Un niño brasileño de dos años fue víctima de torturantes ritos esotéricos a mano de su padre,
quien le clavó 42 agujas metálicas de entre cuatro y cinco centímetros de largo en distintas partes
del cuerpo. Algunas de las agujas han interesado órganos vitales.
El padrastro del pequeño, Roberto Carlos Magalhaes, un albañil de 30
años, confesó ayer a la policía que una amante suya le “ordenó clavar las agujas en el cuerpo
del niño”, según dijo el inspector de policía Helder Fernandes Santana.
Durante varias semanas, los dos clavaron las agujas en diversos lugares
del cuerpo del niño, en una serie de sesiones en la pequeña población nordestina de Ibotirama, dijo
Santana. “Según su propia confesión, actuó bajo la influencia de la mujer, pero fue él quien
clavó las agujas en el cuerpo del niño”, añadió.
El padrastro, su amante y otra mujer que participó de algunas sesiones
fueron arrestados, aunque aún no se han presentado cargos.
Un centenar de vecinos enfurecidos rodearon la comisaría donde se
encontraban los sospechosos anoche y arrojaron piedras al edificio. Rompieron una ventanilla de un
auto particular porque creían que los sospechosos estaban allí.
Efectivos adicionales llegaron para restaurar el orden y los sospechosos
fueron trasladados a otra cárcel para su propia protección.
Entretanto, el niño fue transportado a la unidad cardíaca de un hospital
importante en el nordeste del país porque dos de las agujas estaban cerca de su corazón, pero no
estaba claro cuándo podrían retirárselas.
Los cirujanos en la población de Barreiras, donde el niño estaba
internado desde el domingo, resolvieron no intentar retirarlas por temor a provocar más daños.
Los médicos contaron 42 agujas en el cuerpo del niño, que se encontraba
en condición estable en la ciudad de Salvador después de un vuelo de 390 kilómetros.
La vocera del hospital, Susy Moreno, dijo que al niño (que está en una
unidad de cuidados intensivos) se le estaban haciendo análisis y una evaluación general.
La madre, una empleada doméstica, lo llevó a un hospital de Ibotirama el
10 de diciembre porque el niño se quejaba de dolores. Tres días después, cuando la radiografía
reveló la existencia de las agujas, los médicos lo trasladaron a un hospital más grande en
Barreiras.
El padre del pequeño, Gessivaldo Alves, dijo que creía que su hijo había
sido víctima de un rito de magia negra.
Dijo que visitó la casa donde vivía el niño y encontró artefactos que se
podían usar en esos rituales, sin aclarar qué eran.l (AP)