El gobierno está realizando un gran trabajo desde lo sanitario, la reestructuración de la deuda va por buen camino y puede liberar el camino por los próximos cinco años, la economía real esta durísima. Los argentinos debemos estar en casa, unirnos y no entrar en la grieta.
La crisis del coronavirus cerró el mundo, lo cual puso en venta cero a la mayoría de los negocios, lo que trajo consigo una ola de desempleo, pobreza y quiebra de emprendimientos que no se veían desde la Segunda Guerra Mundial.
En enero el FMI proyectó un crecimiento del mundo para el año 2020 del 3,3%, hoy nadie sabe si la caída se limitaría al 1%.
En Argentina el país proyectaba una desmejora del PBI del 1,3%, con esta crisis las proyecciones se ubican entre el 4% y 6% para el año 2020. Con un déficit primario que podría ubicarse entre u$s 13.000 y u$s 20.000 millones, dependiendo de la duración de la cuarentena. Esto implica qué habrá que financiar el equivalente a la mitad o la totalidad de la base monetaria.
El coronavirus en otros países tuvo una duración que va entre 10 y 12 semanas, para la recuperación total de la economía necesitaríamos no menos cuatro semanas adicionales. Llevamos tres semanas, nos quedan trece para la recuperación a pleno del aparato productivo, descartando que todo salga bien y nada se complique en el camino. En este escenario, nos quedan tres meses muy duros por delante, la salida sobrevendría a partir de julio, otra vez la esperanza del segundo semestre.
Perderemos seis meses en la economía urbana, sin embargo, el coronavirus no complica a la economía del interior, por ende, la cosecha seguirá sin problemas, la ganadería continuaría su curso y los proyectos extractivos como el petróleo y minería seguirían su curso normal, aunque con precios derretidos.
Respecto a la provincia de Santa Fe, la actividad debería caer por debajo de la media nacional, ya que la cosecha se lleva adelante en los meses de abril, mayo y junio lo que le pondría un piso a la crisis.
Respecto a las exportaciones, nada debería detener la salida de mercadería de nuestros puertos, esto nos garantizaría ingresos fiscales y dólares, muy necesarios para atemperar la crisis interna. Todo corte de ruta, cierre de puerto o entorpecimiento de logística, no hace más que hundirnos más en la pobreza.
El gobierno intenta acercar soluciones, pero está lejos de lograrlo, llega poco preparado para enfrentar la cuarentena de la cuarentena, la organización económica no es la adecuada, y la ayuda a los sectores productivos se demora, los créditos salen en cuentagotas, el cierre de los bancos complica a la cadena de pagos, y una economía informal nos genera una caída de actividad mayor a la imaginada.
Desde el plano de la deuda pública, el ministro de economía lanzó los lineamientos de la refinanciación, y se nos dibuja una sonrisa de cara a los años por venir.
La reestructuración
El gobierno reestructuraría la deuda con los organismos financieros internacionales en un pie de igualdad con los bonistas privados, con lo cual habría alargamiento de plazo de amortización y pago de intereses. El FMI ha cobrado una tasa del 4% anual por su prestamos, y es probable que sea la misma tasa que se pacte con el sector privado, con lo cual muchos bonos tendrán una baja sustancial de tasa.
Lo más interesante es que tanto el FMI como los bonistas privados no sufrirán quitas de capital, lo que será positivo porque permitiría que Argentina retorne a los mercados financieros, tal vez no lo haga en forma inmediata el Estado, pero dejará la puerta abierta para que accedan a nuevo financiamiento empresas argentinas, que permitirán mayores inversiones, exportación, empleo y crecimiento.
El gobierno propondría que por 5 años no se realicen pagos de amortización e intereses, y que los intereses se capitalicen. Esto le permitiría el gobierno trabajar con una mayor tranquilidad, estará más cómodo y por ese lapso no tendrá que salir a buscar al mercado financiamiento por el equivalente a 10% del PBI por año. Es una descompresión en los vencimientos de la deuda pública, que, si es aprovechado correctamente, nos debería dar espacio para iniciar un sendero de crecimiento.
Conclusión
Tenemos por delante 13 semanas difíciles de transitar, los problemas sanitarios no son menores y están en juego las vidas de muchos argentinos. La economía debería tomarse con más responsabilidad y adecuar la organización económica a los nuevos momentos que vive el país.
La esperanza de una reestructuración de la deuda pública, el pago de la renta del Bonar 2020, una rápida recuperación de la economía mundial para el segundo semestre, y la voluntad del argentino de marchar unidos nos hacen optimistas.
La mirada del día a día no es la mejor, el hambre, la pobreza, los negocios que cierran, la frustración de los trabajadores informales y cuentapropistas nos colocan muy cerca del pesimismo.
Ni tan lejos que te hieles, ni tan cerca que te quemes, hay que sobrellevar la crisis, trabajar, reinventarnos y ayudarnos unos a otros, no nos queda otra.