Hoy día existe una enorme diferencia de educación entre quienes ocupan cargos jerárquicos en algunas empresas y los egresados de distintas universidades que quieren insertarse laboralmente. Cuando éstos empiezan a cumplir las funciones que les encomiendan los superiores se encuentran con jefes ordinarios, irrespetuosos, mediocres, poco comunicativos, que no pueden mantener una conversación fluida, escasos de formación profesional, insensibles, con enormes problemas para relacionarse con los demás. Allí se pueden apreciar las consecuencias de quienes se formaron en las diversas instituciones académicas y de los que nunca leen siquiera un diario. En determinadas empresas es increíble cómo alguien llega a un cargo superior solamente por su trayectoria en la compañía, y no se tienen en cuenta sus antecedentes académicos. Ni qué decir también de su comportamiento en el pasado. Este es un tema para analizar y debatir, aunque se le resta importancia. Muchas veces, es insoportable el maltrato, el hostigamiento en el ámbito laboral. Las personas que ocupan un lugar de privilegio en ciertas empresas distan de saber acerca de las relaciones interpersonales, de la cordialidad, en realidad no han recibido la educación adecuada y entonces apelan a los gritos para que se comprenda cuál es la tarea que deben desarrollar sus súbditos. Es uno de los tantos problemas que tienen miles de argentinos de la edad adulta. Sus antecedentes, quizá, no hayan sido los mejores respecto a educación. Al observar sus actitudes, uno puede darse cuenta de que no aprendieron o no les enseñaron los buenos modales desde la infancia, fueron criados en un ambiente familiar donde abundaron seguramente los agravios, descalificaciones de sus padres; con el agravante de una insuficiente formación intelectual producto de no haber asistido a estudios superiores. Dado estos indicadores, al llegar a la adultez ponen en práctica experiencias del pasado. En consecuencia, es común que salgan a la luz serias complicaciones para comunicarse correctamente con los semejantes. Por eso, actualmente vemos a mucha gente que responde o se expresa pésimamente ante sus pares. Esas son las notables diferencias entre personas con una elevada formación académica y personas a las que la vida, o vaya a saber uno qué situación del pasado, le ha asestado duros golpes que fueron marcando una personalidad determinada ligada al maltrato psíquico constante hacia los demás, al grito en lugar de la conversación, a la falta de respeto... Este es un problema muy serio que debiera ser tenido en cuenta por todos nosotros. Sin embargo, pasa inadvertido.