A sus 76 años, el sacerdote Joaquín Núñez recorre a diario los pasillos del barrio Bella Vista Oeste. "Estoy siempre de un lado para el otro", dice el cura franciscano desde su ranchito ubicado sobre uno de esos senderos de tierra de Pascual Rosas al 1800.
Ejerció su tarea pastoral en Corrientes y con los trabajadores de Quitilipi (Chaco), donde fue secuestrado y detenido en 1974. Tras pasar por varias cárceles durante dictadura (Sáenz Peña, Resistencia, Rawson, Devoto y La Plata), fue liberado recién en 1979. Cuando llegó a Rosario se instaló en la parroquia de Avellaneda y Mendoza, en barrio Echesortu. Integró esa comunidad franciscana hasta que pidió ante la orden a la que pertenece una inserción en una barriada humilde, para acompañar de cerca a los sectores más postergados.
Su tarea cotidiana no admite pausas. "Hablemos un rato ahora porque ya tengo gente esperándome en el alambrado", propone Núñez al aceptar dialogar con La Capital sobre los desafíos del Bicentenario de la Declaración de la Independencia en relación con los más humildes.
—¿Qué le gustaría escuchar de las autoridades y funcionarios en este Bicentenario?
—Lo que me gustaría escuchar es el compromiso de las autoridades y su compañía en la formación y educación de los niños, adolescentes y jóvenes. Tomarlo eso como un desafío de trabajo, porque la necesidad es muy grande, el hambre se va profundizando y creo que tienen que responder a eso, ya sean las autoridades o también nosotros como sociedad. Sobre todo los que estamos metidos en la zona periférica, en la zona de hambre y droga, donde es sumamente necesario todo.
—La clave está en el mensaje hacia los jóvenes.
—Exacto. Fundamentalmente los del sector periférico, donde hay jóvenes sin terminar la primaria o la secundaria, sin trabajo o que andan de changas.
—Pensando en los sectores más postergados, ¿qué derechos faltan conquistar para pensar la Independencia?
—Creo que el derecho de nuestros jóvenes y de nuestro pueblo más postergado a que puedan asomarse desde la periferia a la luz para llevar adelante toda su vida, su familia. Porque en estos 200 años sigue habiendo demasiados postergados.
—¿Qué es para usted la patria?
—La patria es la casa grande de un pueblo o de una familia donde justamente uno puede encontrase, hablar y profundizar sus derechos. Donde se puede descubrir qué cosas hacen falta para hacer más grande esa patria. Y ojalá todos tomáramos conciencia de esto.
—Imagino que la concepción de patria habrá cambiado a lo largo su vida. Habrá tenido uno cuando era chico en la escuela y otra cuando estuvo en los obrajes del Chaco.
—O cuando estuve preso por más de cinco años.
—Por militares que también se apropiaron de esos símbolos patrios.
—Y también se apropiaron de bienes y de vidas. Yo puedo estar contando esto, pero otros compañeros míos no pueden porque están bajo tierra. Y a ellos también hay que recordarlos en estas fechas.