El Papa Francisco criticó ayer las incoherencias de la Iglesia, a las que atribuyó la "pérdida de fe" de los fieles, e instó a los peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) a "no rezar mucho sino ser un testimonio vivo", en lo que fue una jornada nutrida en la que también se reunió con menores en conflicto con la ley.
Jesús se une a los jóvenes "que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven el egoísmo y la corrupción" y a los que perdieron "su fe en la Iglesia, incluso en Dios, por la incoherencia de los cristianos y de los ministros del Evangelio", dijo Francisco en Copacabana, tras asistir a una multitudinaria representación del Vía Crucis.
"¡Cuánto hacen sufrir a Jesús nuestras incoherencias!", agregó.
Aludió además a "todas las personas que sufren hambre en un mundo que, por otro lado, se permite el lujo de tirar cada día toneladas de alimentos"; a los que son perseguidos "por su religión, por sus ideas, o simplemente por el color de su piel"; y a "los padres y madres que sufren al ver a sus hijos víctimas de paraísos artificiales como la droga".
Durante su quinto día de estancia en Brasil, que culminó en la famosa playa carioca ante un público de un millón y medio de personas, el pontífice mantuvo un encuentro reservado con menores delincuentes, el tercero y último de los programados por él en su primer viaje internacional para reunirse con "los jóvenes que sufren".
Las dos reuniones anteriores se centraron en la visita a un centro de recuperación de drogadependientes y en la visita a la favela Varginha, la comunidad más pobre de Río.
Según informó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, durante el "emotivo" encuentro con los jóvenes infractores el Papa rezó un Padre Nuestro en memoria de los ocho niños y adolescentes de la calle asesinados hace dos décadas en Brasil, delante de la iglesia Candelaria, una de las más importantes de Río de Janeiro.
Los chicos que tuvieron la oportunidad de encontrarse con Francisco le regalaron una cruz y un "gran rosario", cuyas cuentas traían los nombres de los niños y adolescentes asesinados mientras dormían por un grupo de exterminio integrado por policías. Con ese rosario Francisco hizo una oración repitiendo "Nunca mais violencia, só amor" (Nunca más violencia, sólo amor) y "Candelaria nunca mais" (Candelaria nunca más).
La jornada incluyó una reunión con 12 jóvenes de Argentina, Australia, Brasil, Colombia, Francia, Estados Unidos, México, Nueva Zelanda, Portugal, Rusia y Sri Lanka, con quienes compartió un almuerzo durante el cual los instó a que actúen en su entorno, además de destacar que sólo la compasión acerca a Dios.
"Nos hizo una pregunta y pidió que la respondiéramos orando: ¿Por qué están hoy aquí? ¿Por qué hay jóvenes muriendo de hambre en la calle? ¿Por qué hay personas inocentes sufriendo? Cuando tengan una respuesta a esto y sientan que su corazón empieza a llorar, ahí van a estar más cerca de Dios", relató Marcelo Galeano, oriundo de La Paz, Entre Ríos, el único argentino elegido para el encuentro (más información página 23).
El Papa también aconsejó a los jóvenes "actuar en la comunidad" y "no rezar mucho, sino ser un testimonio vivo".
En su última actividad, en una Copacabana atiborrada de fieles que lo acompañaron en un paseo en papamóvil por la avenida que bordea la playa regalándole todo tipo de objetos, Francisco mencionó en su discurso a las 242 víctimas del incendio en la discoteca Kiss, en el sur de Brasil, que eran en su mayoría jóvenes universitarios.
Las palabras del pontífice fueron pronunciadas ante un público mayoritariamente formado por jóvenes de Brasil, un país donde la proporción de católicos está en firme descenso desde la década de 1970, y actualmente se reduce a un 64,6 por ciento de la población, según el último censo demográfico.
Fue la segunda alusión de Jorge Mario Bergoglio a lo que considera debilidades de la Iglesia actual desde que llegó a Río para comandar la JMJ, que terminará mañana en la ciudad brasileña.
La primera referencia al tema la hizo anteayer, en un discurso improvisado ante unos 5.000 jóvenes peregrinos argentinos, cuando instó a la Iglesia a abandonar las posiciones de "comodidad" y "clericalismo" y a hacer "lío" y a que "salga a la calle".
"Quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera. Quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos".
Antes de que se iniciara la fiesta en la playa, el Papa leyó una oración en la que rogó que los jóvenes puedan ser "los evangelizadores que necesita la Iglesia en el tercer milenio".
La representación del Via Crucis también tuvo contenido social, ya que en cada una de las estaciones uno de los participantes relataba los sufrimientos de Jesús, mientras que otro pedía la ayuda divina para la gente que, hoy, enfrenta problemas como la violencia, la drogadicción, la enfermedad y el encarcelamiento.
Al final de la representación, jóvenes de todos los continentes expresaron su deseo de que no siga progresando la tendencia actual "a la secularización", pidieron "rechazar las tendencias culturales que van en contra del evangelio.
La representante de América Latina rogó que los pueblos de la región "encuentren caminos para superar la injusticia y violencia".
El Papa presidirá hoy una misa en la catedral metropolitana, tras lo cual mantendrá un encuentro con empresarios, políticos y miembros de la sociedad civil en el teatro Municipal.