“La debilidad del rival debe ser una fortaleza nuestra”, decía Osvaldo Zubeldia, padre fundador de la escuela pincha. Miguel Ángel Russo arrastró ese ADN, agregando conceptos y actualizando otros a la época. En un fútbol que te exige cada vez más velocidad para ejecutar, sin demasiado tiempo para lirismos, la planificación previa a los partidos termina siendo fundamental. No es casualidad que Central haya anotado por vía aérea 4 de sus 5 goles en el torneo.
“Equipo aguerrido, solidario en el sacrificio, que basa su juego en la potencia y la efectividad del medio hacia arriba”. Con variables propias de cada encuentro, pero este puede ser el resumen de la idea que propone Miguel para sus dirigidos. Y explotar el juego por arriba.
Russo gusta de jugar con línea de 4 tradicional (la línea de tres persistió hasta donde pudo y tuvo fecha de vencimiento en Victoria), con laterales que pasen al ataque, volcando juego por las bandas, para luego intentar diagonales y centros. Y los zagueros, para el DT, siempre tienen que imponer presencia tanto en defensa como en ataque. Lo mismo corre para el centrodelantero. Facundo Mallo mide 1,86 metro, Carlos Quintana, 1,91, Juan Cruz Komar, 1,90, y Alejo Veliz, 1,87.
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Palomita. Candia, en pleno vuelo triunfal en el debut ante el bicho.
Prensa Carc
El canalla no sólo aprovechó la altura de estos jugadores, también lo hizo en los momentos justos, durmiendo a la defensa rival, sacándole el máximo rédito a la pelota parada. El gol de Candia ante Argentinos en el debut llegó a través de otro fundamento mencionado anteriormente: el aporte de los laterales. Centro de Alan “Coyote” Rodríguez, aparición del uruguayo por atrás de todos y cabezazo a la red.
Volviendo a la pelota parada, Central le anotó los dos goles a Tigre por esa vía. El primero fue para abrir el marcador en el José Dellagiovanna: Malcorra recibió una falta a metros del área, sobre la izquierda, Francis Mac Allister ejecutó un centro corto al primer palo, Komar anticipó a todos y de cabeza puso el 1-0.
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De guapo. Komar anticipó a todos y marcó el 1-0 parcial ante Tigre.
Marcelo Bustamente / La Capital
Después Tigre se lo dio vuelta, pero los de Arroyito lo empataron en el último suspiro de la noche. Tiro de esquina de Nacho Malcorra desde la izquierda, pelota al corazón del área, Mallo primereó a su marca y facturó para el 2-2. Previamente, con otro córner, Quintana también estuvo a nada de convertir por arriba.
La cosecha aérea continuó el domingo ante Arsenal. Nuevamente Malcorra como ejecutante de un tiro de esquina, balón casi teledirigido directo a la cabeza de Veliz, el juvenil metió un frentazo y venció la resistencia de Alejandro Medina para señalar el 2-1.
Hacía largo rato que Central no tenía una presencia tan fuerte en la pelota detenida y mucho menos que sea tan beneficiosa. No es moneda corriente en las huestes de Arroyito. Tampoco es casualidad. Un equipo no puede tener tanta suerte de hacer casi todos los goles de cabeza. Detrás hay un trabajo semanal que lo avala.
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En la última. Mallo saltó más que todos y puso el 2-2 final en Victoria.
Marcelo Bustamante / La Capital
Russo encontró en el juego aéreo una forma de subsanar lo que a veces no llega con la pelota al piso. Tiene a los intérpretes y ejecutantes ideales en ese sentido. Seguramente Campaz le imprima la cuota de fútbol que aún no tiene, primero porque es un plantel que comenzó a trabajar tarde y, segundo, porque el torneo apenas está en su amanecer.
A Central no le sobra nada pero es un conjunto pragmático, que aprovecha momentos y que es, principalmente, implacable. No llegará mucho pero convierte. ¿Alcanza para contentar a Russo? El entrenador canalla repite una y otra vez que el once está en proceso de mejora constante y que espera mucho más. Mientras tanto sacó 7 de 9 y luce como un equipo compacto, difícil de vencer para cualquiera. Y si te dormís, te da un cabezazo de nocaut.