“He llegado a creer que las preguntas nunca están equivocadas, sino las respuestas. También creo, sin embargo que no preguntar es la peor respuesta de todas” / Zygmunt Bauman.
Dibujo: Chachi Verona
“He llegado a creer que las preguntas nunca están equivocadas, sino las respuestas. También creo, sin embargo que no preguntar es la peor respuesta de todas” / Zygmunt Bauman.
La Escuela Itinerante del Agua, Clima y del Consumidor —de la Cátedra del Agua y del Centro Interdisciplinario del Agua de la Universidad Nacional de Rosario (UNR)— es una herramienta educativa ambiental novedosa con praxis de campo donde el saber vuela en y con distintas propuestas a construir entre todos. Se trata de un proyecto pedagógico en el que profesores, especialistas, referentes de la ciudadanía realizan cursos y jornadas de capacitación abiertos, libres y gratuitos sobre estas temáticas de manera itinerante en distintos puntos de la ciudad, como vecinales, clubes y distritos municipales, entre otros lugares.
En esta propuesta la participación de los estudiantes es basal. Se construye desde lo heterogéneo. Insistir en la homogeneidad es no entender la fragmentación que está dejando la pandemia. Es la diversidad de tiempos y territorios los que nos invitan a ampliarnos, no para ser epígonos sino para asumir nuevas realidades, para transformarlas.
La Escuela es apoyada por el rector de la UNR Franco Bartolacci y por los decanos Gustavo Marini (Ciencia Política) y Alejandro Vila (Humanidades). También por la presidenta del Concejo Municipal, María Eugenia Schmuck; Antonio Salinas (Oficina Municipal del Consumidor) y por el ambientalismo universitario sindical del Movimiento Sindical Rosarino, a través de Alberto Botto (Luz y Fuerza) y Walter Palombi (Empleados de Correos y Telecomunicaciones).
Este proyecto pedagógico comunitario busca, a partir de la itinerancia educativa, aportar para una comunidad en armoniosidad. Pero la armonía se construye no solo con una educación de memorización, práctica y compromiso social, sino a través de la pedagogía de la pregunta horizontal y vertical.
Esta visión de itinerario educativo de la dirección de la Cátedra del Agua y del Ceia es multilateral, y con vinculación popular con las distintas cartografías personales y espaciales que buscan ir al encuentro de las personas de diversas edades y lugares para una pedagogía de la construcción de una comunidad del buen vivir en armonía. La armonía es una tarea educativa, no solo económica.
Nos valemos del ambientalismo inclusivo de la educación, que nos señala la importancia en expansión que implica para los estudiantes y para el maestro el fenómeno educativo. Donde el todo supera la funcionalidad de las partes. Cada vez más éste fenómeno se torna multilateral, donde el poder académico tiene que ir cediendo en clave de horizontalidad con respeto del conocimiento asistémico del estudiante. El poder académico, para democratizarse aun más, tiene que abrirse para legitimarse, con integración y horizontalidad ordenada, no entrópica, con los estudiantes. El ambientalismo inclusivo de la educación nos está reclamando desde la otrora Reforma Universitaria, aún vigente, avanzar en estas nuevas emancipaciones para lograr armonías en la comunidad.
La itinerancia educativa nos habilita con su horizontalidad, diversidad y complementariedad entre el saber académico y el saber popular, a superar la binariedad del antiguo pensamiento. Donde la prevalecencia de un saber era a costa del otro. No es así. Se supera el laberinto oscuro de la binariedad de los conocimientos, solo por arriba. Es desde arriba donde se puede mirar las mejores frutas del saber, pero sin desechar a las otras. La relación binaria ha caducado y no nos ha llegado la notificación. La salida es la construcción del saber que sabe que necesita de los otros saberes formales y no formales, académicos y no académicos.
La itinerancia educativa va al encuentro de la diversidad de saberes, sin secundarizaciones caducas de otras épocas. La feudalización del saber es una geografía que ya no tiene mapa en el futuro.
Es en lo concreto que se ve la universalidad, en el detalle gravoso que el agua no llega a los barrios populares, que el racismo ambiental impide el pleno desarrollo de la juventud, que la discriminación de género hace estragos en la pobreza e indigencia de agua y que el consumismo que nos consume, y deja sin consumo necesario a muchas personas necesitadas. Necesitamos la pedagogía de la pregunta para conseguir más interpretación, para entender y entendernos. Para superar las biografías personales y construir proyectos colectivos para una comunidad con armonía. Hacia esa morfología navega la itinerancia educativa.
Hemos logrado como humanidad procesos cognitivos de memorizaciones, pero los estudiantes también reclaman la libertad de interpretaciones. Nos falta más interpretación de la diariedad y para ello la sociología de lo cotidiano nos sindicará los dispositivos para analizar. La memorización sin interpretación nos vacía. Poco sabremos interpretar de la realidad que nos rodea cuando no tenemos escuelas que nos enseñen las primeras herramientas para conocernos a nosotros mismos. Ello no es óbice respecto a la existencia de los ámbitos profesionales pertinentes. No se puede recluir la subjetividad en su totalidad en la intimidad de un diván. La pedagogía de la pregunta viene en ayuda a esta escuela. Preguntar construye innovaciones y mueve revirtiendo la comodidad de la zona de confort que nos fagocita a todos. Preguntar es transformar.
La Escuela Itinerante intenta realizar una cartografía de navegación, que permita horizontalizar los saberes, democratizar aun más el poder académico y fundamentalmente lograr más justicia social ambiental. Lograrla, es la mayor fuente de construcción de autoestima de las personas estudiantiles. Sin ella, es muy difícil que el otro exista. Fundamental para un futuro comunitario en armonía.
Por Walter Palena
Por Delcia Karamoschon