“Que una canción sea un clásico no lo decidís vos, lo decide la gente”. Lo dice Alejandro Lerner, quien ha sostenido desde sus inicios un alto nivel autoral, compositivo e interpretativo, cuyas canciones recorren el mundo a través de innumerables versiones de artistas populares de Iberoamérica. El autor de “Todo a pulmón” llega a Rosario en el marco del tour “Grandes éxitos” el viernes 24 de noviembre en el teatro El Círculo. En este show de clásicos, Lerner estará acompañado por una banda compuesta por Gringui Herrera y Marcelo Muir en guitarras; Marcelo Vaccaro, en bajo; Manu Caizza, en batería y Marcela Lerner, en coros y percusión. En este diálogo exclusivo con Sociedad, el artista repasa sus inicios, menciona a sus referentes y también da sus puntos de vista en temas diversos que van desde su mirada en el mundo de la música hasta el conflicto de Medio Oriente.
¿Cómo fue que elegiste el piano para expresarte? ¿Por qué ese instrumento en particular?
En la primaria te daban el toc toc, el tonete, hasta en un momento me dieron un bombo, instrumentos que no eran muy simpáticos. A mis padres se les ocurrió comprar un piano para mi hermana y para mí. Todavía lo tengo, era un piano vertical. Nos pusieron una profesora y ahí empecé a notar que yo tenía una afinidad distinta que la de mi hermana: ella estudiaba, pero yo me divertía. Yo creaba, improvisaba, me salían canciones, empecé a desarrollar una veta artística desde muy chiquito. Así quedó el piano y después todas las alternativas como el órgano, los sintetizadores, los clavicordios. Terminando la secundaria ya tenía la vocación completamente delineada.
¿Cómo fueron saliendo las canciones, con un método o solo inspiración del momento?
Método no hay, lo que hay es mucha profesión, un nivel de exigencia y de responsabilidad con cada obra que uno ya no se permite hacer cualquier cosa. El método era ser honesto, ser libre, volcar, expresar.
¿Qué importancia tuvo Sandra (Mihanovich) en tus comienzos? ¿Cómo fue que le hacías llegar tus canciones o como ella las fue descubriendo?
En los 70 quería trabajar de músico para demostrarles a mis padres que ese era mi compromiso, que yo quería ser músico de verdad. Acompañé a cantantes populares, toqué en cabarets, toqué en hoteles con los amigos con los que quería tocar jazz y terminábamos tocando música bailable. Un día me contrata Pepito Cibrián para tocar los teclados electrónicos en la obra “Aquí no podemos hacerlo”, donde actuaba Sandra. Yo iba un rato antes y cantaba mis canciones con el teatro vacío. Un día llega Sandra y me dice “qué lindas canciones, ¿son tuyas?” y le digo “sí”. “¿Se pueden cantar?”. “Sí, claro”, le dije. Le mostré más canciones, me propuso ser su pianista y fui su director musical durante dos años. En un disco suyo puso cinco canciones mías, entre ellas “Cuatro estrofas” y “Mil veces lloro”, que fueron éxitos. Por eso Sandra fue fundamental para mi carrera y para mi vida personal.
Después te invitaban todos, Vox Dei, Miguel Abuelo, Santaolalla. Ya ocupabas un sitio importante en el mundo de la música.
Ser invitado por Willy (Quiroga) a grabar en “La Biblia” con Vox Dei fue maravilloso, esa obra es un documento fundamental, una de las “biblias” del rock argentino, valga la redundancia. Después me llamaron de Pappo”s Blues, de Soluna y de Porchetto. Cuando Miguel Abuelo me propuso ingresar a Los Abuelos, le digo “mirá, yo estoy formando mi propia banda, así que lamento no tener el honor de aceptar tu propuesta, pero te doy el teléfono de un amigo mío que se llama Andresito Calamaro, y si le faltan teclados no te preocupes que yo le presto los míos”. Así fue que Andrés entró a esa banda.
¿Qué tiene de particular o de especial “Todo a pulmón” que justifique que se haya convertido en un himno?
Hablando en el idioma de Calamaro, tiene una honestidad brutal, porque es una canción que no tiene segundo mensaje ni segunda intención, si dice “pulmón” no puede estar pensada comercialmente. Tiene la honestidad de un chico al que se le estaban cumpliendo algunos sueños, pero sin la experiencia de batallas y dolores que también eran parte de ese camino. Por eso empiezo con una confesión “qué difícil se me hace mantenerme en este viaje sin saber a dónde voy en realidad”, ese nivel de inocencia y de honestidad hizo que hasta el día de hoy esté en el alma de millones y millones de personas en Iberoamérica con mi versión y con las de La Negra Sosa, Miguel Ríos y otros.
A Mercedes ustedes los artistas la consideran como una madre o una tía. ¿Qué te generaba esa cercanía con la Negra?
Su voz era mágica, ella empezaba a cantar y todos nos quedábamos con la boca abierta. Con sus rasgos tan indígenas, tenía una voz con delicadeza, poder y potencia, y una gran apertura mental y emocional. En mi caso me decía “Alexito vení a comer empanadas a casa y a mostrarme algunas de esas canciones tan lindas que tenés”. Ella me grabó “La belleza”, “Todo a pulmón” y también “Indulto”, que es una canción que no todo el mundo la escuchó y que es como un documento de nuestra vida social.
Alejandro Lerner, Rusherking - Después de Ti (Official Video)
A lo largo de tu carrera hiciste colaboraciones con artistas que se suponía que iban por caminos estéticos y musicales diferentes. ¿Fue una manera de ir sorteando prejuicios?
Sí, y que sean caminos diferentes no determina nada, lo maravilloso de crecer y nutrirse, es precisamente no estar solamente con la gente de tu palo como si fuera un clan. Ir hacia otros universos me permitió conocer muchos artistas que tienen otra raíz, lo cual no significa que seamos incompatibles. Con Rusherking, por ejemplo, fue muy simple porque es santiagueño como mis abuelos, para mí tiene un cantito que me es muy familiar y me parece que es un chico con el que podemos hablar más allá del trabajo. A L-Gante lo conocí muy poco y la verdad que conmigo se portó como un caballero. Siempre trato de que el intercambio sea humano, no sea industrial, cuando es industrial, no le veo mucho futuro.
¿Pensás que se pueden hacer muchos éxitos o hits en poco tiempo o eso sucede de vez en cuando?
Depende lo que uno llama hit, porque una cosa es una canción que dura quince días y otra es una que dura cuarenta años. Una cosa es un hit comercial y otra cosa es un clásico. Un clásico es otra categoría de canción, no hay forma de que un compositor se pueda sentar con su instrumento y diga “voy a hacer un clásico”, eso no lo decidís vos, lo decide la gente.
Siempre te preocupó la realidad. Estuviste mucho en Israel. ¿Cómo ves a la distancia lo que está sucediendo en Medio Oriente?
Es el horror, es la oscuridad. La oscuridad no tiene conciencia ni justificación. No hay justificación, ni política ni ideológica, para que a un bebé le corten la cabeza ni para que entre un grupo de gente a ametrallar a chicos que están bailando. Podés sí discutir con gente que te habla de ocupación de Palestina aunque ni siquiera es Palestina. Conviven ahí de hace mucho tiempo, hay palestinos en Israel y hay israelíes en Palestina, y estaban tratando el acuerdo de paz, por eso hay gente que no puede vivir en paz y entonces tiene que buscar una justificación para el odio. El odio es ignorancia, es una enfermedad. No importa si es Israel, Uruguay o Rosario, lo que está mal está mal en cualquier lado, no hay justificación.