Raúl "Quico" Saggini trabaja hace más de cuatro décadas en el teatro rosarino, junto a directores y actores de muchísimo reconocimiento. Recientemente se dedicó a dirigir obras de diferentes géneros que fueron dejando algunas huellas en la ciudad. Fundó el grupo La Praxis, con el que viajó por el país y dedica mucho tiempo a la docencia en las dos escuelas de teatro de Rosario y en localidades de la provincia. Hace tres años fue el primer director elegido por concurso en la Comedia Municipal de Teatro Norberto Campos, sancionado por ordenanza y llevado adelante por la Secretaría de Cultura y Educación. Esa exitosa experiencia con el grotesco "Relojero", de Discépolo, lo entusiasmó para volverse a presentar esta temporada, cuando la consigna era trabajar con el célebre autor inglés William Shakespeare, clásico de los clásicos universales, ya que en este año se cumplen cuatro siglos de su muerte. Y volvió a ser elegido por concurso para dirigir la edición 2016. "El teatro nos tiene que hacer felices, no estamos viviendo buenos tiempos", le dijo a Escenario.
—¿Cómo es el proyecto seleccionado?
—Se trata de "La tempestad", la última obra escrita por Shakespeare en 1612, cuatro años antes de su muerte. Esta propuesta se llama "La tempestad, de confabulaciones, traiciones y perdones". Serán seis actores que interpretarán a seis personajes, mientras que el resto de los roles estarán hechos en títeres gigantes, se trabajará también con animación 2D y 3D, proyecciones, escenografía corpórea, música grabada y en vivo, o sea que será un trabajo muy completo que involucra a diferentes lenguajes de la teatralidad.
—¿Qué novedades trae esta puesta en relación a las tres anteriores de la Comedia Municipal?
—La diferencia es que aquí estamos convocando a otras ramas del teatro rosarino, que son los actores que tengan también destrezas como titiriteros, acróbatas y músicos, o sea un sector que hasta ahora no ha tenido la oportunidad de presentarse en la comedia rosarina, que debe su nombre al maestro Norberto Campos. A él le hubiese gustado que en algún momento aparezcan estos lenguajes, que manejaba muy bien, como también se interesaba mucho por Shakespeare. Con Norberto hablábamos sobre "La Tempestad" y "Ricardo III".
—¿A "La tempestad" se la puede clasificar como comedia o tragedia?
—Algunos dicen que es una comedia mágica, otros hablan de comedia negra, de tragicomedia, no sabemos bien, pero es una comedia, aquí no muere nadie como en las otras obras del autor. Hay traiciones permanentes, pero Próspero, el protagonista, termina perdonando, aunque no olvida. Esta será una propuesta festiva desde el comienzo. Me basé mucho en los análisis de Peter Brook, hay un capítulo en uno de sus libros que se titula "Shakespeare no es aburrido", eso es maravilloso. Y le agregaría que también es muy popular, porque en esta obra, a pesar de todo lo mágico que aparece también se ven cosas inherentes al ser humano, como la traición, la confabulación y el perdón. Eso se puede relacionar con cuestiones de nuestro tiempo, con problemas políticos, todas las obras de él son políticas, como el teatro de cualquier tipo, hasta el pasatista. ¿No es político también querer hacernos pasar el tiempo sin pensar, que no nos ocupemos de lo importante?
—¿Cómo suenan esos textos en la actualidad?
—Es versión libre y adaptación: lo llevamos a un lenguaje muy coloquial, pero manteniendo las diferencias en los modos de hablar. Los nobles hablan de una forma, los borrachos de otra, y el mismo Calibán, uno de los personajes centrales de la historia, tiene otro modo de hablar, hasta le incluí algunos latiguillos en guaraní. La obra comienza con un texto mío, que se engancha con una adaptación del prólogo de "Enrique V" del mismo Shakespeare y con fragmentos de "La ciudad alegre y confiada", del español Jacinto Benavente.
—¿Es la primera vez que trabajás con este autor?
—En realidad, justo ahora estoy dirigiendo "Tito Andrónico" con Lauro Campos en el Cultural de Abajo. Pero en "La tempestad" va a aparecer mucho de una versión de "Sueño de una noche de verano", que la dirigí hace cinco años en Gálvez, con artistas de esa ciudad, que conformaron el grupo "Mascaritas", una experiencia inolvidable.
—¿Eso podría acercar a Shakespeare a otros públicos?
—Totalmente, yo creo que además del público que ya tiene la Comedia Municipal, esta versión puede ser apropiada incluso por el público juvenil y adolescente, funcionaría muy bien para escuelas secundarias, además de los bachilleratos para adultos, con los que se viene trabajando sostenidamente.
—¿Cómo es hacer teatro oficial en Rosario en el contexto actual?
—Las producciones de la Comedia Municipal representan en parte a todo el teatro que se hace en la ciudad. No nos olvidemos que si bien durante seis meses estamos trabajando en el teatro oficial, el resto de nuestro tiempo pertenecemos al teatro independiente y seguimos produciendo desde ese lugar. Yo espero que sea una experiencia feliz para todos. El teatro nos tiene que hacer felices, no estamos viviendo buenos tiempos, estamos bastante amargados por la situación general del país, con incertidumbre por la cuestión laboral, y aquí aparece durante seis meses trabajo generado por el Estado, que no es poco. Es un aliento para la proyección y el trabajo futuro de los actores.