Con banderas nacionales y pancartas que insultaban al presidente Donald Trump, decenas de miles de iraquíes de la rama shiíta del islam marcharon por las calles de Bagdad para exigir que los soldados de Estados Unidos abandonen el país. La protesta fue convocada por un importante clérigo shiíta, Moqtada al Sadr, un vocero de los sectores más radicales de esa comunidad desde los tiempos de la invasión estadounidense en 2003.
La muestra de fuerza de los seguidores de al-Sadr y de las milicias shiítas respaldadas por Irán, las mismas aliadas al general iraní Qassem Soleimani, quien fue muerto por un drone de Estados Unidos en el aeropuerto de Bagdad el 3 de enero. En el ataque también murió el número dos de las milicias shiítas, Abú Mahdi al Muhandis, lo que exacerbó la furia iraní y shiíta iraquí contra Estados Unidos y Trump.
No había cifras disponibles del total de asistentes y los organizadores proporcionaron números diferentes, pero estaba claro que se había quedado corta de la marcha de “millones de hombres’’ que había sido convocada por al-Sadr. Autoridades y analistas señalaron que la manifestación fue una muestra de fuerza y un intento del clérigo para capitalizar un estado de ánimo que se está gestando contra los estadounidenses y mostrar que tiene la preferencia de los shítas, mientras las élites políticas debaten quién debería ser el próximo primer ministro. Desde que la invasión de EEUU liberó al país de la dictadura de Saddam Hussein, la mayoría shiíta pudo acceder al gobierno y paulatinamente se fue alejando de la influencia de Washington y acercándose a la de su poderoso vecino, Irán. Pero este viraje ha inquietado a muchos iraquíes, que repudian a Irán. Ambas naciones mantuvieron una guerra que duró 8 años, entre 1980 y 1988 y dejó un millón de muertos.
Grandes multitudes se congregaron ayer, día musulmán de oración, mientras los altavoces de la plaza central reproducían la frase: “No a Estados Unidos!’’. Algunos de los seguidores de al-Sadr vestían capas blancas para simbolizar el hecho de que estaban listos para morir. “Eh, Trump! No permitiremos que conviertas a Irak en un campo de batalla’’, se leía en un cartel. Un niño sostenía otro con la frase: “Muerte a Estados Unidos. Muerte a Israel’’.
Tratando de mostrar control, los simpatizantes del clérigo no chocaron con la fuerte presencia policial ni atacaron las simultáneas protestas contra el gobierno que se llevaban a cabo en la Plaza Tahrir. El gobierno es de transición, pero siempre dentro de la rama shiíta. Las amplias minorías sunitas, kurdas y de iraquíes laicos, temen una repetición en Irák del régimen clerical shiíta de Irán.
En su sermón semanal de los viernes, el ayatolá Ali al-Sistani, el clérigo shiíta más importante de Irak, pidió a los partidos políticos que salieran de su estancamiento y avanzaran en las negociaciones. “La formación de un nuevo gobierno está constitucionalmente atrasado, y es necesario que cooperen los partidos involucrados’’, manifestó al-Sistani en un sermón entregado a través de un representante. “Es un paso importante para resolver la crisis actual’’.
En tanto, Estados Unidos ha elevado a 34 el número de soldados que resultaron heridos como consecuencia de los ataques con misiles por parte de Irán contra dos bases iraquíes en respuesta a la muerte de Soleimani. El portavoz del Departamento de Defensa, Rath Hoffman, ha indicado que los 34 han sido diagnosticados “por médicos profesionales” con síntomas consistentes con “una conmoción cerebral”. Los militares atendidos sufrieron “dolor de cabeza, mareos, sensibilidad a la luz y náuseas”, antes de agregar que algunos de ellos fueron trasladados al extranjero para recibir tratamiento. Trump afirmó en un primer momento que los ataques se había saldado sin heridos, si bien el Ejército estadounidense agregó posteriormente que al menos once habían resultado heridos.