La pelota volvió a rodar en la bendita liga argentina y en la cuna de nacimiento de los actuales campeones del mundo. Pero realmente hasta acá cuesta que los partidos despierten admiración y atracción por el pobre nivel de juego general de los equipos. Casi todo pasa por la intensidad física, por la enjundia en cada balón dividido y por los experimentos de laboratorio de la pelota parada. Los encuentros se ganan generalmente por aciertos esporádicos, más que por el ensamble colectivo de piezas que justifiquen con creces las victorias a lo largo de los 90 minutos. Claro que hay excepciones y equipos que apuestan a que el éxito sea el producto de un mecanismo aceitado y no por la casualidad de un pelotazo al área rival, entre ellos Defensa y Justicia, Talleres, Lanús, Huracán o Racing, pero muy poquito para un torneo de 28 participantes. Incluso River y Boca están llenos de defectos, pero suelen salvarlos las individualidades que tienen en cantidad. En este contexto, ¿que ocurre con Newell’s y Central?
A los dos con diferentes matices e ideologías de juego de parte de sus respectivos entrenadores por ahora les falta elaboración, sorpresa, creatividad y pase prolijo del medio hacia adelante. Carecen de lo más complejo de conseguir en el fútbol: romper el molde, alterar la monotonía y crear soluciones inteligentes para abrir defensas. ¿Es casualidad? Para nada. Ambos cuentan con sus respectivas “fábricas” de jugadores, tanto en Bella Vista como en Granadero Baigorria, pero lamentablemente los productos de esas canteras enseguida emigran con pocos o ningún partido en primera división, lo que les genera a leprosos y canallas una sangría irremediable de proyectos de buenos valores que llevan sus virtudes a otras camisetas. Las urgencias derivan en ventas muy prematuras y los refuerzos en la zona de gestación llegan más por decantación que por real presente y potencial. El saldo en este sentido se traduce en equipos rosarinos a los que les cuesta horrores, al menos hasta acá, ser confiables con la pelota y lucir algún brillo que despierte las ovaciones del Gigante o el Coloso. A veces tanto Miguel Russo como Gabriel Heinze deben hacer malabares con la materia prima acotada que tienen para imprimirle la cuota mínima de creatividad a sus equipos. Igual no se rinden y trabajan arduamente para ello.
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Buen pie. Barrenechea se formó en Newell’s y está en Juventus.
Por el lado leproso un mediocampo de juveniles que fue transferido en los últimos años podría estar integrado por Aníbal Moreno, Enzo Barrenechea y Nicolás Castro. Sólo a modo de ejemplo y para graficar la sangría en un sector de la cancha. El medio. La zona neurálgica y de gestación de un equipo. Moreno (23 años) debutó en la primera leprosa, pero cuando se estaba afianzando fue vendido a Racing y hoy es una pieza clave del buen equipo que armó Fernando Gago. Un caso de crecimiento vertiginoso fue el de Barrenechea (21 años), el juvenil de la cantera de Bella Vista que fue vendido al Sion de Suiza y ahora es titular nada menos que en la poderosa Juventus de Italia, donde comparte plantel con Angelito Di María. Otro ejemplo es el de Nicolás Castro (22 años), con altibajos lógicos en el Parque, pero con una gran calidad y presente en Genk de Bélgica.
En la vereda de enfrente, el distinto, la joya, el notable proyecto que ya no está es Facundo Buonanotte (18 años). Apenas los hinchas canallas pudieron disfrutar un puñado de sus pinceladas en primera división y enseguida tuvo el tachito de venta sobre su cabeza. Hoy se está ganando un lugar en la Premier League de Inglaterra luciendo la camiseta del Brighton y con presente en selecciones juveniles.
En tanto, dejó el club de Arroyito recientemente tras no renovar su contrato el volante central Mateo Tanlongo (19 años), que está haciendo sus primeras armas en el Sporting de Lisboa de Portugal. Otro jugador con proyección, que tuvo rodaje en la primera canalla y debía seguir puliendo sus buenas cualidades, pero ya no está. Y en este mercado Central intentó repatriar a Maximiliano Lovera (23 años), pero no prosperó. Actúa en el Ionikos de Grecia. Otro canterano que había tenido una salida rápida de Arroyito. Los tres podrían conformar, en un juego periodístico, un mediocampo ambicioso: Buonanotte, Tanlongo y Lovera.
En ninguno de los dos clubes se trata de comparar a los que ya no están con el presente. Pero la realidad marca que un dato no menor para analizar la falta de creatividad y buen pie en ambos equipos de la ciudad es la sangría constante de jugadores de inferiores. La fuga de talentos no es nueva. Rosario es y seguirá siendo un semillero inagotable de jugadores, pero cada vez menos se respeta el proceso temporal mínimo de recambio formativo y eso se paga caro y se nota muchísimo cada fin de semana en la primera división.
El gran desafío de ambas dirigencias es comenzar a corregirlo. No será sencillo porque mandan las urgencias económicas. Pero para conseguir objetivos superadores valdrá la pena intentarlo. De la cuna de Messi y Di María, de la capital mundial del fútbol, seguirá fluyendo el talento, el gran reto será disfrutarlo lo más posible con las camisetas rojinegra y auriazul.