Caracas. — El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, definió ayer a la oposición como "una enfermedad", en una escalada verbal que se suma a la serie de medidas coercitivas que tomó su gobierno contra sus adversarios.

Caracas. — El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, definió ayer a la oposición como "una enfermedad", en una escalada verbal que se suma a la serie de medidas coercitivas que tomó su gobierno contra sus adversarios.
En momentos en que el líder izquierdista es criticado por organismos de derechos humanos internacionales por acosar a sus adversarios políticos, Chávez diagnosticó ayer que estos están afectados por "escualidismo". Según el coronel, los síntomas son que la oposición se alegra de las malas noticias, como la gravísima crisis eléctrica, que amenaza con dejar a oscuras al país. "Lo que para la patria es malo o puede ser malo, para ellos (la oposición) es bueno, se alegran. Es una enfermedad. Ser escuálido es una enfermedad que requiere tratamiento especial, aunque no sé si tiene cura", dijo Chávez en un acto por un programa social de salud. "Lo podríamos llamar «escualidismo». Una enfermedad grave, compadre", agregó, vestido con una camisa verde oliva y aplaudido por centenares de los llamados "médicos integrales comunitarios" que trabajan en la Misión Barrio Adentro, el principal plan social de su régimen y que se sostiene gracias a la ayuda sanitaria de Cuba. Chávez viajó ayer a la isla, para encontrarse brevemente con el presidente Raúl Castro, el principal aliado de Chávez en la región caribeña.
Chávez aseguró que las recientes lluvias están deteniendo la caída del nivel de los embalses y alejan la posibilidad de un colapso del sistema eléctrico. La crisis energética ha mellado fuertemente los índices de popularidad del mandatario populista, que por primera vez en siete años está por debajo del 50% cuando faltan cinco meses para las elecciones parlamentarias para la Asamblea Nacional, actualmente dominada por los partidarios de Chávez.
Además, una economía en fuerte recesión, con la inflación desatada a niveles récord en América latina y una criminalidad en auge, han avivado las esperanzas de la oposición de lograr un resultado que equilibre las fuerzas en el Legislativo, donde Chávez ha fraguado algunas de sus leyes más radicales para llevar a Venezuela hacia lo que designa como “el socialismo del siglo XXI”, y que sus adversarios consideran simplemente como una dictadura apenas encubierta.

Por Carina Bazzoni