En plena euforia de 2007, cuando el precio de la soja comenzaba una escalada que
la llevaría a niveles récord, el analista Fernando Botta advertía que las cotizaciones de la
oleaginosa se encontraban en la "cresta de la ola", a partir del cual encontrarían un techo y
comenzarían a descender. Su pronóstico para el momento tan temido, expuesto a través de diferentes
publicaciones en este diario, era finales de 2008 o principios de 2009. La aceleración de la crisis
financiera internacional adelantó ese derrumbe un par de meses, lo cual lejos de invalidar el
vaticinio, invita a tomarlo como antecedente a la hora de buscar respuestas a la pregunta del
millón por estos días: si la recuperación de los valores de la oleaginosa desde el inicio del
verano indica que ya encontraron un piso.
Cauteloso en el pronóstico, sí pone en tela de juicio la hipótesis acerca de que
lo peor en materia de precios ya pasó. "La soja aún no ha llegado a un piso, le falta un tiempo
para acomodarse", señaló el titular de la corredora Agrobrokers, quien consideró que recién en la
próxima campaña podrá visualizarse un escenario definitivo de cotizaciones de largo plazo.
La sequía en Sudamérica hoy está sosteniendo los precios pero, aun con un fuerte
recorte de la producción producto del clima, lo que se coseche entrará al mercado en los próximos
meses, a lo que se agrega la definición de la próxima siembra en Estados Unidos y la evolución de
la demanda internacional, que no da señales claras de recuperación. "La aparición de la cosecha
sudamericana le puede imprimir un empujón bajista a los granos, de acá hasta mayo, después hay que
enfrentar a este nivel de precios la posibilidad de que Estados Unidos pueda sembrar más área con
soja de lo previsto, y después se verá si hay un piso más uniforme", aclaró.
La sensación del analista es que la soja no se va a derrumbar a niveles de
liquidación pero sí que en el corto plazo comenzará a sentir el efecto combinado de una demanda que
no es muy fuerte y que se ajusta todos los meses.
"Creo que nunca más vamos a ver un precio de la soja a 175 dólares en Chicago
pero un piso de 280 dólares no es algo tan improbable", señaló y explicó que si bien hoy se siente
el impacto de una cosecha sudamericana que rondará los 105 millones de toneladas, sobre una
estimación de 118 millones, "no hay un escenario en el que falta soja en el mundo, sí en Estados
Unidos".
"La mejora ya está pasando de la mano de la cosecha sudamericana y su sequía,
después todo dependerá de la decisión de siembra de Estados Unidos y de cómo viene la demanda",
aclaró.
El dilema chino
En ese sentido, estimó que la relación stock-consumo en Estados Unidos podría
pasar de 7,5% a 12%, Si ese escenario se da, "los precios van a tender a caer". Por otra parte, el
secreto del mercado es qué pasará con China y su demanda, que tras crecer mucho en los últimos años
ha dejado de aumentar. "Se sigue estimando que alcanzará importaciones por 36 millones de toneladas
de soja pero hay serias dudas sobre la real situación económica de ese país, y la pregunta es si
esas cifras realmente se van a cumplir", advirtió.
Fiel a su hipótesis que asimila parcialmente la evolución
del mercado granario a lo sucedido en los años 70, con la llamada crisis del petróleo, en la cual
confluyeron en realidad distintos factores para hacer volar los commodities por un par de años
hasta que hicieron implosión, recuerda que incluso cuando comenzó la baja de precios no llegó al
punto de volver a los niveles previos al origen de la expansión.
Esto significa que, a su juicio, el piso que encuentren las
cotizaciones va a ser más alto de los que había antes de que se iniciara el último ciclo expansivo
de la economía internacional, a principios de este siglo, pero no quiere decir que en los próximos
años, y más allá de las variaciones ocasionales, no sean más bajos de los que se ven
actualmente.
Burbuja y explosión
"Difícilmente se puedan volver a encontrar los precios del 2007 ya que para ello
se alinearon una serie de factores que difícilmente vuelvan a converger", señaló. Recordó, en tal
sentido, que del 2000 al 2007 hubo un fuerte crecimiento mundial en todas las economías, combinado
con una menor producción agrícola por distintas razones climáticas, lo que llevó a una situación de
mayor demanda y menor oferta que ajustó la relación stock-consumo de todos los productos se
ajustó.
La estrategia del ex presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan de zafar de
la recesión estadounidense bajando la tasa de interés en un marco de sobreeendaudamiento de esa
economía permitió financiar el crecimiento del resto de los países a partir de una mayor
liquidez.
Al mismo tiempo hubo un aumento de las reservas monetarias
de todo el mundo y un debilitamiento del dólar qu eelevó el poder de compra de otras monedas.
Frente al boom de precios de los commodities "los importadores comenzaron a aumentar las compras
por temor al desabastecimiento, mientras los exportadores ponían restricciones, cebando la
rueda".
El estallido de la burbuja en 2008 provocó que esa rueda de
la felicidad comenzara a funcionar hacia atrás.
"Cuando todo sube así, nada que explota de esa manera se
sostiene por mucho tiempo", subrayó Botta. Pero aun en este contexto de derrumbe, los commodities
agrícolas la sacaron más baratas que otros activos, como el petróleo.
Esta situación alentó la posibilidad de pensar en un piso
de precios. Una posibilidad que, de todos modos, el analista no ve como inmediata y desacoplada de
otros factores macro, como es el caso de la fórmula de salida de la crisis económica
internacional.
"Si es verdad que la soja bajó menos que otros commodities,
también es cierto que la demanda no repunta y esto está en relación a lo que demore la recuperación
de la economía internacional y, más específicamente, a la evolución de China, que es el gran
demandante de la oleaginosa y el gran secreto del mercado", opinó.
Al mismo tiempo, alertó que "uno de los factores que
todavía no fueron evaluados que las inyecciones de liquidez para recuperar la economía podrían
generar a largo plazo un período inflacionario".
F. M.