El economista Federico Zirulnik, del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso), señaló que el acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) permite “patear los vencimientos” que operan con el organismo durante este año y ayuda a despejar el panorama hasta las elecciones de octubre. Sin embargo, aclaró, “no resuelve los problemas de vulnerabilidad externa y drenaje de reservas” que tiene la Argentina.
Zirulnik explicó que el compromiso de girar u$s 7.500 millones garantiza dos desembolsos que tenía que hacer el FMI en agosto y septiembre para pagar sendos vencimientos de deuda con el propio organismo, de acuerdo al cronograma pactado cuando se refinanció, en 2021, el crédito de u$s 45 mil millones que tomó Mauricio Macri. Si el Fondo trababa esas transferencias, el gobierno se hubiera visto obligado a hacer esos pagos con reservas que no tiene.
La clave para destrabar esos fondos fue que el organismo “perdonó” a la Argentina por incumplir las metas fiscales, monetarias y de acumulación de reservas comprometidas para la primera mitad del año. Se trata del período correspondiente a la quinta y sexta revisión trimestral del Fondo Monetario Internacional.
Las nuevas metas
Contemplando el efecto de la sequía sobre la economía argentina, el organismo acordó revisar esos objetivos de política económica para 2023. “Lo más sustancial es la modificación en la meta de acumulación de reservas netas que pasó de u$s 8.000 millones a u$s 1.000 millones”, destacó Zirulnik durante una entrevista con el programa radial “La Banda Cambiaria”. En cambio, no modificó las metas de déficit fiscal primario, que se mantienen en el 1,9% del PBI.
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Esta problemática tiene su origen en el préstamo por 45.000 millones de dólares que pidió el gobierno de Mauricio Macri y que dejó como herencia a la actual administración.
“En 2021 el país acordó un préstamo de aproximadamente u$s 45.000 millones para pagar el préstamo que contrajo el gobierno anterior”, recordó Zirulnik. Esos fondos se desembolsan en forma paulatina, calzados con los vencimientos del viejo crédito. “A la Argentina le quedaban pendientes u$s 10 mil millones en 2023”, detalló economista.
Los u$s 7.500 millones a recibir calzan las operaciones de originalmente pactadas para junio y septiembre, y queda sujeta a la revisión de noviembre el desembolso para un pago de u$s 3.000 millones que vence ese mes.
Si el directorio aprueba este acuerdo, y se cumple, “por lo menos se despejan estos pagos pendientes hasta las elecciones de octubre y unos días más también”, señaló Zirulnik. Aun así, consideró “difícil” que el país pueda cumplir con estas metas de cara a fin de año.
El alivio coyuntural, aclaró el economista, no soluciona los problemas de fondo. “Argentina sigue teniendo problemas de vulnerabilidad externa, viene con reservas netas negativas hace varios meses y con un drenaje de reservas importante”, señaló.
Devaluación intermedia
Esa situación explica las medidas anunciadas a principios de la semana para desalentar algunas importaciones y estimular las liquidaciones provenientes de la exportación de maíz, a través de un nuevo dólar agro. Decisión, está última, que “parece estar teniendo éxito”, apuntó.
Aunque reconoció que el dólar diferencial para el maíz puede tener un impacto en los precios al consumidor, porque es un insumo clave de varias cadenas alimenticias, el economista del Ceso consideró que las medidas de Economía “deben analizarse en un contexto en el que la alternativa era aceptar lo que pedía el FMI, que consistía en una devaluación hecha y derecha, de una magnitud bastante mayor”.
En esa encrucijada, el gobierno “tomó una salida intermedia, que va a tener menor impacto en los precios del que hubiera tenido una devaluación del 20% ó 30%”.
Con este mar de fondo, Zirulnik estimó que “es casi un hecho que la economía va a caer durante el 2023” y estimó que ese descenso estará en el orden del 2% y 3%.
“Si se tranquiliza el factor cambiario y del sector externo puede haber mayor estabilidad con los precios en un piso de 5% ó 6%, con suerte, pero no alcanzará para recuperar lo que se perdió por la sequía”, dijo el economista.
“Si el año que viene la sequía desaparece y se puede volver al ritmo de exportaciones que habitualmente tenía Argentina, posiblemente la recuperación también sea bastante rápida”, concluyó Zirulnik.