Central logró mucho más que un triunfo en el partido del martes por la noche ante Inter. Es evidente que la victoria apuntaba a ir lo mejor parado posible a Brasil y de hecho es algo que consiguió, pero hay muchos otros elementos satélites que hacen a la cuestión, que le vinieron al pelo a un equipo que necesitaba el triunfo como el agua. Fue apenas un pequeño paso que dio en esto de acceder a los octavos de final de la Copa Sudamericana, pero un paso mucho más grande si se tienen en cuenta esos otros ítems referidos, que no son más que el reencuentro con la victoria, el haber ganado nuevamente en el Gigante de Arroyito y el levantarse de inmediato del porrazo que se pegó ante Barracas Central por Copa Argentina. En definitiva, se trató de un triunfo revitalizador desde el lado que se intente abordar el análisis.
Bastó ver el rostro de Russo (acompañado de Facundo Mallo) en la conferencia de prensa pospartido. Es que en el mismo momento en el que DT ingresó al salón Centenario del Gigante se advirtió un semblante totalmente distinto al que evidenció hace unos pocos días en cancha de Platense. Quizá el mejor entendedor de la implicancia de esta victoria que, se insiste, el equipo la necesitaba.
“Perder con Barracas nos dolió, hablamos mucho de eso y buscamos volver a las fuentes y de a poquito nos vamos a ir acomodando. El mérito es de los jugadores, pero lo importante es que estamos bien como equipo, como grupo y como club, que es algo que me gratifica”, tiró Russo a modo de resumen.
El primer chico
Frente a una serie de corte eliminatorio, con partidos ida y vuelta, hay un trámite innegociable: ganar de local. Y Central actuó en consecuencia. Porque no es lo mismo viajar a Porto Alegre sabiendo que el empate lo clasifica a octavos de final de la Copa Sudamericana que haciéndolo con la imperiosa necesidad de ir en busca de una victoria o en su defecto un empate que lo lleve a los penales.
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Con su gol, Campaz le dio la alegría alegría a todo Central, pero el colombiano lo necesitaba más que nadie.
Leonardo Vincenti / La Capital
Entre otras cosas, Central puso en evidencia que Inter no es un equipo al que no se le pueda hacer frente. Por supuesto, en la revancha se espera una actitud mucho más agresiva del equipo brasileño, pero el canalla ya tiene herramientas suficientes de conocimiento sobre las virtudes y defectos del rival. Puede parecer un dato aleatorio, pero Inter jugará bajo la presión extrema de ganar después de una seguidilla de partidos en los que no lo hace. Es que acumula seis encuentros sin conocer la victoria.
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La espina de Barracas Central
La derrota por Copa Argentina ocasionó un daño que ya es irreparable, pero este triunfo ante Inter llegó inmediatamente después de ese traspié. Resta escribir la otra mitad de la historia, la de Porto Alegre, pero en el seno del plantel saben perfectamente lo que significó levantar la cabeza.
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Para el canalla, el semestre arrancó contra Barracas Central, por Copa Argentina, y fue derrota en Vicente López.
Virginia Benedetto / La Capital
Ese costado anímico también juega un rol preponderante, por la sencilla razón de que el viaje a Brasil será en un contexto de mayor confianza, con el convencimiento renovado. Y si de confianza y ánimo se trata, cómo dejar de lado lo que fue el gol de Jaminton Campaz, un jugador que necesitaba más que nadie un empujón desde lo anímico, cambiando indiferencia y hasta cierto destrato por ovación.
Otra vez de local
En la previa del partido se habló de la necesidad de que Central debía volver a hacerse fuerte en su estadio. Y fue otro de los puntos que el entrenador canalla destacó minutos después del partido.
Russo se acordó de que “la última vez que ganamos de local fue contra Caracas”, por Copa Libertadores, haciendo referencia a esos dos empates (ante Tigre y Lanús) por el torneo local en los que su equipo no logró marcar la diferencia. Es más, en ambas ocasiones la igualdad llegó en el final (Mallo en el primero y Ruben en el segundo).
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Módica lo grita con alma y vida ante Caracas, en el último partido que Central había ganado en Arroyito.
Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Más allá de que se trató de un triunfo justo, a Central le costó desde lo futbolístico, sobre todo en el primer tiempo, aunque no se puede obviar que se trató de un partido internacional, ante un rival de renombre y en el que el temor a cometer un mínimo error siempre está presente. Pero frente a esa falta de un fútbol ciento por ciento consistente el canalla echó mano al convencimiento, la entrega y el compromiso. En ese terreno también logró dar un paso al frente.