No puedo entender el motivo por el cual el gobernador Miguel Lifschitz vetó una ley que aceleraba el proceso de adopción. Niños que necesitan imperiosamente actos de amor y familias y personas deseosas de prodigárselos deberán esperar nuevamente. ¿Cuáles son las causas invocadas para retrasar una vez más el afecto de personas hacia los niños abandonados a su suerte? Cada día que transcurre en la vida de los mismos, sin contar con una familia o persona con quien iniciar una vida nueva, es una cuota de frío propinada a los pequeños corazones que esperan ser adoptados. La adopción es un acto sublime de amor a aquellos que desean ser padres por convicción y dar cariño hacia los niños. ¡Señor gobernador, con todo respeto hacia su investidura y persona, me permito interpelarlo para que explicite cuáles son los fundamentos y motivos que lo llevaron a vetar una ley que aceleraba el lento y engorroso proceso de adopción en nuestra provincia! En el momento de escribir estas líneas leo en este diario, la resolución de un juzgado que no permite a una pareja la adopción de un niño de tres años de edad. Esta familia se había inscripto como familia sustituta y sólo podía tener al niño durante seis meses en carácter de guarda, y luego restituirlo a las autoridades correspondientes. Ocurrió que el Estado se "olvidó" al parecer de reclamar al niño transcurrido ese período de tiempo y la familia lo siguió criando durante dos años. Ahora tiene tres años de edad y el juzgado le ordena a la familia que lo restituya. El niño ya había establecido fuertes vínculos afectivos con los integrantes de la pareja a quienes llama papá y mamá, y sufrió una crisis de llanto cuando fueron a buscarlo al domicilio para llevárselo. Los que resaltan la importancia del "interés del niño" debieran saber qué durante los tres primeros años de vida se producen los cambios biológicos, neurológicos y psíquicos más importantes que moldearán al futuro adulto. Es de una crueldad solo vista en la especia humana la resolución tomada por este juzgado que arrancó de los brazos de la familia citada a este niño. Es de esperar que nuestra legislación privilegie la necesidad de los niños a ser adoptados, de recibir el afecto de los padres adoptivos que se ofrecen para tal sublime acto de amor.