Revisar un espectáculo a 30 años de su estreno no es tarea fácil. Si se tiene en cuenta que la obra tiene más de 2950 funciones, que fue vista por 2 millones de espectadores, que es una pieza fundamental de la historia del teatro argentino, el desafío de escribir algo que no se haya dicho es mucho mayor.
"Salsa criolla", la obra que consagró a Enrique Pinti como uno de los humoristas más importantes del espectáculo argentino, curiosamente llegó por primera vez a Rosario. Y no hizo falta meterse demasiado en la ciudad, llegó hasta ahí nomás, apenitas pasada la Circunvalación.
Con una función el viernes y dos el sábado, el Centro de Convenciones del City Center, en Oroño y Batlle y Ordoñez rebalsó de espectadores. Más de dos mil personas pudieron ver la obra que repasa la historia de nuestro país desde la época del virreinato del Río de la Plata.
Con la verborragia y la rapidez que lo caracteriza, Enrique Pinti con 76 años encima, se puso al hombro dos funciones consecutivas de 120 minutos cada una, su contundencia para el humor político a través del monólogo continúa intacta.
Con la oportuna utilización de las puteadas y cierto nihilismo de fondo, el estilo Pinti se instaló profundamente en el púbico porteño promedio y fue conquistando a través del tiempo y de su presencia en los medios masivos de comunicación a buena parte de la clase media de otros centros urbanos como el nuestro.
Su estilo puede inscribirse en la genealogía de lo que hoy conocemos como stand-up, el monólogo de humor puro y duro con el que los norteamericanos comenzaron a reírse de ellos mismos desde mediados del siglo pasado, que en nuestro país asomó de alguna manera en el teatro de revista y el varieté, con los discursos de apertura de los populares capocómicos.
En las décadas del 60 y 70, los humoristas americanos profundizaron la crítica social, para luego girar hacia el humor de costumbres que en los 90 se instaló mundialmente con la serie de TV "Seinfeld".
En el 2000 llegó la moda a los escenarios porteños, y en los últimos años pudo verse esa proliferación en Rosario, pero Pinti viene siendo un referente del género desde los años 70.
En "Salsa criolla", Pinti combina su locuaz desparramo verbal con cuadros musicales y personajes que entran y salen para contar una historia, la nuestra, con un dinamismo que no da respiro, que recorre los avatares de nuestra vida social desde la llegada de los españoles en 1492, a partir de una eficaz parodia a la Reina Isabel de Castilla y al navegante genovés Cristóbal Colón.
Luego recorre los días de la Revolución de Mayo y los primeros gobiernos patrios, el surgimiento del gaucho como la síntesis del personaje nacional del Siglo XIX, los años de Rosas, los unitarios, los federales y el nacimiento de la Constitución Nacional.
Así vemos cómo la caída de una monarquía vetusta en España, la expansión de los ideales revolucionarios franceses y el permanente acecho del imperialismo económico inglés fueron configurando nuestros primeros años como Nación.
De esta manera, es imposible no poder pensarnos como una eterna grieta, si la historia argentina es la historia de una cruenta disputa, marcada con sangre desde sus orígenes, un país para pocos o un país inclusivo.
Así continúa, con un repaso por los gobiernos oligárquicos, por la llegada de los inmigrantes que configuraron con mayor riqueza y diversidad a las clases populares, la aparición de los radicales y el tango.
Y en todo el recorrido, la Iglesia y las Fuerzas Armadas como fuertes presencias disciplinadoras. El peronismo de los 40, el revanchismo de los 50, la cultura pop de los 60, la militancia de los 70 y la bicicleta financiera neoliberal que impuso la dictadura del 76 al 83 se suceden vertiginosamente con las desopilantes intervenciones de Pinti y dos actores muy sólidos como Martín Salazar (ex Macoco) y Martín Sipicki que van encarnando a diferentes personajes que resultan imprescindibles para la narración en clave de comedia.
Los bailarines Micaela Barber Clas, Julia Montillengo, Mara Moyano, Silvina Tordente, Ariel Juin, Pablo Juin, Ignacio Pérez Cortés y Esteban Segovia van pasando revista por todos estos momentos, aportando la dinámica necesaria para un espectáculo que dura 2 horas.
Así pasó "Salsa criolla" por primera vez en Rosario, a 30 años de su estreno en el teatro Liceo. Aunque parezca una visión pesimista, nihilista, cercana al desencantamiento eterno y al "que se vayan todos", el recorte de Pinti de la realidad nacional al menos no es hipócrita.
No se para en un falso objetivismo, ni en un posicionamiento purista de la realidad, como si los gobernantes no fueran un reflejo de la misma sociedad de la que surgen.
Critica con dureza al gobierno actual porque además de no consentir ideológicamente con Cambiemos, deja bien en claro que sus postulados no son más que eslogans de campaña y frases demagógicas. No se suma a la jauría mediática y judicial sobre el gobierno anterior, y destroza con dureza a los comunicadores que se llenan la boca con la palabra grieta, aquellos que se espantan por la claridad con la que algunos artistas fueron asumiendo un compromiso político, con el partido que sea.
Como si la grieta fuese algo nuevo, un invento reciente de cierto periodismo que pareciera querer negar la mismísima historia argentina, la misma que Pinti retrata con humor desde hace 30 años, haciéndonos pensar frente a nuestro propio espejo.