Bajo el llamado de “Cuenterxs del mundo unixs”, se abre la convocatoria para formar parte del Club de cuenteros de la ciudad. Se trata de un espacio de formación colectiva y horizontal creado con el objetivo de leer, analizar y debatir. Comenzará a funcionar a partir de marzo en la Biblioteca Popular Alberdi y además de contar cuentos, propone lanzarse a todo tipo de aventuras, como el intercambio con narradores de otros territorios y la organización de viajes para ver espectáculos de cuenteros. Este año los encuentros serán quincenales, los días sábados de 10 a 13 en la biblioteca de Zelaya 2089.
“Si tenés ganas de contar cuentos, si te gusta que te cuenten, si crees que el mundo necesita más historias a viva voz este Club es para vos” anuncia en sus redes sociales la cuentera Ayelén Romero, mentora del espacio. Pero mas allá del disfrute, la iniciativa se define como un espacio para la práctica, el ensayo y el error, e invita a los interesados a bucear en la narración oral como práctica profesional a partir de la exploración de diferentes textos teóricos.
En este proceso de aprendizaje, quienes integren el club de cuenteros tendrán acceso a una carpeta digital con bibliografía sobre narración oral y mediación de lectura, además de invitaciones a narrar en distintos espacios del departamento Rosario. A ello se le suma un conjunto de beneficios tangibles, como descuentos en librerías amigas, talleres y formaciones. Pero eso no es todo, también se anuncian beneficios intangibles: “como ser parte de una red de amor infinito”.
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El arte de contar
“Hacen falta más palabras, más encuentros, más escucha, más diálogo, más reflexión, más literatura, trabajamos para eso y con ganas de que se multipliquen las rondas. Creemos que la cultura nos va a salvar porque es lo que nos une y nos hace crecer como sociedad”, afirma convincente Romero, conocida como la payasa Cuchara, y desde estas ideas explica de qué se trata esta convocatoria.
La pregunta se presenta como inevitable: ¿Qué es ser cuentero? “Ser cuentere es primero tener ganas de contar”, explica con simpleza, y se explaya: “Uno a veces tiene un vínculo con las historias, o bien porque le han contado mucho de chico o chica, o bien porque le han contado poco y siempre andamos con ganas de nuevas historias para ser escuchadas y también para contarlas. Creo que todos somos un poco cuenteros, porque quién no ha contado una película que le gustó mucho, quién no ha contado sobre unas vacaciones alucinantes a un amigo o una amiga, quién no contó cómo fue su primer día de clases o la primera vez que se accidentó en la bicicleta. Pero además, hay algo que tiene que ver con la profesionalización de este arte milenario, que es un camino que venimos dando, porque ser narrador oral es un oficio y queremos fortalecer este arte”.
La narradora explica que el club de cuenteros fue pensado y creado con el objetivo de formarse profesionalmente, y que sorprendentemente, pudo percibir que hay muchas personas que apelan a la narración oral como herramienta que llevan a sus lugares de trabajo y espacios cotidianos. “Mucha gente se encontró con un lenguaje que no sabía que tenía nombre propio, está bueno saber que la narración oral tiene sus características particulares, que hay gente en la ciudad y en mundo que viene trabajando en relación a esto, y que hay mucha teoría escrita”, indica.
Multiplicar las rondas
El club de cuenteros también puede contar su propia historia. Y es que este 2024 la iniciativa transitará su segundo año de experiencia. El año pasado, las instalaciones de la Biblioteca Popular Alberdi hizo de base a unos 30 cuenteros ávidos de historias. De ellos surgió la iniciativa del festival de cuentos para las infancias, que se desarrolló durante las vacaciones de invierno en la misma biblioteca de zona norte y en la vecinal Doctor Maradona de barrio Agote. El público adulto no se quedó afuera, porque también pudo disfrutar de un ciclo de encuentros. La propuesta del club ofrecía música, cuentos y Vermú un sábado al mes, con la participación de la artista Amaia López, que forma parte del colectivo cultural itinerante La Bartolina. A la hora de convocar a los adultos, el club funcionó como un espectáculo que enlazaba cuentos y música. Cuando el espectáculo terminaba, se desarmaba el escenario y se abría la ronda para que pueda contar y cantar quien tenía ganas de hacerlo. “En estas ronda, la palabra y la calidez circulan, y es ahí cuando se produce el verdadero encuentro. Esa es la intención del club y de los colectivos culturales que trabajan para que la cultura llegue a todos lados porque es un derecho”, sostiene Romero.
Las rondas no llegaron a su fin, porque estas experiencias del año pasado impulsaron a los miembros del club de cuenteros a postularse a un subsidio de la Fundación Williams. La organización les otorgó el apoyo financiero solicitado a través de la biblioteca popular que los aloja, con el cual se garantizará durante este año la permanencia del ciclo de cuentos, cantos y rondas.
Para aquellos que aun dudan de sumarse al club, los cuenteros proponen una previa para que la gente puede enterarse de qué se trata. Este sábado por la tarde organizan un picnic cuentero en la plaza Alberdi. “la idea es mantita, mate, ronda y llevar un cuento para compartir, porque lo importante es encontrarnos y que circule la palabra” dice la cuentera, y destaca que uno de los lemas del club es llevar los cuentos donde haga falta, y las plazas es uno de esos lugares donde tienen que estar.
Los interesados en inscribirse al club de cuenteros deben completar un formulario disponible en cucharaclown en Instagram. Para más información escribir a [email protected] o al whatsapp 3413522329.
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