"Cruella", el origen de la maldad: Esa manía de enturbiar la felicidad
Personajes icónicos de los '60 y '70, como Batman, el Guasón, Superman o los Robinson, abandonaron el humor para volverse sombríos al llegar al cine a partir de los '90. El regreso de Cruella de Vil, protagonista de "La noche de las narices frías" y del filme que se estrena mañana, va en esa dirección
27 de mayo 2021 · 03:05hs
A mediados de los 60 “La noche de las narices frías” -o “Los 101 dálmatas” y ahora su precuela “Cruella”- era un cuento con tapa dura y en papel ilustración, un rompecabezas armado y desarmado mil veces y después una película que reproducía la ternura de dos perritos que sin saberlo confabulan para que una pareja se conociese. Ellos se casan y los dálmatas van a vivir juntos y así nacen los 101 cachorros. Los malos eran torpes y la villana, Cruella de Vil, era tan pero tan mala que daba risa. Lo mismo que sus ayudantes: uno gordito y otro flaco y alto y los dos muy torpes.
101 Dalmatians (1961) - 1991 re-release theatrical trailer [True HQ]
Otro personaje de la niñez, como Batman, tenía en el Guasón a uno de sus enemigos acérrimos. El Guasón respondía a las mismas características que Cruella y sus laderos: malísimo, sinuoso, nada confiable y muy retorcido y ese era el chiste: un tipo así no puede dar más que risa. Y Superman era un héroe ejemplar: recto, honesto, justo, valiente e inteligente.
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"Batman", la serie protagonizada por Adam West y Burt Ward, se estrenó en 1966 y tuvo tres temporadas. Ese mismo año se estrenó la película.
Para alimentar la maquinaria generacional, la industria rescató esos héroes del polvo del olvido para que los ¿disfruten? los hijos y los hijos de los hijos de quienes conocieron los originales. De pronto, Batman, el Batman de Adam West, ya no era el tipo que conocimos en los 60, pura acción y humor, con su capita y su gesto reflexivo. En algún momento se transformó en un Caballero de la Noche, oscuro, conflictuado y resentido. Robin, junto con su vestuario salido del bosque de Sherwood y sus comentarios ridículos, y por eso mismo graciosos, fue borrado de la historia: “¡Santo cuerno de caza, Batman!”, “¡Santas herraduras!” o “¡Santa sardina, Batman!” fueron frases absurdas que hoy huelen al calor de la cocina en invierno, una tele en blanco y negro y una merienda con Toddy y tostadas con manteca y azúcar después de hacer la tarea.
Batman: The Movie (1966) - Theatrical Trailer
Con el tiempo, Batman se enemistó con Superman. El héroe de Ciudad Gótica tuvo que poner a raya al ahora díscolo e imprevisible hombre de acero de Metrópolis y el Guasón se transformó en Joker, un tipo desagradable que en lugar de risa inspiraba temor.
Esa narrativa original de los héroes, que a su modo comunicó valores y principios que poblaron la infancia de una generación, se transformó en caos, traiciones o directamente locura. Algo así parece suceder con el rescate de la vieja y querida “La noche de las narices frías”, una película que invariablemente transporta al desaparecido cine Heraldo, al también desaparecido chocolatinero que voceaba el maní con chocolate, el helado y las galletitas Manón. Ahora “Cruella” intenta explicar por qué la mala de la historia lleva ese nombre y, según los adelantos, se transformó en una sociópata.
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Christopher Reeve protagonizó tres películas sobre Superman estrenadas sucesivamente en 1978, 1980 y 1983.
“Perdidos en el espacio” corrió la misma suerte. Aquella distopía futurista y monocroma de los Robinson deambulando por la galaxia explotaba el absurdo de esa familia que replicaba las rutinas de la Tierra en almuerzos familiares al aire libre en un planeta desconocido y rodeados de monstruos con un ridículo doctor Smith que en la remake se volvió siniestro.
Es difícil entender a qué público apuntan esas revisiones -Batman, Superman, Joker, Cruella o los Robinson-. Lo dijo Discépolo hace casi 90 años: “El mundo fue y será un porquería”, pero no existe un motivo para que los chicos lo sepan antes de tiempo. En su debido momento llegará -o no- la decepción. Mientras tanto, sería hermoso que los dejen en paz y que sean felices, que crean que un mundo mejor es posible.