¿Cómo surge la idea de grabar a Eduardo Grau, un compositor tan respetado como, paradojalmente, olvidado?
La determinación la tomé después de leer un artículo en el diario El País de Madrid de 1979 con un título que me conmovió e intrigó: España ignora al compositor Eduardo Grau. El primer párrafo decía que era uno de los mejores compositores españoles de su generación y que desarrollaba su carrera en la ciudad de Mendoza, Argentina.
Averigüé, supe que fue un niño inmigrante que llegó de España en 1926. Pudo haberse cruzado con mis abuelos, que vinieron de la República Checa en la misma época, que lo habrían alojado en el Hotel de Inmigrantes, habría dormido en los mismos pabellones, en los mismos catres. Su historia tomó un ángulo que me tocó en lo personal. Era la historia de los inmigrantes que en búsqueda de la felicidad, la paz y la prosperidad forjaron nuestra identidad nacional.
Eduardo Grau nos dejó además un legado artístico formidable. Al ver su música pude comprender al ser humano, su devoción y añoranza por su país natal, como a pesar de haber vivido desde niño en la Argentina con su arte nunca había dejado España, la dicotomía del inmigrante, la mía y la de mis abuelos. El que haya vivido la mayor parte de su vida en Mendoza me recordó la federalización de la cultura que creo requiere la Argentina.
Su legado extraordinario hizo que decidiera que por medio de mi iniciativa la Argentina le devolviese a Grau gratitud y reconocimiento con una grabación. Lo sorprendente es que el propósito inicial trascendió exponencialmente con el lanzamiento del registro por Naxos Records, una de las discográficas de música clásica más importantes del mundo. Ahora Eduardo Grau adquirirá una visibilidad y reconocimiento más allá de Argentina y de España, en todo el mundo.
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¿Podrías contarnos algo de la vida de Grau? Durante su larga residencia en la Argentina, ¿pasó alguna vez por Rosario?
Su familia me contó que era divertido, de buen humor, cordial, respetuoso y responsable. A la vez era ordenado y meticuloso, leía mucho y tenía una enorme biblioteca. Gozaba tocar el piano, escribir y preparar sus clases de historia de la música en la universidad.
Su nombre completo era Eduardo Federico Guillermo Grau, nació en Barcelona el 7 de marzo de 1919. Llegó a la Argentina en 1926 con su padre, José María Grau Foncuberta, su madre Rosa Petit Sanromá, sus hermanos mayores José Antonio y Luis M. (hijos del primer matrimonio de su papá) y su hermano menor Jorge. Durante el viaje contrajo tifus. Ya en Argentina nace su hermano Carlos.
El padre era comerciante, un viajante textil dedicado a las importaciones y exportaciones. Se radicaron en Buenos Aires hasta 1948 cuando sus padres regresaron a España con Carlos, el hijo menor. Eduardo y sus otros tres hermanos permanecieron en la Argentina.
Se inició en la música con su madre, que le dio las primeras lecciones de piano, y luego continuó con la profesora Cecilia Fons. Siendo joven su talento como compositor fue descubierto por el gran Manuel de Falla, a quien consideraba su maestro y consejero. Recordemos que De Falla vivía en Alta Gracia, Córdoba, donde falleció en 1946. Grau recordaba con mucho afecto sus encuentros con De Falla. Además estudió instrumentación y orquestación con Jaime Pahissa, y musicología con Erwin Leucher.
Es notable que en toda su vida no perdiera el acento español, según me contó su hijo Diego, algo que también recuerda el maestro Dante Grela, de Rosario. Estudió en el Colegio Champagnat de los Hermanos Maristas de Buenos Aires en donde sus compañeros le decían, para su disgusto, Gallego. Hablaba catalán y lo usaba particularmente cuando un enojo ocasional lo impulsaba a emitir algún improperio en esa lengua.
Conoció a su esposa, Raquel Suárez, vacacionando en el balneario La Pedrera, en Uruguay. Raquel pertenece a una familia hidalga uruguaya que cuenta entre sus antepasados a Joaquín Suárez (1781-1868), prócer de la independencia y presidente de Uruguay (1828). Contrajeron matrimonio en Montevideo en 1948 y seguidamente se establecieron en Mendoza, donde Eduardo había sido contratado para organizar la Escuela de Música de la Universidad Nacional de Cuyo. Se convirtió en un querido maestro y formó a muchas generaciones de músicos. Fue director de la Escuela Universitaria y también enseñó en el Colegio Universitario Central.
En sus comienzos en Mendoza el matrimonio Grau se alojó en la Pensión de Vega, donde conocen al futuro presidente Raúl Alfonsín y a su esposa María Lorenza Berreneche Iriarte, con quienes mantienen una larga y entrañable amistad. En 1949 nace su hijo Diego y en 1952 su hija Raquel (Quela)
Grau visitó Rosario varias veces, recuerda su hijo Diego, y estuvo presente con su música y a partir de la relación que estableció con destacados colegas rosarinos. Uno de ellos fue el director Cristián Hernández Larguía, quien le tenía mucha estima. El Coro Estable de Rosario interpretó tres de sus obras en su gira europea de 1981, me recordó la cantante María Josefina Bertossi.
Conoció a otros destacados músicos de Rosario. Dante Grela lo recuerda de cuando sus obras se ejecutaron en Mendoza: mantuvieron correspondencia y compartieron un jurado en un concurso de composición en Santa Fe. Además tanto Grela como el maestro Daniel Cozzi participaron con él en 1984 en un encuentro de compositores en la ciudad de Córdoba.
La relación de Grau con Rosario se podría remontar a la década del cincuenta, mi mentor José Antonio Bottiroli lo nombraba. Es factible que Gabriela Moner, una cantante lírica que venía de Buenos Aires a actuar a Rosario, haya interpretado acompañada por Bottiroli en piano una canción que Grau le dedicó: Niña, en mi cielo, con letra del mismo Grau.
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¿Cuáles son los rasgos fundamentales de la obra de Grau?
Según explican el doctor Julián Mosca y la licenciada Nilda Vineis del Instituto de Investigación Musicológica Carlos Vega (IIMCV) de la Universidad Católica Argentina en Buenos Aires, “siempre se mantiene en el marco de una estética claramente neoclásica en la que se advierte una marcada influencia stravinskyana, lo que era ineludible para los compositores de su generación y sensibilidad”.
Más allá de la descripción musicológica la obra de Grau es bella, profunda, franca y en cada nota se palpita una emoción. Para la destacada violinista madrileña Ana María Valderrama, que interpreta conmigo el Concierto de Yuste para violín, piano, timbales y arcos Opus 88, Grau “transporta al oyente a una dimensión de espiritualidad y contemplación empleando una belleza emotiva que invita a la reflexión interior y a la conexión espiritual”.
El director argentino Francisco Varela, quien fue el director artístico de la grabación, siente que como “los grandes compositores, ha podido conocer a Eduardo y su personalidad, su esencia a través de su música”. El maestro Varela encuentra “una expresividad directa, como la de una conversación muy honesta o sincera, donde Grau logra una fluidez discursiva y una coherencia que lo hace muy asequible de escuchar, de una manera mozartiana”.
Como los grandes compositores de la historia, Eduardo Grau tenía conocimiento absoluto de las posibilidades de cada instrumento. Por ejemplo, el violista valenciano David Fons, con quién grabé el Concertino para viola, piano y arcos Opus. 124, sostiene que “el maestro Grau entendía perfectamente las particularidades del lenguaje de la viola, a la que ha tratado como si él mismo fuese violista, con su discurso musical y la utilización de recursos sonoros”.
Diría también que es la obra más hispanoamericana que conozco, entendiendo como tal una expresión artística inspirada en la cultura española, su historia, su lengua y su religión pero compuesta en las américas, en este caso la Argentina.
El Concierto de Yuste describe musicalmente la vida contemplativa de los monjes del Monasterio de San Jerónimo de Yuste de la provincia de Cáceres, España y su vigor evoca la presencia del rey Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano (1500-1558) que decidió retirarse en este monasterio después de su abdicación en 1556.
Este aspecto lo enfatiza muy bien la flautista checa Jana Jarkovská, con quien hicimos la Flor del Gnido, Concierto para flauta, piano y arcos Opus 198 cuando se refiere a la conexión en la que Grau “excepcionalmente combina la flauta, el piano y la orquesta en esta obra inspirada en el extenso poema homónimo de Garcilaso de la Vega (fines s. XV-1536), poeta español del Siglo de Oro, transportando al público a una atmosfera cortesana renacentista para crear “una contribución extraordinaria y original para el repertorio de flauta del siglo veinte”.
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El director Francisco Varela.
Describinos tu experiencia a lo largo de la grabación del disco, que reúne a un destacado plantel internacional de intérpretes bajo la batuta de otro argentino, el ya mencionado Francisco Varela.
Me sentí muy cómodo con todos. Cada uno aportó lo mejor de sí en largas jornadas de trabajo. Todos con el máximo compromiso en la misión impuesta: la puesta en valor de la obra de Grau. Terminó siendo un elenco ideal dirigido por el sobresaliente director Francisco Varela, de Buenos Aires. Fue muy natural, como un encuentro de amigos.
En el proceso de formación del equipo, que comenzó antes de la pandemia, hubo deserciones y expulsiones y el filtro final fue el sello Naxos, cuyo Directorio de Artistas y Repertorio tiene la decisión final, aprueba o desaprueba.
Con Varela pensamos que era fundamental que hubiera músicos que representaran la hispanidad y la argentinidad de Grau, además de haberse destacado en sus respectivas carreras.
Francisco Varela, con importantes conexiones a nivel mundial, es quien trajo a la Orquesta de Cámara Anima Musicæ (Amco) de Budapest, Hungría. Anima Musicæ (El alma de la música) fue creada en 2010 por alumnos de la Academia de Música Franz Liszt de Budapest y obtuvo el primer premio en la 5ª Summa Cum Laude Internacional de Viena, Austria y el Torneo Internazionale di Musica de Paris, Francia en 2014. Amco mantiene una cargada agenda de conciertos en Hungría e internacionalmente, lo cual es primordial para Naxos.
En cuanto a los solistas, el grupo lo integraron Ana María Valderrama, una de las violinistas españolas más aclamadas del momento que hizo su debut como solista con el gran director Zubin Mehta y es la primera violinista española en la historia en haber ganado el Primer Premio y el Premio Especial del Público en el XI Concurso Internacional de Violín Pablo Sarasate. Este es su tercer disco para Naxos.
El violista David Fons, también de España, fue el ganador del Primer Premio en el Concurso Internacional de Viola de Murcia y el Binacional de Bayona, y estrenó obras maestras para su instrumento como la Suite para viola y orquesta de Agustí Borgunyó; ha grabado para el sello Orpheus Classical.
El clarinetista austriaco Simon Reitmaier y la flautista checa Jana Jarkovská le dieron internacionalidad al grupo. Reitmaier ha tocado alrededor del mundo incluyendo el Carnegie Hall de Nueva York y fue el ganador de la Competición Carl Maria von Weber de Alemania. Jarkovská es ganadora de las competiciones Pro Musicis de Paris y Salieri-Zinnetti de Música de Cámara de Verona y graba frecuentemente para la Radio Checa estrenos a nivel mundial de compositores checos.
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La violinista Ana María Valderrama.
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El clarinetista Simon Retmair.
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La flautista Jana Jarkovska.
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Anima Music Chamber Orchestra.
¿Cómo fue que Naxos Records decidió sumar a Grau a su extenso catálogo?
Esta es la primera grabación y estreno mundial de obras de Grau, lo que cumple totalmente con el perfil de Naxos, que busca originalidad en el repertorio y excelsitud de los intérpretes a sumar a su catálogo. Generalmente son compositores desconocidos y olvidados, y pueden también hacer repertorio novedoso de compositores conocidos. Ayudó que algunos de los artistas ya estábamos en el catálogo de Naxos, la violinista Valderrama y yo con las grabaciones de Bottiroli y otros, como Varela, habían grabado para sellos independientes que son distribuidos por Naxos, como Guild Music. Todo esto propulsó a Naxos a abraza la música de Grau.
El lanzamiento le da visibilidad no sólo a Grau sino también al notable pintor rosarino Juan Grela (1914-1992), una de cuyas obras ilustra la portada del disco. ¿Qué nos podrías comentar al respecto?
Juan Grela es uno de los grandes pintores que tuvo Rosario. La primera portada que sugirió Naxos no me convenció; no le encontramos relación con el contenido musical. Esto me motivó a que propusiera esta obra de Grela que se titula Paisaje de Sorrento y está fechada en 1967. No se trata del pueblo en la costa amalfitana de Italia, sino de la calle Sorrento en el barrio Alberdi, en la zona norte de Rosario, donde vivió Grela.
Grau compuso la primera obra de la grabación, el Concierto de Yuste para violín, piano, timbal y arcos en Mendoza en 1966, de manera que presentamos dos expresiones artísticas nacionales, una musical y otra pictórica, de la misma época.
En la pintura Grela representa a un personaje sosteniendo una flor, lo cual se corresponde con la última obra de la grabación, La Flor del Gnido, Concierto para flauta, piano y arcos, inspirada en el poema de Garcilaso de la Vega. El Concierto para clarinete y arcos, que tiene un contenido folclórico argentino, se vincula con los otros elementos campestres de la composición de esta obra de Grela.
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La portada del CD, con la obra del gran pintor rosarino Juan Grela.
¿Cuáles son tus proyectos para el futuro, después de Bottiroli, César Franck y Grau? ¿Incluyen a Rosario?
Todo lo que hago incluye a Rosario, y Argentina aunque no esté presente: es la dicotomía del inmigrante a la que me referí anteriormente y que reconocí en la obra de Grau. En cuanto a proyectos concretos tengo muchos: sigue la tercera grabación de la obra integral para piano del rosarino José Antonio Bottiroli, que ya está en manos del sello Naxos Grand Piano para su lanzamiento, fecha a confirmar. Y sigue emprender la cuarta y última grabación para concluir con la obra integral de Bottiroli. Deseo grabar el Concierto para piano y orquesta de Nicolás Alfredo Alessio, que se compuso en Rosario en 1945. Y quiero continuar con otras obras de Grau, las de Jacobo Ficher y Edmundo Pallemaerts, ambos compositores inmigrantes, y las del rosarino Dante Grela.