Era un duelo de titanes. Tanto Duendes como Jockey Club confluyeron en la semifinal con pergaminos que lo hacían justos acreedores a ese lugar. Ambos llegaban invictos y el partido de ayer se presentó como una verdadera final, (más allá de que el cartel marque que era una semi). Y como tal sobraron los dientes apretados, los errores y hubo adrenalina al por mayor, cosas que quedaron en un segundo plano porque lo que verdaderamente importó fue el resultado. Mañana muchos ya se habrán olvidado que Duendes no jugó bien y que Jockey, con mucho amor propio, estuvo a punto que quitarle la gorra. La historia dirá, lisa y llanamente, que el verdinegro se impuso 23-17 y se ganó un lugar en la final del Torneo del Interior.
Los primeros cuarenta minutos tuvieron los condimentos de una verdadera final. Fue un partido cerrado, chato, con pocas emociones.
De movida Jockey intentó posicionarse en campo rival, para lo que el pie de Gonzalo Crespi fue fundamental. El apertura de Jockey empezó a mover los hilos y Duendes tuvo varios minutos para salir de esa incómoda situación. Como si se hubieran cambiado los roles, Jockey empezó a tener la iniciativa en el ataque y Duendes a defender. Por ese entonces todo fue muy parejo.
Pero promediando el primer tiempo hubo una bisagra en el partido. Crespi tuvo que dejar la cancha, pasando Baetti a ocupar el lugar de apertura. Este cambio hizo que el partido variara también su forma ya que Jockey no jugó igual tácticamente, aunque siguió fiel a su libreto. Así, antes de la media hora, el verdiblanco, que jugó mucho sobre el error de su rival, aprovechó una pelota recuperada para establecer la primera conquista. Ramiro Baronio pateó una pelota que quedó boyando en un ruck y armó una contra letal que dejó a toda la defensa verdinegra a contrapierna y sin poder hacer nada. El verdinegro acusó el golpe y reaccionó. Empezó a tener más la pelota y con ella a jugar. Se lanzó al ataque y empezó a martillar sobre la última línea. En tanto Baronio, el motorcito de Jockey, vio la tarjeta amarilla y le abrió la puerta a Duendes para que empezara a sumar. Simón Boffelli llegó al try antes del final del capítulo y el tricampeón del Litoral se fue al descanso ganando 13-10. Con ese resultado el partido estaba para cualquiera, pero el dueño de casa siguió usufructuando el hombre de más y siguió estirando las diferencias. Araujo quebró la linea de ventaja y habilitó a Carrió, quien corrió pegado al touch y detuvo su marcha en el ingoal verdiblanco para marcar un 20-10 que, por lo expuesto, parecía irremontable.
Pero no fue así, Jockey volvió a herir, jugando nuevamente sobre el error ajeno. Dan Isaack sacó a relucir sus dotes de tryman y de contra achicó las diferencias.
Jugado, el equipo de Fisherton fue por más, aprovechando el desconcierto de un Duendes que hizo todo al revés de lo que indicaban los manuales. Así, un partido que tenía controlado, al Fantasma se le complicó y terminó sufriendo. El final fue no apto para cardíacos porque pudo haber sido para cualquiera. Pero fue para Duendes, que hasta el pitazo final cuidó con uñas y dientes una victoria agónica, pero justa.