Un cadete y un preso de la ex alcaidía fueron condenados por una serie de estafas cometidas en 2021 con llamados telefónicos desde la cárcel. Con engaños a la vieja usanza y sin amenazas de plomo, dos internos contactaban a señoras mayores, se hacían pasar sus hijos o nietos y decían estar en medio de alguna emergencia por la que necesitaban dinero. Así engañaron a una mujer que entregó 20 mil pesos y a otra que aportó 15 mil, aunque el cuento no funcionó con una tercera a la que le pidieron 400 mil pesos por un falso secuestro.
Las estafas se descubrieron a través de escuchas telefónicas. Se cometían con una modalidad que fue corriente unos cuatro años atrás, cuando se desbarataron bandas que llegaron a reunir sumas millonarias simulando ser familiares en problemas de personas a las que engañaban por teléfono. Un negocio que, tras la pandemia de coronavirus, dejó lugar a las violentas extorsiones con reclamos de “plata o plomo” a comerciantes, en la mayoría de los casos desde las prisiones.
Los engaños gestados en la Unidad 6 de Francia 4855 se cometieron sin violencia y sin uso de arma de fuego. Eso se tuvo en cuenta al aplicar las penas que dos acusados aceptaron el jueves pasado en el Centro de Justicia Penal. Las condenas se fijaron en un acuerdo abreviado entre la fiscal de la Unidad de Balaceras Valeria Haurigot y los defensores Soledad Carroza y Ezequiel Torres. El juez José Luis Suárez convalidó la sentencia.
“Eran estafas del tipo cuentos del tío. El grupo no llegó a conformarse como una banda. Era más bien una actividad inorgánica, iban probando para sacar algo de plata con el celular en el pabellón”, explicó la fiscal, e indicó que no todas las víctimas detectadas en las escuchas pudieron ser identificadas.
El preso Agustín Lisandro Massoni, de 25 años, fue condenado a 2 años y medio de prisión efectiva como coautor de dos hechos de estafa y un intento de extorsión. Pena que se unificó en 9 años y 2 meses con una condena previa de septiembre de 2020 por robo. El otro condenado es Lucas Ezequiel Tusiani, de 31 años, un cadete que admitió haberse ocupado de retirar el dinero en algunas de las estafas a cambio de un pago. Como el “bolsero” del grupo, fue considerado un partícipe secundario y recibió 1 año y medio de prisión efectiva. Otro preso de la ex alcaidía, Adrián Nicolás Q., está implicado en el caso a la espera de condena.
Punto de partida
La investigación comenzó a partir de una denuncia que presentó en noviembre de 2021 un carpintero a quien le habían llegado mensajes extorsivos por WhatsApp. “Si no ponés 2 millones de pesos en un bolso ya vas a ver lo que te va a pasar. Conocemos todos tus movimientos, te estamos siguiendo", le dijeron, y luego le enviaron fotos de su domicilio, de su local de trabajo y de la casa de su madre. Como las amenazas continuaron el hombre se fue de su casa. Días después comprobó que le habían disparado al frente y encontró una nota que decía “comunicate urgente gil”, con un número de celular.
Fue el único caso en el que hubo disparos. El hecho no llegó a aclararse, pero fue la llave para detectar las estafas telefónicas. Es que el hombre tenía un sobrino preso en la Unidad 6 y el celular del que habían partido las amenazas impactaba en una antena de Anchorena al 2700, cercana a la cárcel. La línea intervenida y así se descubrieron los engaños.
En una charla, uno de los usuarios del teléfono se identificó como Massoni. Un preso por robo calificado y portación ilegal de arma cuya voz se reiteró en los llamados. Se descubrió que tenía comunicaciones frecuentes con Tusiani, cuyo teléfono también fue intervenido. A partir de un pedido de helado a domicilio se determinó su dirección. Otra de las personas que usaba el aparato en prisión era un preso llamado “Adrián”. Sólo había dos internos con ese nombre en la Unidad 6. A partir de una declaración que brindó Tusiani al ser detenido en febrero de 2022 fue imputado Adrián Q., quien compartía celda con Massoni en el pabellón 11.
Una de las víctimas fue una mujer que tenía problemas para ubicarse en tiempo y espacio. El 12 de diciembre de 2021 uno de los presos se hizo pasar por su nieto y logró que aportara 20 mil pesos, dinero que luego retiró Tusiani de un domicilio de la zona oeste.
Tras el pago, volvieron a llamarla. La mujer le reprochó a su falso nieto que enviara a un desconocido a buscar dinero. El interlocutor aprovechó para averiguar, supuestamente en nombre de su madre, si la víctima guardaba en la casa más dinero o joyas. “Decile a tu mamá que no tengo para darle más de lo que le di. Y que no me mande a un extraño a buscar algo así”, respondió la víctima. A lo que el preso contestó: “Ya sé abuela, pero era de confianza. Tenés que quedarte tranquila. Nosotros te amamos. Queremos pasar las fiestas con vos”.
El 29 de enero cayó en el mismo engaño una mujer a la que uno de los presos confundió, también, simulando ser su nieto. Logró que entregara 15 mil pesos en un sobre de papel madera que una vez más retiró Tusiani de su casa de la zona sur. Una hija de la mujer, que vivía al lado, hizo la denuncia. “El sábado a la tarde escuché un ruido en el patio, me asomé a la ventana y vi una moto estacionada en la vereda. No le di importancia pero después vi que mi mamá salió y le dio un sobre a un muchacho”, dijo.
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La hija de la víctima sospechó algo raro y pegó un grito, pero al llegar a la puerta de su madre el muchacho ya se había ido: “Cuando le pregunté a mi mamá, me contó que la había llamado mi hijo diciéndole que estaba en el súper y que necesitaba plata. Ella se la entregó a este muchacho que supuestamente venía de parte de él. Mi hijo nunca llamó ni mandó a nadie a buscar nada”.
Falso secuestro
Un tercer caso de estafa que no llegó a concretarse fue el 5 de diciembre de 2021. Los internos llamaron a una mujer simulando ser inspectores de tránsito. Primero le anunciaron que su hijo había sufrido un accidente: “Escúcheme señora. Mi nombre es Carlos Díaz. Soy oficial de la policía de tránsito de la ciudad de Rosario. Me estoy comunicando en carácter de urgencia porque acá hay un familiar suyo que se encuentra accidentado”. Precisaron que habían chocado dos autos y una moto y lo estaban asistiendo los paramédicos.
Luego le dijeron que no estaba herido sino secuestrado y exigieron 500 mil pesos de rescate. En ese momento otro interno, fingiendo el llanto, simuló ser el hijo de la mujer: “Ay, mamá, no sabés lo que me pasó, me tenés que ayudar por favor, mamá, me tiene acá”, dijo. Pero la víctima logró comunicarse con su nuera, se percató del engaño y cortó la comunicación.
En otros casos no se pudo identificar a las víctimas porque no hubo denuncias, pero quedaron registrados en las escuchas. El 14 de diciembre de 2021, Tusiani llamó al celular de la prisión porque no encontraba el domicilio donde debía retirar dinero. Cuando lo ubicó, Massoni le pidió que le pasara con la señora. “¿Me escuchás? Soy Tato”, le dijo, simulando ser su nieto, mientras el bolsero se retiraba con el pago.