De todas maneras, el beneficio “ha demostrado una capacidad importante para contener sobre todo la evolución de la indigencia en el período 2009 a 2015. A partir de allí se va observando un retraso creciente del poder adquisitivo de la asignación universal en el marco del proceso inflacionario, un deterioro y un golpe distributivo que en términos regresivos se dio en la Argentina durante la gestión de Mauricio Macri. Entonces, lo que se observa es que ya incluso la asignación tiene dificultades para frenar la evolución de la indigencia para impactar ciertamente sobre la cuestión de la pobreza”.
De hecho, según Lozano en el último año la indigencia prácticamente se ha duplicado en la Argentina: en el primer trimestre de 2018 estaba en torno al 4,9% y en la última medición del segundo trimestre de 2019 llegó al 8,3%, pese a que en marzo pasado se aplicó un 46% de aumento del monto del beneficio, y a la extensión de éste a monotributistas este año.
Así, desde 2015 “se ha ido minando la capacidad de este instrumento para contener el hambre y se ha transformado en un compensador que no está inscripto en una estrategia general de redistribución de ingresos, que es lo que debería caracterizar la aplicación de una propuesta es esta naturaleza”.
Fabio Gentili, ex concejal justicialista de Rosario y jefe de la delegación zona norte de Ansés en épocas de la creación e implementación de la asignación universal por hijo decretada en octubre de 2009, consideró que el beneficio “significó una revolución dentro de la seguridad social argentina porque fue la primera vez que el ciudadano no aportante en forma directa al sistema previsional fuera beneficiario. Digo en forma directa, porque hasta ese momento los beneficiarios eran solamente los trabajadores registrados que aportaban a la seguridad social.
El fondo con el cual se pagan todas las prestaciones no solamente se constituye por los aportes de trabajadores y patrones.; el 40% tiene una base impositiva, entre ellos el IVA que aportan todas y todos los ciudadanos”, explicó.
La aplicación de la AUH “también fue revolucionaria en el sentido de que la única ayuda que recibían los sectores populares hasta esa época era a través de los planes. Es una equiparación de derechos, porque mientras un trabajador registrado cobra el salario familiar, un hijo de un trabajador no registrado o desocupado cobra la asignación universal y, en contraprestación lo que tiene que hacer la mamá, que es generalmente quien cobra el beneficio, es demostrar todos los años que los chicos tienen una regularidad escolar y los controles médicos y vacunas al día, con lo cual este beneficio no es un gasto social sino una inversión social porque redunda en el mediano plazo en una sociedad con controles médicos y educación”, señaló el actual secretario de Acción Social del Partido Justicialista de Rosario.
Al respecto, Gentili recordó que “de por sí en los primeros tiempos de aplicación de la AUH aumentó en un 50% la demanda de los sectores populares en hospitales, salitas y centros de salud porque muchos de los pibes hasta esa época solo acudían si estaban enfermos y no tenían ni las vacunas. También la matricula escolar aumentó un 20%, fundamentalmente en el nivel inicial y secundario”.
Impactos
Para Lozano los impactos de la implementación de la AUH en la sociedad fueron varios. “Sin duda uno fue el económico, porque las familias contaron con la seguridad de que iban a tener un recurso mensual que, si bien no cubre las necesidades básicas, es un piso importante. En función de eso, muchas madres pudieron comprar por primera vez los lápices y las zapatillas para el inicio escolar, siendo que antes eso se daba a través de la ropa que le regalaban o el Estado que se lo daba. Significó que por primera vez en su vida tuviera una tarjeta de débito para hacer compras como cualquier trabajador registrado, lo que redundó en una valoración personal que antes no tenía”.
“Tanto la asignación universal, como los salarios y las jubilaciones perdieron en estos últimos tiempos mucho poder adquisitivo y hoy el beneficio es el único ingreso fijo que tienen muchas mamás que no tienen laburo informal ni en negro. Sin dudas lo ideal sería que ninguna cobrara asignación porque ella y el papá deberían tener trabajo registrado. Eso no se dio y esta cada vez más difícil”, señaló.
Explicó que, a nivel nacional, la cifra de beneficiarios de la AUH asciende y se mantiene en aproximadamente 3.900.000 “en un universo de 2 millones de mamás, con lo cual esa consigna de hasta tipo racista de que las mujeres humildes se embarazan para cobrar la asignación es mentira, porque el promedio da menos de dos hijos por cada una”.
Cálculo insuficiente
La creación e implementación de la asignación universal “fue muy positiva porque permitió que las mamás con los chicos tuvieran un ingreso real con el cual poder atenderlos. Fue una reivindicación que han peleado los movimientos sociales desde siempre y que el pueblo tiene que defender, pero también hay que reconocer que los montos que se manejan son insuficientes para dar cuenta de lo que se espera de eso, que es garantizar comida, educación y techo a un pibe. Pero esta política se complementa con la posibilidad de acceder al trabajo: queda como un paliativo, nada más. Es una medida de emergencia en un país que tiene más de un 30% de pobreza”, resumió Eduardo Delmonte, titular de la Corriente Clasista Combativa (CCC) de Rosario.
En ese sentido, el dirigente consideró que “tendría que haber un estudio concreto sobre lo que se pretende resolver, y que eso tenga un ajuste automático. No debería ser una negociación en la que el Estado decide si da más o menos, sino que debería garantizar que eso no se degrade”.
De allí que el economista Lozano considera que la actualización de los montos de la AUH, que “se hace en función de una fórmula de movilidad que de alguna manera actualiza por inflación, con seis meses de retraso, debería ajustarse en función de un conjunto de necesidades que en términos de bienes y servicios tiene cada pibe y que es justamente lo que calcula el Indec cuando establece la línea de pobreza”.
Réplica en el mundo
“En el mundo hay otros ingresos de ciudadanía que se practican en otros lugares, pero claramente Argentina tiene con la asignación universal una red social sumamente extendida. Y en ese sentido, es la más importante de América Latina”, aseguró Lozano.
Para Gentili, “la asignación universal en el caso argentino es un ejemplo que toman muchísimos países incluso hasta porque pasa por la seguridad social, y no por otro tipo de recursos. Y porque no solamente es una generación dineraria sino fundamentalmente una generación de derechos”, valoró.
Como contraparte, el ex concejal observó que “desde ciertos sectores con mucha ignorancia se plantea que fue una política prebendaria, o que se sostienen planeros, siendo que el gobierno macrista duplicó el número de planes y lanzó incluso el vergonzoso y fallido bono de 5 mil pesos y que la justicia electoral tumbó, porque lo lanzó en plena época electoral para repartir a los sectores populares”.
La AUH “cubre un hueco muy grande de necesidad y sin ese beneficio la situación social sería muy distinta: no tendríamos la tranquilidad que tenemos ahora previo a las elecciones”, analizó el líder de la CCC Rosario.
Recordó que, ya desde 2001, “el Estado fue tomando medidas en relación a lo social, ha tenido que reajustar políticas y contemplar algunas realidades al menos parcialmente. Eso permitió que de alguna manera estuviera contenida de este modo la bronca, la desesperanza. Es un piso que se fue logrando y eliminarla sería como quitarle el pan de la boca a la gente. Es impensado”.
De allí que “Macri no se atrevió a hacerlo porque ellos también han tenido que hacer concesiones en base a la lectura que hacían de la realidad de conflicto que pudiera darse. Por eso han tenido que maniobrar entre la emergencia social y ahora la alimentaria, no por convicción sino porque necesitan no alterar el nivel de tranquilidad para hacer pasar este ajuste. Aunque lo que te dan por un lado, te lo quitan por otro”, remató Delmonte.
Ingresos ciudadanos
Las asignaciones familiares y el Plan Jefe y Jefa de Hogar son los antecedentes de la Asignación Universal por Hijo. En América latina, en el comienzo del nuevo siglo, se extendieron también programas de cobertura a los sectores más vulnerables de la sociedad, como el Bolsa Familia, surgido en 2003 en Brasil y que llegó a tener casi quince millones de beneficiarios; el Progresa de México de 1997, luego reconvertido en Programa Oportunidades desde 2002; el Chile Solidario, también de 2002; el Juntos de Perú de 2005; y el Misión Mercal de Venezuela también de 2005.
Uruguay en 2008 había ampliado las asignaciones familiares incluyendo a familias que se desempeñaban en la informalidad, llegando a cubrir a todos los hogares con hijos en situación de pobreza.
También se habían replicado en Panamá (Programa Red de Oportunidades), Costa Rica (Avancemos), Nicaragua (Red de Protección Social), Colombia (Familias en Acción) y Honduras (Programa de Asignación Familiar). Todo esto sirvió de base para que en octubre de 2009 surgiera la AUH.
Universalizar derechos
Este tipo de asignaciones “significan el avance de modelos de política social que tienden a universalizar los derechos de ciudadanía por fuera de lo que en todo caso podría representar la situación laboral de cada persona”, señaló el economista Claudio Lozano. En ese sentido, en referencia a la realidad del mercado laboral argentino, observó que “prácticamente la mitad de la población laboral o bien se encuentra en situación de desempleo, o de informalidad o es asalariado no registrado”.
La AUH “terminó con un tipo de política social de coberturas de ciudadanía que estaban asociadas al empleo formal, es decir, el trabajador al ingresar a trabajar tenía derecho a la asignación familiar por su pibe y demás. Ahora, en el marco donde prácticamente la mitad no tiene empleo formal, cobra valor la puesta en marcha de políticas de alcance universal”.