La Escuela Secundaria N.º 574 “Juan Carlos Gauseño”, la Eempa 1325 “Raúl García”, el Hospital Municipal El Gurí, un comedor y amplios talleres son la materialización del trabajo social que este grupo de jóvenes, bajo la conducción del maestro Raúl García e inspirados por la pedagogía de Paulo Freire, iniciaron a fines de la década del 60 en los barrios postergados de la vecina ciudad.
Para reconstruir esta historia, La Capital dialogó con Verónica Gauseño, hija de Miguel Angel, apodado“Tereré”, sobrina de Juan Carlos y actualmente presidenta de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (Apdh) Regional Rosario. En la charla, Verónica cuenta que su papá fue secuestrado cuando tenía 20 años, y que en ese entonces ella era un bebé de 6 meses, por lo que pudo conocer a su padre a través de sus obras, el relato de familiares y de aquellos compañeros que sobrevivieron a la dictadura.
Ante la pregunta, quién era tu papá, Verónica responde reflexiva: “Mi papá fue un tipo que no se quiso salvar solo, que como otros jóvenes de su generación no imaginaron su trágico final, pero que veía en comunidad y que apostó al bienestar de las generaciones futuras. Que bajo la filosofía de Paulo Freire apostó a los valores de solidaridad, de la hermandad y de un hombre nuevo”. Ella se emociona de él y remata: “Mi viejo era un tipazo, un gran amigo, cuando camino por las calles de Pérez todos me hablan de Miguelito. Nada del sálvese quien pueda como lo que estamos viviendo hoy, al contrario, él y sus compañeros sabían muy bien que la salida era entre todos”.
La casilla verde
A fines de la década del 60, el maestro Raúl García, un joven docente comprometido con las ideas pedagógicas de Paulo Freire, se instaló en el conocido barrio terraplén. El docente consideraba que había que trabajar en la urbanización de ese territorio, brindar servicio públicos y aportar a la organización vecinal. Además, de inmediato surgió la problemática educativa como una necesidad a cubrir en beneficio de los habitantes.
Desde ese Lugar, y a partir de las inquietudes de los vecinos, García comenzó a convocar a la juventud, y así fue como un grupo de chicos y chicas militantes de la juventud peronista se sumaron a la tarea de alfabetizar a la población.
El trabajo que emprendieron fue mucho más que enseñar a leer y escribir, porque esos pobladores de los barrios pobres de Pérez eran trabajadores golondrinas que venían del Chaco, la mayoría analfabetos e indocumentados. Una situación que los ponía en una situación de vulnerabilidad mayor, porque no sabían lo qué firmaban, lo hacían con el pulgar, y desconocían si les pagaban correctamente sus jornales.
El trabajo social que emprendió este grupo de jóvenes se dividió en dos grupos: algunos chicos trabajaron en el barrio Terraplén junto al maestro Raúl García, y otros en la zona de Cabín 9.
268312008_10224134842372240_5733897117392134_n.jpg
Verónica explica que fueron clave los testimonios de los sobrevivientes y familiares, a la hora de comprender la magnitud de la obra emprendida. En la reconstrucción de esta historia, su abuelo relató que una tarde llegaron los chicos y le preguntaron por una casilla verde que era de su propiedad. Se trataba de una prefabricada de madera que el padre de los hermanos Gauseño tenía en la terraza de su casa, en el barrio Talleres. Le explicaron que la necesitaban para montar una especie de sala sanitaria, porque en aquel momento en Cabin no había nada, era tan solo una zona de cañaverales con asentamientos rústicos. El padre de los Gauseño entregó la casilla verde, y los jóvenes la plantaron cerca del Cabín. Ese fue el punto de partida de un intenso trabajo de alfabetización que iniciaron con los vecinos, en el que Juan Carlos, tío de Verónica, fue uno de los primeros educadores.
Aquella casilla verde dio nacimiento a la Escuela 1209 “República de Chaco”. Verónica cuenta que guarda diarios de los años 68 y 69, que confirman que los chicos hicieron pedidos de colaboración de materiales con el objetivo de construir las primeras aulas. “De la casilla verde avanzaron hacia la construcción. Sobrevivientes me contaron que los cimientos de las primeras aulas de material de Cabin 9 las hicieron ellos mismos”, confirma la hija de Tereré, y destaca que el avance del trabajo social fue muy rápido porque se trató de un trabajo colectivo. También reafirma que aquella casilla que derivó en aulas, eran espacios absolutamente convocantes para los vecinos, porque “allí se recibía a todos con mate cocido, se hacían las rondas de charlas y asambleas donde entre todos decidían qué era lo que se necesitaba y qué trabajo realizarían en la semana todos juntos”
Documentación, alfabetización y asistencia a la salud. Este grupo de jóvenes también creó un espacio sanitario bajo el nombre de El Gurí, que hoy se levanta como hospital público. “Aunque han tratado de ponerle distintos nombres, actualmente la gente lo sigue llamando El Gurí. De eso se trata la memoria”, dice Verónica, y destaca que estos chicos y chicas trascendieron la tarea alfabetizadora y avanzaron hacia un trabajo social integral, porque estaban inspirados en la pedagogía de Paulo Freire.
36437235_430850190721909_5143278995441188864_n.jpg
Reconstruir la historia
De esta historia se deriva el triste saldo de 14 desaparecidos, chicos y chicas de entre 15 y 23 años que fueron perseguidos por el trabajo social que hicieron en favor de su propia comunidad. El testimonio de sobrevivientes, familiares y vecinos, le permitieron a Verónica reconstruir la historia de su padre, su tío y sus compañeros. Una historia que también es la de la misma ciudad de Pérez.
De esta reconstrucción también participaron un grupo de docentes de la Escuela 1209, a través de un trabajo de investigación que realizaron en el 2001. En aquel momento, los docentes hicieron una búsqueda por el 25ª aniversario de la institución. Cuando llegaron a las actas fundacionales, se encontraron con documentos que dan cuenta que un grupo de jóvenes de la ciudad habían presentaron los papeles que se requerían en el Ministerio de Educación para que la escuela sea reconocida como tal. “Ese grupo de docentes comprometidos, hoy son como mi familia. Ellos investigaron, buscaron a la primer portera, a la primer maestra, y así empezaron a ponerle nombre y apellido a ese grupo de chicos que también estaba integrado por mi papá y mi tío”, dice Verónica y rememora cuando en la década del 90 se autoconvocaron para pedir memoria y justicia por ellos y todas las víctimas del terrorismo de Estado..
Desde entonces, la ciudad de Pérez acompaña a familiares y sobrevivientes en la conmemoración de la semana de la memoria. La Escuela Juan Carlos Gauseño, llamada así por decisión de toda la comunidad educativa, exhibe un mural de Memoria, Verdad y Justicia que recuerda a las víctimas de la dictadura.
En la charla Verónica se permite repasar el devenir de la historia argentina. “A veces veo las notas en los diarios del año 69 que dicen que un grupo de jóvenes pujantes y comprometidos están pidiendo materiales para terminar una escuelita ... pero en 1975 esos mismos chicos pasaron a ser subversivos terroristas”, apunta, como una manera de llamar a la reflexión sobre lo acontecido en el país.
Cuándo se le pregunta si su padre le dejó un legado, ella no lo duda y responde “Soy militante de derechos humanos desde que tengo uso de memoria”, y afirma que hizo un gran esfuerzo por transmitir esta historia sin el trauma que cargan las generaciones cercanas. “Traté de escindir ese dolor para transmitirles a mis hijas una historia de compromiso y amor”.
7405933d-9b69-4f5d-ad17-1494f78810cf.jpg
Presentes
Aquella casilla verde que chicos y chicas emplazaron en Cabin 9, se transformó en un amplio territorio garante de derechos. “Ellos fueron perseguidos por la dictadura, pero la gente del barrio continuó con el proyecto, la escuela se institucionalizó y hoy tenemos la Escuela 1209 Provincia de Chaco, la Escuela Secundaria 574 Juan Carlos Gauseño y la escuela para adultos Raúl García”, apunta verónica y destaca que lo que sucedió en Pérez es que el proyecto no se agotó en sus creadores, sino que este grupo de militantes supieron generar comunidad..
La presidenta de la Apdh repasa algunas anécdotas. “En 2015 pude conocer a la primera camada de egresados de la Escuela Juan Carlos Gauseño y también charle con mujeres que estaban haciendo la escuela para adultos. Miraban las fotos de mi papá, mi tío y los 14 compañeros y decían: yo a este rubiecito le cebaba mates mientras preparaban la mezcla. Me di cuenta que ella había sido parte de esos primeros pobladores y ese año la señora salió con su título de la escuela Raúl García. Entonces, esos espacios la acompañaron siempre, porque fueron y son lugares donde se contienen todas las miserias que tuvieron que vivir y viven los sectores populares”.
Verónica tiene la certeza que los hermanos Gauseño y sus compañeros están mas vivos que nunca en la comunidad de Pérez. Así lo percibe cuando camina por sus calles. “En Cabín se sigue hablando de los chicos – cuenta - los pobladores los llaman nuestros chicos. Ellos están vivos en las escuelas, los comedores y El Gurí, que son los lugares que expresan la entrega y el compromiso que tuvieron, porque una sociedad no olvida a las personas que hicieron su máxima entrega”.
En Pérez y Cabin 9 la historia de estos chicos y chicas se transmite de generación en generación. La hija de Tereré reflexiona sobre los discursos negacionistas del presente, dice que el gobierno actual llegó para disputar los sentidos, pero que tiene la certeza de que lo que no se puede disputar es todo aquello que quedó grabado en la memoria colectiva