Para los distraídos, la frase “la banda de metal de Ca7riel” puede sonar sorprendente, incluso extraña. Sin embargo, el músico que se volvió un referente de la escena urbana por su propuesta solista y su proyecto con Paco Amoroso, es metalero desde siempre. De adolescente, tuvo pelo largo y tocó covers de Megadeth con su guitarra en el patio de su escuela, y hay videos en YouTube que lo prueban. De grande, es un artista todo terreno y un convencido renegado de la rigidez genérica en la música. Ese paisaje sonoro amplio y versátil es el trasfondo de nacimiento de Barro, un cuarteto de metal que apuesta a renovar la escena y prescinde de cualquier liderazgo. El próximo viernes 1 de septiembre, a las 20, en el CC Güemes (Ovidio Lagos y Güemes).
La historia de Barro empezó como muchas otras en la historia: un cruce entre dos artistas en un show, aunque este no fue fortuito. El guitarrista Chowy Fernández frecuentaba los recitales de Ca7riel y una vez, apelando a ese gusto metalero del músico, le regaló una remera de su banda Pronoia. Algo se abrió en ese intercambio, algo se empezó a gestar. Después de eso, vinieron encuentros en el estudio de Chowy en Constitución y los primeros temas que ya sonaban a Barro.
La versión de ese origen, según el propio Chowy, es menos prolija, más metalera. “Veníamos hablando y cada tanto yo estaba medio en pedo y le mandaba a las dos de la mañana temas de él tocados en la viola. Hasta que un día me dice ‘Che, ¿vamos a rompernos un disco de metal?’. Ahí nos conocimos, charlamos, pegamos onda, hicimos un tema”, relata en diálogo con La Capital, en altavoz y rodeado a sus compañeros. “Fue amor a primera canción”, sentencia Ca7riel.
7 ROJAS - BARRO (Video Oficial)
Rápidamente, percibieron que los temas necesitaban ser tocados en formato banda y convocaron primero al bajista Julián Montes, mejor conocido como “El Montes”, que tocó con Duki, Picado Grosso, y ATR, la banda del propio CA7RIEL y Paco Amoroso. “Lo que me contaron siempre fue que Cato dijo: ‘Bueno, loco, que toque el Montes o no toco’”, aporta el propio bajista. “Nos dimos cuenta que necesitábamos un batero re salado, un chabón que toque tipo ido”, suma Montes. Ahí surgió el nombre Alan Fritzler, que tenía experiencia en grupos como Octafonic y Undermine (trash). Según cuentan entre todos, lo empezaron a seguir en Instagram al mismo tiempo y le escribieron mensajes privados.
“Fue medio como un acoso virtual pero nada, fue para bien al final, todos queríamos lo mismo. Así arrancó la banda y empezamos a armar los temas y ensayar”, apunta Alan entre risas, siempre entre risas. La dinámica del grupo, que incluye una imitación de Mex Urtizberea en un momento de la charla y se asienta en las antípodas de toda solemnidad, se traslada a la propuesta sonora.
Hace poco más de una semana lanzaron “CONSTIMORDOR”, su primer disco de estudio, producido por el santafesino Luciano Farelli. Once temas que caracterizan la mixtura del grupo, un sonido que se afirma sobre bases característicamente metaleras (riffs gruesos, la voz gutural de Ca7riel, doble bombo) pero se aleja de las convenciones y la épica del género. Según Cato, la fórmula fue no decir que no en ningún momento y dejar que los aportes de cada uno confluyan y se mezclen de forma natural en las canciones. Y el experimento es virtuoso. “Es como condimentar el guiso de muchas maneras distintas sin ponerle una etiqueta. No limitarnos en nada”, describe Chowy.
Hay un sentido del humor que atraviesa la propuesta y se expresa desde el arte de tapa. El diseño del artista Maza, con colores y formas saturadas, se corre de la estética típica del metal. La única referencia para la portada fue “un viejo con gorrita que represente un riff de siete cuerdas”, y el resultado fue a tono. “Quisimos ir por otro lado”, insiste Ca7riel, y la frase es válida para toda la búsqueda del grupo, que hasta en la bio de Instagram bromea con ser “tu banda favorita”.
El único adelanto del álbum fue “MISSIN CHILDREN”, una reversión metalera de la Bizarrap Music Session #14 que grabó Cat7riel junto al productor. Y el nacimiento de ese tema también es propio de la identidad de la banda: ese fue uno de los temas de Cato que Chowy recreaba en las madrugadas. “A Cato siempre le encantó ese tema y la letra. Y le parecía que le faltaba violencia. Necesitaba que se condiga lo que se escucha con lo que se dice”, describieron entre varios.
Barro, que en su nombre parece condensar esa mezcla orgánica y fluida de sus integrantes, tocó por primera vez en vivo el pasado marzo y ya consolidó una audiencia muy propia. “Pasa algo loco ahí, una tracción a sangre que no lo podemos creer”, apuntan. Con una propuesta a la que caracterizan como no apta para todo público (“No somos ejemplo de nada. Es un lugar para gritar juntos, no para ratearse del colegio”, afirman, ilustrativos), saldrán por primera vez de gira y pasarán por Mar del Plata, La Plata, Córdoba, Santa Fe y Rosario. Después, coronarán este primer año juntos con una doble presentación en Niceto el 12 y 13 de septiembre por entradas agotadas.