Es intención de la Fundación Logosófica sumarse a los homenajes que en todo el mundo le rinden a ese gran ser humano que fue Nelson Mandela; grande porque protagonizó una vida que, al conocer sus alternativas, conmueve por el bien que generaba e inspiraba en su entorno. Fue un gran hombre porque pudo cambiar el destino de su país, promoviendo la unión entre sus habitantes, superando diferencias que los separaban. Grande también porque mantenía coherencia entre palabra y acción; las citas que de él se propagan encierran verdad porque, lejos de ser enunciados teóricos, son resultado de su experiencia de vida. Así, asombra y admira a la vez que haya dicho: “Mientras salía por la puerta hacia la entrada que me conduciría hasta la libertad, sabía que si no dejaba mi amargura y mi odio atrás, todavía estaría en prisión”. ¡Qué bien comprendía que los enemigos que más podían afectarlo eran los que estaban en su interior! ¡Qué bien entendía que para ser tolerado debía comenzar por tolerar! Valioso ejemplo deja para la humanidad: que es posible encontrar afinidad aún con quienes estamos enfrentados por algún motivo. El arquetipo que forjó muestra que es posible concretar ideales que dignifican al ser humano. Deja así un recuerdo merecedor del mayor de los homenajes. Tal como ha sucedido con otras personas memorables que lograron cambiar el destino de pueblos enteros, el recuerdo de Nelson Mandela seguirá obrando como inspiración para futuras generaciones.
































