Eiké significa entrar a un lugar bienvenido, pero la lengua guaraní permite giros metafóricos que se asocian armónicamente con el sentir del Chango Spasiuk. Por eso, para el caso, será entrar a un espacio interior pero también entrar a una música, a un paisaje o, mejor, “a tu propio corazón”.
Así lo cuenta el músico misionero en charla con La Capital, y lo hará con la simpleza de siempre, mientras se le enfría una milanesa a caballo en el bar El Cairo, mientras le pregunta por WhatsApp a un amigo cómo se llama el tema de Paul McCartney de “Chaos and Creation in the Backyard” donde suena el duduk, que es un instrumento de viento arquetípico de la cultura armenia; mientras la charla se dispara a la pasión por el sonido de la batería y cuenta que se compró un disco de Gloria Estefan solo para escucharlo tocar como sesionista a Manu Katché. Así de transparente y así de cercano. Respira música el Chango Spasiuk. Y lo demostrará este viernes, a las 21, cuando presente junto a su banda su nuevo disco “Eiké! Entrar en el alma” en el teatro Astengo (Mitre 754).
CHANGO SPASIUK // Polca de Juana (Eiké - 2023)
“Eiké!” es un disco de búsqueda del Chango Spasiuk, otro más. Y en esta entrevista explicará el valor superlativo y hasta místico de esa búsqueda. En este trabajo participan figuras de la talla del argentino Gustavo Santaolalla en ronroco; el español Carlos Núñez en flauta; el paraguayo Sixto Corbalán en arpa; el francés Erik Truffaz en trompeta; los noruegos Per Einar Watle, en guitarra, y Steinar Raknes, en contrabajo; el senegalés Boubacar Cissoko en korá; el marroquí Majid Bekkas en laúd y nada menos que el brasileño Jaques Morelenbaun, en violonchelo. Todos aportaron su color universal para pintar una aldea íntima, de tierra colorada, como la de la misionera Apóstoles, donde nació el Chango. Desde el mismo lugar donde muestra su mundo interno, que es deliberadamente público, porque, como dirá en esta charla, “eso que se está contando no es algo mío, es algo de todos también”.
En agosto de 2016 te hice una entrevista para este diario que se titulaba con tu cita textual: “Lo que uno busca desesperadamente es la belleza”. A siete años de esa expresión, ¿la seguís buscando?
La belleza y pagar el precio por buscarla. Es que lo que uno busca nunca se termina de encontrar del todo, se busca porque por momentos en ese camino uno recibe regalos, pero no hay un lugar adonde llegar. Es ridículo decir “bueno, ya está, la encontré a la belleza, ahora me pongo a descansar”. No, no, todo lo que no sube, baja. De alguna manera, la belleza está en la búsqueda, como dicen los sufies, que es un camino esotérico, el buscador es lo buscado. Uno está buscando a Dios todo el tiempo. Lo has llamado a Dios ¿y te contestó? Algunos preguntan ¿lo has buscado y lo encontraste? Buscarlo es la respuesta.
¿Sos muy creyente?
Sí, sí, soy creyente, sí, tengo mi camino espiritual, pero en el sentido de llevarlo al plano de la música, que no es algo ajeno de la vida, eso que uno busca nunca se termina de encontrar, uno nunca puede dejar de hacerlo, porque la belleza está en ese intentar. Y por momentos pareciera que cuando uno ya no va a encontrar nada aparece un regalo, aparece ese estado del corazón, aparece esa gratitud, aparece ese sonido, aparece ese algo que vale la pena. Y cuando uno hace un disco decís: “creo que llegué a una construcción estética bastante armoniosa y bien equilibrada”. Y entonces después lo que buscás es a ver qué pasa cuando lo hacés en vivo. Y otra vez lo estás intentando, y ese momento de sentarme a tocar es intransferible, no sólo para el público es especial, sino para uno que está tocando. Esa dinámica que pareciera que el artista trae algo que los demás necesitan no es así, uno necesita formar parte de un espacio colectivo y comunitario para que a lo mejor, posiblemente, tengamos el regalo de que algo suceda. Por eso no es la búsqueda desesperada del éxito ni nada de eso, lo que realmente te sostiene en el camino es levantarte todos los días y no perder tu objetivo principal.
¿Eiké significa entrar en el alma?
Eiké significa entrar, pero es como cuando uno invita a alguien a su casa, pero si lo querés agasajar lo invitás al mejor lugar de tu casa. Y cuando querés a alguien lo invitás a tu mejor lugar, que es tu propio corazón, y de alguna manera cuando invité a grabar a todos estos artistas los estoy invitando a ese lugar en donde está esa búsqueda, donde los invito dentro de ese proceso sutil. Y ahora que eso sucedió y que pudimos dialogar de corazones abiertos, ahora invitamos a entrar a esa gente que escuche, entrar a esa música, entrar a ese momento, entrar a ese sonido. Pero como el guaraní es un idioma muy metafórico, Alejandra Peña Gil, que es mi amiga de Asunción del Paraguay, me dijo: “entrar no es solamente el verbo y la acción de entrar, sino que es realmente una invitación a algo mucho más profundo”.
Tu música es muy especial porque es toda instrumental, no hay canciones, no hay palabras, no hay decir, pero decís con esa música y le llega a tu público, que siente cada melodía que interpretás. ¿Cómo se hace para decir sin palabras?
Está el decir, lo que pasa es que por un momento nos confundimos y creíamos que el decir estaba solamente en las canciones con letras, y creíamos que en la música instrumental no había una narración, pero ¿cómo no va a haber un decir si la música es un lenguaje? Ahí hay una narración, hay un paisaje, hay una historia, hay un montón de elementos que están expresándose y que están contando algo y que uno lo está decodificando. No conceptualmente, no son palabras, no tenés la palabra que dice “manzana”, no es tan básico, pero hay una narración que invita y que dice algo y que cuenta algo, y que uno lo comparte y que el otro lo recibe. Y que por supuesto también lo interpela. Es como un espejo en el cual uno se ve y reflexiona, y aparecen un montón de cosas. Siempre me encanta esa imagen de Atahualpa (Yupanqui), cuando iba a ver un concierto para escuchar a otro artista, y decía “vengo a escucharme en tu voz, vengo a leerme en tu voz”. Porque de alguna manera eso que se está contando no es algo mío, es algo de todos también.