“El mar está vivo y a veces hace cosas... como quitar y devolver, alejar y acercar, y por supuesto, revolcarnos”, puede leerse en Mi amigo el mar, el libro de Magela Demarco que promete una historia con muchas olas para hablar del compartir y el desapego.
El libro, ilustrado por Caru Grossi y publicado por La Brujita de Papel, es la opera prima de la periodista y comunicadora, y es noticia por presentarse en su segunda edición. El cuento nació mientras jugaba con su pequeño hijo en una playa de Villa Gesell. En aquel momento una ola se llevó uno de sus juguetes y ella le explicó que seguramente las aguas se lo habían llevado para hacérselo llegar a algún otro niño que no podría tenerlo de otro modo. “En lo profundo quería que él pudiera entender antes que yo estas cuestiones del desapego, de no aferrarse estáticamente a las cosas porque la vida es movimiento, es un fluir constante y hay que aprender a ser más flexibles. También quería que aprendiera a compartir, un juguete, una amistad”, cuenta sobre el libro, que ofrece propuestas pedagógicas para que los docentes lo lleven a las aulas.
Demarco, quien también es la autora de Sola en el bosque, Un papá con delantal, Un papá intermitente y Palabras semilla, se caracteriza por abordar temas difíciles y dolorosos para las infancias, como la violencia, las ausencias, los abusos y abandonos. Dice que no hay temas vedados para hablar con los chicos y que es precisamente el cuento una herramienta válida para tratar incluso aquellas situaciones o realidades muy duras que a veces tienen que transitar los niños. Demarco es creadora de una literatura que propone hablar de todo. “Y cuanto más chico sea el lector mejor, para que de grande no cueste tanto”, destaca.
En una charla con La Capital, explica que la mayoría de sus cuentos nacieron de su historia personal y fueron tejidos con las memorias de su niñez. Tal es el caso de Mi amigo el mar: “Amo este libro porque es el primero que publiqué, porque adoro el mar y la historia nació el primer verano que mi hijo lo conoció, porque amo Villa Gesell que es donde siempre íbamos de vacaciones con mi papá y es donde lo escribí”, dice, y avanza en el relato de su iniciación y devenir como escritora, y en su intención permanente de habilitar la palabra para desatar nudos.
IMG_6563.jpg
El libro de Magela Demarco nació en una historia que se ocurrió a la autora en una playa de la costa argentina.
—Mi amigo el mar nació desde tu experiencia de maternidad. Contame cómo fue.
—Este libro surgió en Villa Gesell. Desde chica mi sueño era publicar un libro, pero no se me ocurría que yo podía ser escritora dentro de las opciones de trabajo posibles. Escribía cuentos y poesías para adultos y adultas, y con la llegada de mi hijo empecé a producir literatura infantil. Pensé que mi hijo en algún momento me iba a preguntar si yo había ido tras mis sueños, y fue ahí cuando me replantee las cosas, porque iba a tener que decirle que no. En ese momento fue que nació Mi amigo el mar junto con Un papá con delantal, que fueron los dos primeros cuentos que escribí. La maternidad fue un motor para mí, sentí que tenía que ser un ejemplo para mi hijo porque los niños y niñas aprenden con el ejemplo, no con palabras vacías. Sino desde qué lugar les pedimos a los chicos cosas que nosotros no cumplimos.
—¿Este libro también refleja memorias de tu propia infancia?
—Sí, porque desde que era muy chica iba de vacaciones a Villa Gesell con mi papá. Para mí tiene un valor emotivo, porque él falleció a mis 27 y fue un duelo largo. En mis historias las memorias infantiles siempre están presentes, siempre voy a mis recuerdos.
—¿Qué simboliza para vos el mar?
—Estoy convencida que el mar te limpia y te sana. El agua es limpiadora en general, por eso cada tanto yo necesito ir al mar, me tranquiliza y estoy convencida que tiene que ver con esa cuestión emocional de lo que fue para mí la relación con mi padre. Luego mi hijo me hizo volver a hacer castillos, correr en la arena y saltar las olas.
—Esta es una historia de vacaciones. ¿Qué posibilita las vacaciones en la infancia?
—Creo que las vacaciones hacen posible que los chicos se alejen por un momento de la play y los celulares, y puedan interactuar con los otros. Veo que estamos perdiendo el contacto humano, la gente está todo el día pendiente de su celular y me preocupa. También posibilitan el contacto con el entorno natural y es una posibilidad para despertar los sentidos. Percibir los olores del mar y del bosque, sentir el olor después de la lluvia, escuchar el canto de los pájaros y las sensaciones que da la bruma del mar.
—Presentás un mar que se lleva y trae cosas, ¿qué quisiste contar en esta historia?
—Siempre fui muy apegada a los afectos. Con este cuento quería que mi hijo aprendiera que la vida es movimiento, y que lo constante de la vida es justamente eso, el movimiento, el fluir y no quedarse estáticamente anclado a algo. A través de la figura del mar, que está vivo, que trae y aleja cosas, quise representar la vida en movimiento. Para los más chiquitos el cuento también narra una historia que tiene que ver con el compartir, porque el mar se lleva el autito de un niño y se lo entrega a otro nene en otra playa.
—Cuando presentás este libro en las escuelas también abordás la temática del medioambiente. ¿Cómo recepcionan los chicos estos temas?
—Cuando voy a las escuelas suelo mostrar fotos donde vemos playas hermosas, pero también otras llenas de bolsas o con animales atascados, y ahí empezamos a hablar con los chicos de la problemática ambiental. Los niños y las niñas ya vienen con otra cabeza y mucho conocimiento sobre el tema. Creo que hay que trabajar con los adultos. La cuestión del medioambiente me preocupa porque creo que estamos al horno a nivel mundial, pienso qué mundo vamos a dejar y no veo una verdadera conciencia sobre el tema.
—¿Sobre qué estas escribiendo en este momento?
—El tema del medioambiente me moviliza mucho. De hecho este año se van a publicar dos obras por Bianca Ediciones, Un árbol y 1/2 ambiente. También estoy produciendo un libro que aborda el tema de la muerte y que será parte de la serie de Libros para sanar de la editorial La Brujita de Papel. La idea es presentar el tema desde la presencia y no desde la ausencia o el vacío. El libro propone pensar en todo aquello que la persona que se va físicamente deja en nosotros: costumbre, vivencias, valores y hasta las mariposas que vienen a visitarte. Aquellos que ya no están siguen con nosotros, porque todos nuestros antepasados nos constituyen.
—En tus cuentos abordás temas complejos. ¿Qué te interesa transmitirle a las niñas y niños de las nuevas generaciones?
—Creo que lo que intento siempre es habilitar la palabra y que no queden esos nudos de angustia en la garganta y en el estómago. De chica me costaba mucho expresarme y además antes no se invitaba mucho a los niños a contar lo que sentían. También creo que está bueno facilitar el diálogo y expresar que no tenemos todas las respuestas, pero que se puede preguntar todo. Hace poco me preguntaron si había algún tema que no se pudiera hablar con los niños. La respuesta es no, todo se puede hablar. Hay realidades muy duras que a veces tienen que transitar los niños, y ver esa situación reflejada en una historia es una herramienta valiosa. El cuento permite la proyección y la identificación, es una herramienta que puede ayudar.