Solé se llevó la mayoría de los flashes en la obtención de la Superliga italiana con Trentino
El central rosarino nacido en Club Sonder consiguió hace algunos días, con Trentino, nada más y nada menos que el campeonato de la Superliga italiana, uno de los torneos más prestigiosos del vóley internacional.
20 de mayo 2015 · 01:00hs
No es exagerado decir que los logros de Sebastián Solé no sorprenden. Sin embargo, no se puede menoscabar el impacto que producen. El central rosarino nacido deportivamente en Club Sonder consiguió hace algunos días, con Trentino, nada más y nada menos que el campeonato de la Superliga italiana, uno de los torneos más prestigiosos del vóley internacional. Y lo hizo con una actuación brillante, tanto a lo largo de la temporada, en la que siempre fue titular, como en la instancia definitiva. De yapa, Solé se llevó la foto de tapa al marcar el punto definitivo y consagratorio ante el siempre poderoso Módena: "Es algo tan grande lo que conseguí que creo que todavía no me doy cuenta. Sé que es grande, tanto para mí como para mi familia y mis amigos que están en Argentina, pero no mucho más. Además creo que pasó mucho tiempo sin que un argentino lo lograse", le dice a Ovación algunas horas después de la celebración. La adrenalina aún está en el cénit. Mientras habla por teléfono desde la ciudad de Trento algún compañero lo interrumpe bromenado, él lo putea, un poco en español, otro poco en italiano. Se ríe y pide disculpas. Están dadas. La exaltación es total. Solé, otra vez, hizo historia, aunque no lo dimensione.
Cuando habla con este diario a Sebastián le falta un dato, aunque tiene una idea. Conoce que está ante un logro histórico, pero no tiene precisiones. Se refiere a esto: fue partícipe del cuarto título en la vida de uno de los clubes italianos que vive al vóley con mayor efervescencia, lo logró ante uno de los cucos de cada edición y hacía mucho que un argentino no estaba en semejante conquista. Mucho son 18 años. Aquella vez fue, coincidentemente, otro rosarino: Juan Carlos Cuminetti. Aunque entonces Nacho, ex opuesto de la selección nacional, vestía los colores de Módena, al que Trentino venció en la definición por 3 a 0 (26/24, 25/20 y 25/19) como visitante. Para Seba conseguir un campeonato en Italia era una de las grandes motivaciones, el sueño por el que hace dos años dejó Bolívar, su último club en Argentina, para probar suerte en Europa. Lo que no esperaba era que ese logro llegase a tan sólo dos años de su arribo: "Ganar algo era uno de mis objetivos, el campeonato, la copa... Pero pasaban los partidos y ese objetivo se veía cada vez más cerca. Entonces sí, el objetivo era el campeonato".
El crecimiento deportivo del rosarino, desde que empezó a mostrarse en la Liga Argentina A con Sonder, fue vertiginoso. Desde un tiempo antes ya formaba parte de los selecconados argentinos juveniles. Creció en los clubes, especialmente en Bolívar, donde obtuvo varios campeonatos y se consolidó en la selección mayor. Pero sólo tiene 23 años. La experiencia y la calidad técnica lo llevaron otra vez al podio. Poco a poco se convirtió en una referencia de juego en cada equipo que integró. Incluso en Trentino. Y la postal más clara y fiel a esa confianza que genera el juego de Solé la entregó el último instante del partido ante Módena. Corría el tercer ser y el marcador estaba 24 a 19 a favor de los de Trento. Saque, un ataque débil, un bloque sucio y la pelota que le queda al armador Simone Gianelli. ¿Y a quien le da la posibilidad de tercer toque Giannelli? Nada menos que a Sebastián, que no duda sobre el centro, clava el ataque dentro de los 9 metros rivales y hace estallar el estadio, para la alegría de toda una ciudad. Sabe Solé, que esta suerte, también es producto de la enjundia que les pone a cada uno de los días que le dedica al vóley: "El año pasado ya fui titular y este, aún con nuevo entrenador, me mantuve en cancha, creciendo desde el principio, es una experiencia muy linda la que viví esta temporada. Jugamos la final de la Superliga y la Copa Europea. Es una experiencia que no había tenido, la de jugar partidos tan importantes. Está bárbaro, se hizo historia, tuve la suerte de estar acá pero también es trabajo y sacrificio. Estoy contento por eso", relata.
Italia es hoy uno de los sitios más competitivos en los que se puede aspirar a estar, tanto como Rusia o Polonia. Y más allá de que el fútbol sea el amplio dominador de las pasiones, el vóley hace lo suyo. Sobre todo en lugares como Trento. Cuenta Seba que tras la consagración la gente se congregó en la Plaza Central para festejar con el equipo. Cada uno fue presentado y ovacionado, al mejor estilo futbolista europeo. "Es terrible cómo vive el vóley la gente de acá. Trento es una ciudad chica y este deporte es una de las cosas más importantes que le pasan. Vi a la gente muy contenta, siguiendo toda la campaña del equipo, incluso de visitante, se vivió un muy lindo clima con festejos muy divertidos", dice Solé. Y abunda sobre la "popularidad" de los jugadores de vóley: "Sí, la gente te reconoce en la calle, y más cuando andás en el auto ploteado con el nombre y la bandera del club (risas). Pero ojo, los medios nos siguen y la gente, muy aficionada, también mete presión cuando te ve en la calle (más risas)".
Mientras hace camino al andar Solé crece. Mucho más allá de sus 2,02 metros. El aprendizaje es un bagaje que no tiene precio: "Este año la verdad es que crecí mucho, especialmente en cuestiones de la cabeza. Aprendí muchísimo más allá de la técnica. Aprendí que se requiere paciencia, humildad y mucho sacrificio. En mi caso, el de dejar muy lejos a mi familia", dice, aunque no se lamenta. Cuando los logros se suceden así no hay reproche posible. Tan próspero es el presente y tanto lo que queda por recorrer que Sebastián no tiene tiempo de mirar lo que ya hizo. Ni acostumbra: "Es cierto que todo en mi carrera se fue dando muy rápido, pero para atrás no miro nunca. Siempre miro para adelante, hacia nuevos objetivos. Trato de disfrutar al máximo cada cosa que me toca vivir", remarca. Y para qué va a parar. Si no hay cosa más linda que ver la pelota en juego. Más adelante quizás tenga ganas de ver la historia grosa que está escribiendo. Aún, a los 23 años.