No fue casualidad que las acciones de Wall Street cerraran con pérdidas el miércoles pasado, lideradas por los descensos del Nasdaq, y que inversores mostraran cautela antes de los cierres de balance de las principales tecnológicas y del anuncio de la Fed del jueves. Tampoco que Biden “sugiriera” a los controladores mayor foco en las empresas Chinas de tecnología, y que anticipáramos en ésta columna. Ambos sucesos responden a un cambio de reglas de juego mundial que recién comienza, y que quedó expuesto por la interrupción de las cadenas de suministros causada por la pandemia, sirviendo de detonador de vulnerabilidades de sectores industriales claves en la articulación del poder económico global de los próximos 10 años.
Tal y como se señala en un reciente informe de la Casa Blanca, en el que se revisan los segmentos críticos, de aquí en más (y como efecto del cambio sistémico post-pandemia) quedaron determinados nuevos sectores que serán esenciales para no quedar atrás en la guerra comercial, mantener la soberanía de la propia seguridad nacional, y conservar el liderazgo tecnológico. Aunque las implicaciones del informe se presentan como recomendaciones de política industrial e innovación, desde el punto de vista político y de inversión, son reglas claras de largo plazo, enfocadas a mantener el liderazgo constante en activos cíclicos relacionados al control de la tecnología.
Los nuevos vértices por dónde articularán las estrategias competitivas nacionales, y desbalancearán las fuerzas en la nueva normalidad mundial, giran todos en torno a cuestiones de tecnología y salud. Fundamentalmente sobre sectores estratégicos como semiconductores, baterías de gran capacidad, tierras raras-metales críticos, y producto farmacéuticos de base. El que domine los mismos, tendrá y mantendrá el control sobre el resto.
La fabricación de semiconductores: hasta 1990 la producción mundial estaba controlada por Estados Unidos que poseía el 37% del control de la producción y el resto de los productores estaba muy atomizados. Hoy ese porcentajes es sólo el 11%, y el resto está dominado por Asia en un 83%.
Baterías de gran capacidad: aquí China ocupa una posición dominante en toda la cadena de valor de las baterías, desde las materias primas y procesadas hasta los componentes y el ensamblaje. China refina el 60% del litio y el 80% del cobalto del mundo, dos insumos básicos para las baterías de alta capacidad y clave para la futura industria del automóvil. Las baterías de gran capacidad, como las utilizadas en los vehículos eléctricos (VE) y el almacenamiento en la red de energía, son fundamentales para Estados unidos en esta carrera por las tecnologías “más limpias” y “verdes”, y al no tener la posición dominante, también será un frente de conflicto.
Minerales y materiales críticos: también controlado por China en extracción (57% de la capacidad mundial) y refinación (85% de la capacidad mundial). En este punto la dependencia de los países desarrollados es total.
Productos farmacéuticos e ingredientes farmacéuticos sofisticados: China y la India se convirtieron en las principales fuentes de los ingredientes activos de los medicamentos a partir de la década de 1970. China ejerce el control sobre la cadena de suministro de medicamentos de casi todos los países desarrollados por intermedio de India que importa el 70% de los ingredientes de ese país, y es el gran suministrador de genéricos (los envasa).
Dada la anterior situación en estos sectores, invertir en la producción e innovación nacional, y diversificar las fuentes de suministro para reducir la concentración de riegos geopolítico, será la clave. Las naciones que favorezcan la autosuficiencia en la producción de estos sectores críticos, acelerarán en la carrera del liderazgo tecnológico en los demás sectores de sus propias economías..
¿Qué es lo que debe saber el inversor? Que sería importante considerar la posibilidad de posicionar sus carteras en activos de renta variable (acciones) que puedan beneficiarse de esta situación de desbalance.