En octubre del año pasado varios vecinos y vecinas de la zona céntrica se quejaron de restauración "desprolija" de la escultura de valor patrimonial de de Diana La Cazadora, ubicada en la bajada Sargento Cabral y Urquiza. Se la había tratado de recuperar, pero había quedado de un blanco sintético brillante al igual que su basamento y los dedos de la diosa y las patas del animal que la acompañan se veían "emparchados".
La Secretaría de Cultura del municipio atendió a la demanda y, poco después, se vio a la escultura como se esperaba. Ahora la precoupación se trasladó a la Fuentes de las Utopías, que para sorpresa de los habitantes del barrio apareció inmaculadamente blanca. Se temió que hubiese pasado lo peor, que hubiera sido blanco de un acto vandálico, o peor, de una restauración desatinada.
"Está en proceso todavía, le falta la patina aún, es una capa de caucho. No es látex, es recuplast", fue la escueta respuesta que dieron desde Cultura a La Capital, cuando se les trasladó la inquietud de los vecinos. De esta manea, se dio a entender que a la fuente se la había recubierto con un acrílico elástico, desarrollado para proteger exteriores.
La fuente, creada por Carlos Righetti, se ubica a un costado del antiguo edificio de la Aduana y en el extremo de la bajada luego de haber sido trasladada desde el parque Independencia, en 2004. El año pasado tras una puesta en valor que incluyó la limpieza general, hidrolavado, restauración y cambios de las cañerías de los picos de agua, se re inauguró. Pero, parece que los trabajos no bastaron y ahora necesitó ser reimpermeabilizada.
La fuente es conocida por algunos como la Fuente del Tritón, en un principio estuvo en la casa familiar de los Righetti. Dataría de los años 1923 o 1924.
“El pescador, que no es un tritón, capturó una sirena, tiene una red y anuncia su hallazgo con la caracola. Por eso le pensé como nombre la Fuente de las Utopías, alguien que anuncia algo imposible”, indicó el año pasado el actual secretario de Cultura, Dante Taparelli, cuando se reinauguró la fuente tras su reacondicionamiento.
“Le tiré la idea a Rubén Palumbo, en ese momento secretario de Planeamiento, la dibujó y la llevamos adelante. Mis amigos artistas me dieron con un caño, decían que era una basura, un cachivache, que era de cemento, nada más. Y la gente ve lo que es, no de qué está hecha. Al año siguiente de la inauguración fue tapa de la guía de Telecom y la fuente se transformó en un icono de la ciudad”, recordó.
“La fuente es un proyecto muy querido, la siento como propia. Le compramos las dos bombas que hacían falta para que vuelva a ser la fuente de aquellos tiempos felices que compartimos”, dijo Taparelli y marcó que originalmente era mucho más grande de lo que es ahora: “Tenía cuatro monjes gordos que orinaban en la fuente. Y cuando demolieron la casa, algunas personas se los llevaron, eso al menos me contó un vecino del lugar”.