Hay rituales que cumplir en una película de Alexander Payne. En la posproducción, él y su editor de toda la vida, Kevin Tent, se reúnen con sus colaboradores para el Tie Day de los martes, un encuentro al que las mujeres pueden elegir asistir con corbatas o perlas. Luego vienen los martinis de los viernes por la noche, durante los cuales Payne saca su proyector de 16 mm para reproducir viejos rollos que ha coleccionado de eBay. Este director y coleccionista de cine, autor de “Nebraska”, “Los descendientes” y “Entre copas”, está disfrutando del éxito de “Los que se quedan”. El film, que se estrena este jueves en Argentina, está nominado a cinco premios Oscar a mejor película, actor protagónico, actriz secundaria, guión original y edición. También aspira a cinco Bafta y obtuvo dos Globos de Oro a mejor actor para Paul Giamatti y la actriz secundaria para Da’Vine Joy Randolph.
Los que se quedan | Tráiler oficial (Universal Pictures) - HD
“Compré en exceso”, dijo Payne, sonriendo sobre su afición de coleccionista y amante del cine. “Si no tenés las instalaciones de almacenamiento adecuadas, empezás a sufrir el síndrome del vinagre. Tenía una hermosa copia de «The Breaking Point» que es una de mis películas favoritas y al año le dio el síndrome del vinagre y tuve que tirarla”. Un profundo afecto por el cine tiende a ir de la mano de la realización cinematográfica en un estilo identificable. La aclamada “Los que se quedan”, comenzó hace años con una película antigua. El director de 62 años, radicado en Omaha, Nebraska, vio una restauración de la comedia francesa de 1935 “Merlusse”. El marco básico de la trama (un profesor muy detestado se queda durante las vacaciones de Navidad con un puñado de niños que no tienen cómo ir a casa) le pareció una buena base para su película.
“Los que se quedan” está protagonizada por Paul Giamatti como un profesor cascarrabias en una situación similar, pero en una escuela secundaria de Nueva Inglaterra en 1970. La película, escrita por David Hemingson, elimina parte de la presunción cómica para centrarse en tres personajes dispares: Paul Hunham (Giamatti), un estudiante inteligente y menos acomodado llamado Angus Tully (Dominic Sessa) y la afligida gerente de la cafetería Mary Lamb (Da’Vine Joy Randolph).
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El director Alexander Payne, también autor de las recordadas “Nebraska”, “Los descendientes” y “Entre copas”.
El film es el intento de Payne de hacer no sólo una película ambientada en los años 70, sino una película real de los años 70, inspirada en algunas de las producciones con las que creció. “Los que se quedan” es como la luminosa película de Leo McCarey de 1937 “Make Way for Tomorrow”, un film adorado por Payne, con un tierno drama realizado con el toque humanista de un cineasta que se siente cómodo en la comedia.
Payne acepta de buen gusto hablar de las películas que inspiraron a “Los que se quedan” y que lo formaron como cineasta. Sin embargo, antes de la charla, aclaró encongiéndose de hombros: “En realidad me gusta más hablar de las películas que me gustan de otras personas que de las mías”.
¿Organizaste alguna proyección especial para tu elenco y equipo antes de filmar “Los que se quedan”?
En el Somerville Theatre de Boston tuvieron la amabilidad de permitirme proyectar seis o siete copias de películas de los años 70 para el director de fotografía, el diseñador de producción, el diseñador de vestuario y también para Dominic porque en realidad no las había visto y quería que tuviera una idea del tipo de película en la que estaba a punto de actuar. Les mostré “El graduado” (1967), “El casero” (1970), “Harold and Maude” (1971), “The Last Detail” (1973), “Klute” (1971), “Paper Moon” (1973) y “Todos los hombres del presidente” (1976). No estábamos tratando de emular conscientemente la apariencia de ninguna de esas películas, pero todos queríamos chapotear en el trabajo de nuestros contemporáneos, y seguramente hubiésemos hecho algo similar si hubiéramos estado haciendo una película en ese momento.
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Paul Giamatti recibió un Globo de Oro como mejor actor por su interpretación del profesor Paul Hunham.
¿Cómo conociste esas películas?
Creo que todo comenzó con “Pequeño gran hombre” (Arthur Penn, 1970, con Dustin Hoffman y Faye Dunaway). Probablemente la vi cuatro veces cuando tenía 9 años. Fue en un cine cerca de casa y podía y caminando hasta allí. Y aún la sigo viendo. Y luego no paré. Soy un gran cinéfilo, he visto mucho. Pero ese es el período en el que yo era un adolescente y se me estaba definiendo el sentido del gusto. En algún momento me dijeron que algunos eran sólo películas comerciales, aunque ahora las consideran películas de arte o lo que sea. Creo que fue la última edad de oro. Bueno, nunca se sabe cuándo estás viviendo en una época dorada...
¿En ese momento te decidiste a convertirte en director de cine?
Lo primero que quise ser en mi vida, cuando tenía alrededor de 10 años, fue proyeccionista. Tenía un par de proyectores y me encantaba mostrar películas. Luego en la escuela secundaria, quería ser periodista. Pero siempre existió ese sueño lejano de no ser cineasta, sino simplemente ir a una escuela de cine. Mis padres me insistían para que fuera a la facultad de Derecho. Estaba en el último año de Stanford, tomé la prueba de admisión a la facultad de Derecho pero eso fue todo lo que llegué. Postulé a cinco escuelas de cine y a la Escuela de Periodismo de Columbia. Cuando era estudiante de tercer año en Stanford, veía un montón de películas. Cuando ví “Los siete samuráis” (1954), versión restaurada en el Cine Castro de San Francisco en la primavera de 1983, fue cuando pensé: absolutamente tengo que postularme para ingresar a la escuela de cine. La frase que me dije, y la he repetido desde entonces es, nunca escalaré una montaña tan alta, pero quiero estar en esa montaña.
Estás considerado como parte de una generación de cineastas estadounidenses, junto con directores como Wes Anderson y Paul Thomas Anderson, a quienes se comparó con esa generación de los años 70. ¿Te sentiste como si fueras parte de algo?
Soy parte de ese grupo indie, como lo llamaron en los años 90, y supongo que lo sentimos o nos lo impusieron. La mayoría de nosotros nos formamos en la escuela de cine como aquellos tipos de los 70. Se escribió mucho sobre eso en 1999, con películas como “Rushmore”, “Quién quiere ser John Malkovich?”, “El club de la pelea”, “Los chicos no lloran”, “Election”, “Las vírgenes suicidas”, “Boogie Nights”. Hablaban de eso como del indie 1939. Recuerdo que el MOMA estaba haciendo homenajes a algunos directores jóvenes. David O. Russell consiguió el primero y todos fuimos a esa fiesta. Salimos después y todavía tengo fotos de eso en alguna parte. Los Coen, Spike Lee, Jim Jarmusch... ellos estaban un poco por delante de nosotros. Y, por supuesto, Steven Soderbergh sobrevolando todo aquello. El lideró el camino. Mike Nichols solía decir: “Soderbergh lidera el camino”.