La alfabetización es quizá uno de los temas de la agenda inmediata de la educación. Al menos así se desprende de las intenciones esgrimidas por los responsables de las carteras nacional y provincial, que lo marcaron como uno de los ejes de trabajo, sobre todo en el nivel primario de la enseñanza. Pero ¿cómo pensar la alfabetización en pleno siglo XXI, el vínculo con las pantallas y en definitiva qué tipo de proceso de alfabetización hace falta hoy? A estos y otros interrogantes responde Mónica Báez, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
Directora académica de la Cátedra Internacional de Estudios Interdisciplinarios en Alfabetización “Doctora Emilia Ferreiro”, los días 12, 19 y 26 de marzo Báez estará a cargo del seminario “Apuntes sobre alfabetización”, del Centro de Estudios Interdisciplinario de la UNR. Un seminario que, según anticipa la especialista a La Capital, apunta a analizar en profundidad los marcos epistemológicos y teóricos desde los que es posible pensar y repensar la alfabetización, más allá de las novedades, las modas o los imperativos institucionalizados.
“La alfabetización —dice Báez— es importante en la escuela a lo largo de toda la escolaridad porque es importante fuera de ella. La escritura existe porque es una modalidad de lenguaje a través de la cual interpretamos y producimos significados y efectos de sentido. En cada etapa educativa, aún las superiores, los estudiantes se enfrentan al desafío no solo de dominar las características de nuestra escritura sino también adquirir las herramientas para la interpretación y producción de diversidad de textos con diferentes propósitos”. Y se pregunta: “¿Por qué pensar la alfabetización como un proceso continuo y siempre inacabado? Porque vivimos en una sociedad letrada en la que los modos de leer y de escribir cambian vertiginosamente al ritmo de los cambios que provocan las nuevas tecnologías de la comunicación que coexisten con el mundo impreso”.
Coautora junto a Fernando Avendaño de Los desafíos de leer y escribir en la escuela (Homo Sapiens Ediciones), la especialista de la UNR sostiene que, como en otros tiempos, se lee y se escribe para propósitos diversos, más o menos importantes, desde interpretar las indicaciones para cuidarnos del dengue, solicitar un empleo o disfrutar de un cuento. “Importa saber leer y escribir —apunta— no solo para pasar de grado o aprobar una asignatura en niveles superiores, es necesario leer y escribir porque el conocimiento que en cada época se legitima como necesario circula por escrito, en pantallas de diferentes dimensiones y también en materiales impresos. Y además, porque la comunicación se funda en esta modalidad de lenguaje que impacta incluso en nuestros modos de hablar”.
La alfabetización hoy
Para Báez, es pertinente que se hable de alfabetización desde diferentes ámbitos, porque “ser alfabetizado hoy requiere de saberes impensados hace solo diez años atrás”. Y que para ejercer hoy en día una ciudadanía plena hay que tener en cuenta cómo y empleando qué tecnologías la mayoría de las personas alfabetizadas resuelve situaciones por escrito.
“Si asumimos honestamente esta realidad —dice— no se puede seguir enseñando a leer y a escribir como si esas prácticas no existieran, ni aún en el nivel inicial, nivel importantísimo para brindar experiencias lúdicas con lo escrito significativas y desafiantes para todo los estudiantes. La escuela como construcción social y teórica surge en el siglo XIX para formar ciudadanos de la nación naciente, hoy sigue teniendo la misma función pero debe formar ciudadanos para el siglo XXI. Ciudadanos que participan de imperativos de consumo, de figuración mediática sin importar la calidad ni importancia de lo dicho o lo exhibido”. Para la especialista, la escuela es el lugar para discutir esos mensajes, para reinterpretarlos, capitalizándolos como instancias educativas. Y por tanto, “no puede haber democracia si un gran porcentaje de personas queda afuera del lenguaje escrito”. Según un informe del Observatorio de Argentinos por la Educación publicado en abril de 2023, el 46% de los alumnos de tercer grado no logra comprender lo que lee. Un porcentaje que asciende al 61,5% entre los estudiantes provenientes de familias de menores ingresos.
“Los cambios culturales de los años recientes sin duda impactan en las prácticas escolares tanto como en los parámetros desde los que se juzga desde afuera el rol de la escuela”, dice Báez. Y agrega: “La escuela sigue y seguirá siendo el lugar privilegiado para que todos puedan acceder a los saberes que constituyen nuestro presente y nuestro futuro, pero quienes constituyen una comunidad educativa y construyen la realidad concreta de lo que llamamos escuela son también partícipes no solo de estos cambios culturales sino también navegan con historias nacidas de un mundo en el que las brechas sociales y económicas son cada vez más profundas, los contextos interpersonales se han vuelto llamativamente violentos y, a veces, con violencia se le reclaman a las instituciones educativas y a sus docentes soluciones urgentes”.
Sobre la psicogénesis
En varios medios de comunicación aparecieron últimamente voces que advierten que parte del fracaso escolar se debe a la psicogénesis de la escritura, que encuentra en la destacada académica Emilia Ferreiro —fallecida en 2023 — a una de sus principales impulsoras.
Para Báez, antes de protestar por los modos en los que se enseña y se ha enseñado en las escuelas debiera conocerse qué sucede realmente en las aulas. Y explica: “Se atribuye a la psicogénesis la culpa de todos los males, sin embargo esa denominación corresponde a una teoría psicológica y también psicolingüística básica que jamás se propuso como didáctica. Sí es cierto que a partir de los aportes de esa teoría, entre los de otras disciplinas, se han generado ya muchas investigaciones didácticas que contribuyen a comprender mejor las demandas de esta época, pero no es posible dar cuenta de la práctica generalizada de esta didáctica, por el contrario se constata sí de manera generalizada la vigencia ininterrumpida de los supuestos teóricos y prácticos tradicionales”.
Para la especialista, por culpa de estas “confusiones y malos entendidos” es que considera clave que se multipliquen los espacios de reflexión y diálogo académico serio, que compromete a docentes, investigadores, directivos y a todos los profesionales vinculados a la escuela, tales como fonoaudiólogos o psicopedagogos. “Porque para cambiar algo —dice Báez— es necesario conocerlo y reconocerlo, y no hay aprendizaje sin otros y con otros”.