Para Guillermina Tiramonti, una de las voces más reconocidas de la educación argentina, es correcto el camino trazado a nivel nacional por el Consejo Federal, como ámbito para debatir y consensuar políticas, como los planes de alfabetización para los más chicos lanzados por las distintas provincias. Sin embargo cuestionó el debate acerca de los métodos de enseñanza y aprendizaje, y pidió no dejar de mirar lo que sucede en la secundaria.
"La escuela secundaria que tenemos es de hace 150 años", advirtió Tiramonti a La Capital, en un alto en el Congreso Innova Educa 21, realizado los días 22 y 23 de agosto en la Universidad Siglo 21. Allí la académica dio una charla con docentes universitarios y habló sobre las políticas educativas y digitales a la luz del desarrollo tecnológico.
LIcenciada en ciencias políticas (Usal) y máster en educación (Flacso), Tiramonti es una de las especialistas más leídas dentro del ámbito educativo, como autora de "La educación de las élites" y "El gran simulacro. El naufragio de la educación en Argentina", entre otros libros. Los primeros 9 meses de la gestión de Milei, el plan de alfabetización, la formación docente y el impacto de la pobreza en los aprendizajes, en esta charla con La Capital.
innova 21 (5).jpg
Foto: gentileza Universidad Siglo 21
—El Concejo Federal decidió hacer foco en la alfabetización, sobre todo en los primeros años de la escuela. ¿Qué le pareció esa decisión?
—Me parece bien. Estábamos muy mal en cuanto a niveles de alfabetización y también de matemática. Democratizar el sistema es empezar a darles a todos los chicos que van a la escuela los instrumentos básicos de la cultura. Si los chicos no saben leer y escribir después ya les marcaste la trayectoria negativa para el futuro. Un chico que no logra obtener los recursos como la lectoescritura o la matemática después va tambaleando hasta que se cae. Así que me parece una buena medida, y sobre todo que esto se haga desde el Consejo Federal, que es la cabeza del sistema con el apoyo nacional. Que se haya abierto la posibilidad de que cada provincia avance en ese sentido y después evaluar quién ha podido avanzar y quién no. También sería bueno que eso generara cooperaciones horizontales entre las provincias.
—En el tema alfabetización hay una segunda capa de discusión que tiene ver con los métodos. Entonces se discute la psicogénesis, la conciencia fonológica, etcétera ¿Cómo ve que se desarrolla ese debate?
—Lo veo terrible. Yo estoy de acuerdo que hay que este discutir el método que estamos usando, pero los docentes no tienen métodos claros de cómo se alfabetiza. Lo bueno sería que la capacitación nacional y de las provincias pusieran a disposición del docente distintas metodologías para llevar adelante. Lo que me parece muy mal es que estemos diciendo “estos sí, estos no”. Que se diga “los que hasta ayer se sostenían nacionalmente que se vayan, que los echen porque venimos nosotros”. Eso me parece una guerra propia de los argentinos que no sirve. Personalmente creo que son más efectivos los métodos integrales, pero no me parece que haya que patear a los otros. Creo que cada provincia puede hacer su experiencia, con los recursos que tiene, y después se tendrá que someter a la evaluación y ver qué va bien y que no.
alfabetizacion raiz (1).jpg
Los libros del plan comenzaron a llegar a distintas escuelas primarias de la provincia.
Repensar la escuela secundaria
—Durante años hizo foco en la necesidad de transformar la escuela secundaria. ¿Sigue siendo un debate pendiente?
—Sí, y cada vez más. Está muy bien que alfabeticemos, pero después habrá que avanzar en repensar la escuela secundaria, porque la que tenemos es de hace 150 años. Habría que pensar en nuevos modos de organizar la escuela. Ya hay mucha presencia en el discurso de enseñar por proyectos o por problemas, y para eso se necesita cambiar la forma en que los docentes se insertan en la escuela. El Consejo Federal podría ser un lugar, con el acuerdo de Nación, para empezar a pensar nuevos prototipos de escuela secundaria. Hay cambios muy profundos para hacer que son imprescindibles, porque estamos en una sociedad que cada vez más requiere gente formada y capacitada. El mundo cambia continuamente y tenemos que darles a los chicos las herramientas para poder leer esos cambios. Pero tenemos una escuela secundaria donde el 50% de los chicos no la termina, y de los que finalizan un porcentaje alto no tiene buena comprensión de textos, ni de matemáticas ni de ciencia. Hay que renovar todo eso.
—¿Esa renovación también alcanza a la formación docente?
—Sí, esa es una deuda que tiene la Argentina desde el inicio de la democracia. Tengo la edad suficiente como para tener memoria de las políticas educativas y desde entonces hemos tenido problemas para organizar los institutos. El cambio fuerte que hubo fue en la época de Tedesco (viceministro y ministro de Educación entre 2006 y 2009) que hizo el Infod (Instituto Nacional de Formación Docente). Pero no hubo cambios en la formación de los docentes, sino que se creó una institución valiosa para poder generar desde la Nación políticas para la formación. Pero después no ha habido políticas para cambiar y por lo tanto los maestros se siguen formando como hace 50 años o más. Tampoco hemos logrado buenas políticas para acreditar calidad. Esa también es una deuda que tiene la Argentina en materia educativa.
torrendel.jpg
El secretario de Educación Carlos Torrendell presidió la reunión del Consejo Federal.
El gobierno de la educación
—A casi 9 meses del nuevo gobierno, ¿cuál es su mirada en materia de políticas educativas?
—Creo que las cosas que se empezaron a hacer están en un sentido que me parece correcto, como esto de la alfabetización. Está bien también que se ponga el foco en el Consejo Federal, para que no sea solo un ministro que decide arriba y en las provincias no pasa nada. Construir consensos desde ese espacio me parece una muy acertada posición. Lo que sí me parece es que a la secretaría de Educación le falta gestión, falta capacidad de concretar las cosas. Incluso te das cuenta que falta gente. Ahí pongo mi duda, si podrán gestionar las cosas que dicen que van a hacer. El resto del gobierno parece muy impositivo en cuanto a su manera de pensar y demás, y me parece que la Secretaría de Educación es lo contrario, está tratando de consensuar y desarrollar políticas con las provincias.
—En la superficie se debate celular sí o no, repitencia sí o no. ¿Hay algún debate que considera que está ausente en la agenda educativa?
—Creo que la educación en casi todo Occidente, con características diferentes porque no es lo mismo Argentina que Francia, está sufriendo el impacto de un cambio cultural muy fuerte, que empieza a tener manifestaciones claras en la escuela. Los chicos están con el teléfono y se aburren, no atienden en clases, hay un desprestigio muy fuerte en la sociedad con respecto a la escuela. Hay un alto ausentismo de chicos y una percepción social de que lo que pasa en la escuela no es lo que debería pasar, que tendrían aprender otras cosas y aparecen manifestaciones que son vistas como patologías. Entonces dicen “¡qué terrible los chicos con el teléfono!”. Bueno, reconozcamos que el teléfono es un dispositivo que estamos usando todos y veamos cómo lo podemos usar para que los chicos aprendan. En vez de chatear que aprendan cosas. Hagamos que los chicos saquen todo el provecho posible de la nueva tecnología. En general las discusiones son el rechazo a la aparición de la nueva tecnología y de la cultura que empieza a aparecer, que es distinta a la de los docentes.
—En los debates sobre la educación está también el impacto del contexto, donde en la Argentina 6 de cada 10 chicos son pobres.
—Claro, porque si vos pensás el impacto sobre la escuela y sobre los aprendizajes de los chicos es muy fuerte, porque no tenés la pobreza de hace 20 o 30 años. Es mucho más complejo el espacio de la pobreza hoy, porque está atravesado por la violencia, por el narco, por la pobreza estructural que genera marginalidad. Todo eso no puede ser superado por la escuela solamente, es necesario pensar en un anillo de ayuda para que la escuela se ocupe de la alfabetización, de que los chicos aprendan, y no principalmente de la asistencia, porque esos chicos vienen con problemáticas graves y no pueden hacerse todas las cosas al mismo tiempo. Lo que ha pasado con el tiempo es que la escuela se ha volcado a la asistencia y ha abandonado su función de enseñanza, entonces ahí hay que apoyar y no decir "que los chicos vayan a la escuela es suficiente". Esa es la sociedad que se saca de encima el problema de tener ese porcentaje de pobres y aumentarlo continuamente diciendo “bueno, pero le damos escuela”. Sí, pero con la escuela no alcanza para proveer a esos chicos de lo que necesitan para el futuro. Ahí también hay una discusión en relación a los métodos de enseñanza.
—¿Por qué?
—Porque venimos de un discurso que plantea que los chicos van a ir aprendiendo solos, cuando resulta que son pocos los que pueden aprender solos si no tienen un maestro que les enseñe. Y vamos a un discurso donde hay una metodología validada por la cuál los chicos aprenden todos a leer, no importa cuál sea su condición de origen. Bueno, ni una cosa ni la otra. Sabemos que si el chico no desarrolla una capacidad de expresarse y si no aprende a contar o a fantasear después le cuesta más aprender a leer y escribir. Bueno, no a todos los chicos les leyeron cuentos o no todos tienen la capacidad de dramatizarlos, de ver películas y contarlas. Entonces la escuela también tiene que hacer eso y no solo aplicar un método para aprender técnicamente a leer y escribir. Necesitan un docente, pero necesitan algo más que un método de lectoescritura, sino incorporar la capacidad que provee la cultura ilustrada, que también es comunicar y también es hablar.