Bradley Cooper es uno de los actores más prolíficos de la industria. El intéprete, que estará a partir de mañana en cartel por partida doble no le teme a los golpes de timón. Cooper estrena el jueves "Una buena receta" -compartirá la cartelera con con "Joy, el nombre del éxito"- en la que se interna en el mundo de la alta cocina, especialidad que cada día tiene más fans y que está presente tanto en programas de televisión como en el cine, y en la que el prestigio máximo se mide con las famosos Estrellas Michelin.
Aunque este año no recibió ninguna candidatura al Oscar -algo que sí ocurrió en 2013 con "El lado luminoso de la vida" y en 2014 con "Francotirador"- Cooper deja de lado los trastornos sicológicos de la primera y la rudeza de la guerra de la segunda, para ponerse en la piel de Adam Jones. Americano en París, lo tenía todo y lo perdió en medio de varios escándalos de adicciones y financieros, pero ahora, aunque maltrecho, intenta recuperar su lugar.
Cooper no era un novato en la cocina cuando asumió el papel del chef premiado con dos estrellas Michelin Adam Jones. Creció en el seno de una familia amante de la comida cerca de Filadelfia. Descendiente por parte de su madre de apellido Campano de inmigrantes italianos, algunos de sus recuerdos favoritos son de su abuela haciendo pizza, pastel de queso y ravioles caseros.
En esa ciudad, antes de que en 1999 tuviera una oportunidad en la serie "Sex in the City", fue asistente de camarero en un restaurante griego, mozo en un lujoso establecimiento cerca de la Universidad de Georgetown, y ayudante de cocina en un local de comida italiana y de mar en Somers Point, Nueva Jersey.
Un día, recordó, cortó y limpió 620 pollos y nueve cajas de pimientos y además hizo masas y salsas. Pero no le contó nada de esto a nadie cuando comenzó a codearse con cocineros del calibre de Michelin para prepararse para el rol.
"No les hubiera interesado", dijo Cooper, riendo. Además, necesitaba poner manos a la obra si iba a interpretar de manera creíble a este importante chef en busca de una tercera estrella de Michelin. No iba a poner a prueba de profesionales el dominio que tenía hasta el momento del cuchillo de cocina.
En "Una buena receta", Adam Jones no es solo un erudito en la comida; también tiene un problema de adicción que lo apartó del mundo de la alta cocina. Aunque el problema está bajo control por el momento, su temperamento es otra historia.
Cooper se entrenó con Claire Smythe, chef ejecutiva del restaurant "Gordon Ramsay", en Londres, que tiene tres estrellas de Michelin por sus "muchos, muchos servicios", dijo el director John Wells. "Todos los actores tuvieron que pasar tiempo aprendiendo de este arte, no lo suficiente como para servir 100 platos, pero sí como para no parecerles ridículos a otras personas que saben de esto".
Cuando llegó el momento de filmar, optaron por la autenticidad sobre la artificialidad: rodaron en una verdadera cocina y prepararon platos de verdad. Cualquiera que no fuera un actor era de hecho un cocinero de un restaurante reconocido por Michelin, y el presentador del programa de la BBC "Master Chef" Marcus Wareing estuvo detrás de cámaras, tanto diseñando los menús como supervisando la técnica de todos.
Los actores sintieron el estrés y el dolor que implica trabajar en la cocina, a veces literalmente, con cortadas y quemaduras. "Qué dulce. Pasé la mitad de la película con los ojos irritados. Todo era de verdad. Para un actor, eso es increíble. No hubo dobles. No se insertaron las manos de ninguna otra persona", dijo Cooper. "Soy yo siempre, para bien o para mal".
La seriedad con la que Cooper abordó el papel le recodó a Wells una actriz con la que había trabajado no hacía mucho: Meryl Streep. Relató que se presentó a una lectura de "August..." y Streep ya se estaba saliendo del libreto.
"Todos los demás estaban como «eh, ah, es algo así, ¿no?». Y lo mismo pasó con Bradley", dijo. "Bradley es tan apuesto que la gente no se da cuenta de lo inteligente que es, intensamente inteligente. Cuestiona las cosas y más vale que uno y los demás estén preparados".
Cooper no ha parado un segundo últimamente. Filmó "Una buena receta" justo después de haber terminado "Francotirador", por la que recibió una tercera nominación al Oscar al mejor actor (ha recibido dos como protagonista y una por un papel de reparto), y justo antes de su trabajo nominado al Tony en Broadway en una puesta de "El hombre elefante".
Y "Joy, el nombre del éxito" fue su tercera colaboración con el director David O. Russell. La película aspira a un Oscar para su protagonista y habitual partenaire de Cooper, Jennifer Lawrence, en la categoría mejor actriz protagónica.
"No fui gran parte de «Joy», pero es increíble; me encanta el papel que (Russell) me pidió que interprete. Creamos a un tipo que nunca antes había hecho, ritmos diferentes. Con David todo se reduce al ritmo. Es algo hermoso".
El equipo de los sueños y del éxito
Con sus propias ambiciones de dirigir en el horizonte, Bradley Cooper también ha estado usando sus proyectos recientes como una oportunidad para aprender mientras decide cuál será su ópera prima. Este año se habló de hacer una nueva versión de “Nace una estrella”. También produjo la mayoría de sus últimos proyectos, incluyendo “Sin límites”, “Francotirador”, “Escándalo americano” y “El lado luminoso de la vida” que marcó una nueva colaboración con el dream team que forma con Jennifer Lawrence y el director David O. Russell. De hecho Russell lo tomó bajo su tutela. “Fue como ir a la escuela de cine”, dijo Cooper.