata a Navalny. Las dudas que aún podía haber cayeron, salvo para los medios adictos a Putin.
Le aplicaron la figura de “extremismo” para encerrarlo en las peores prisiones del sistema penal de Rusia Le aplicaron la figura de “extremismo” para encerrarlo en las peores prisiones del sistema penal de Rusia
Pese a que sabía que si regresaba a Rusia iría directamente a la cárcel, Navalny, una vez que salió del coma y se recuperó completamente, regresó a Moscú en enero de 2021. Durante el vuelo grabó un video, el último en el que se lo ve en libertad. Sabía que iría a prisión apenas pisara suelo ruso. Así fue: los policías rusos no le permitieron ni siquiera salir libre del aeropuerto de Moscú. Nunca más conocería la libertad. Fue derivado a una prisión de las afueras de Moscú conocida por su trato brutal y luego apareció en la prisión del Artico, donde murió ahora en condiciones más que sospechosas.
Navalny desapareció el año pasado y repareció el 25 de diciembre pasado en la “Polar Wolf Prison” tras casi tres semanas en paradero desconocido y sin contacto con sus abogados. Desde entonces sólo se supo de él en dos ocasiones: una el 26 de diciembre para decir que se encontraba “bien” y la última el 10 de enero en una audiencia judicial a distancia, por video. En esta última aparición, visiblemente demacrado, bromeó que su nuevo hogar era mejor que el anterior y lamentaba que “estoy demasiado lejos”. Este centro penitenciario se encuentra a unos 2.000 kilómetros al norte de Moscú o a 45 horas en tren desde la capital rusa. Fundada en 1961 en su emplazamiento se localizaba un “gulag” (campo de trabajos forzados).
Navalny, que figuraba en la lista de individuos y organizaciones involucradas en “activistas terroristas o extremistas” en Rusia. Detenido desde su regreso de Alemania, en marzo de 2022 fue condenado a nueve años de prisión por un presunto fraude de más de cuatro millones euros en donaciones entregadas a su organización. Su equipo de abogados sostiene que Putin fabricó pruebas falsas para sustentar este encarcelamiento. En agosto de 2023 recibió otra condena, de 19 años, por apoyar “el extremismo”, que se sumó a otra de 2013 de dos años y medio por presunto desvío de fondos. La figura penal de “extremismo” se aplica en Rusia desde la invasión de Ucrania que ordenó Putin en febrero de 2022. Una ley penal de ese año implicó un ajuste de la represión, dado que cualquier comentario mínimamente crítico sobre la intervención de Rusia en Ucrania se puede considerar un delito grave y conllevar 10 años de prisión. Muchos manifestantes de las protestas que estallaron al inicio de la guerra sufrieron condenas de este tipo.
Repudio mundial
Las reacciones a la muerte de Navalny no tardaron. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, culpó a Rusia de su fallecimiento. “La Unión Europea considera al régimen ruso como el único responsable de esta trágica muerte”, escribió en la red social X. Michel destaca que Navalny luchó por los valores de la libertad y la democracia y que “hizo el último sacrificio por sus ideales. Los combatientes mueren. Pero a lucha por la libertad nunca termina”, continuó Michel.
La presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, se declaró “horrorizada” por la muerte Navalny y aseguró que “Rusia se ha llevado su libertad y su vida, pero no su dignidad”. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo que la muerte de Navalny es “un sombrío recordatorio de lo que son Putin y su régimen”. Agregó que Putin “no teme a nada tanto como a la disidencia de su propio pueblo” y se mostró “profundamente consternada y entristecida”.
“Conmocionado” se mostró el presidente de España, Pedro Sánchez. Navalny fue “injustamente encarcelado por el régimen de Putin por su defensa de los derechos humanos y la democracia. Mis condolencias a su familia y amigos y a todos los que en Rusia defienden los valores democráticos y pagan por ello el más alto de los precios”.
El presidente estadounidense Joe Biden, dijo que “no hay duda de que la muerte de Navalny fue consecuencia de algo que hicieron Putin y sus matones”. Navalny “podría haber vivido con seguridad en el exilio”, pero en lugar de eso regresó a Rusia “porque creía profundamente en su país, en Rusia”.