Incluso alguien colgó de las novenas cristianas la foto de la oración para el mal de ojo ("que rezaba la Hermanita Caridad" y que indica que al final hay que hacer tres cruces sobre la frente del maldecido, diciendo: "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo"). Y hasta se compartió uno que habla de la convocatoria de una especie de simposio de "brujas":
https://twitter.com/fef_crespo/status/1596957632568647681
https://twitter.com/leo1972luz/status/1596759222024216576
El mal de ojos es el daño que supuestamente ocasiona una persona con solo mirarla. La contraparte afectada se dice que "está ojeada", que "le echaron mal de ojo", o "el ojo encima"
Antiguamente se pensaba que las brujas eran quienes lo usaban para hacer caer enfermas a sus víctimas, y que así perdieran el amor o cayeran en desgracia.
En 1425 ya existía un tratado sobre el "mal de ojo" o "aojamiento", de Enrique Villena, que decía que los facultativos lo consideraban un hechizo o encantamiento y siglos más tarde se lo conectó con la envidia, para la que los griegos apelaban a un recurso apotropaico para protección o conjuro, de marcas de barro o cieno en la frente. A estos recursos se sumaron a lo largo de los tiempos piedras, plantas, inscripción, rezo, cintas, amuletos, agua bendita, aceites, higas (gesto como el cruce de dedos) o ungüentos.
En América los sentidos y formas de alejar el mal son muchos y variados. Y en Argentina a Ceferino Namuncurá, un salesiano beatificado en 2007, nacido en el pueblo de Chimpay (Río Negro), se le adjudica en absoluto sincretismo el descubrimiento del remedio para el ojeamiento. Por esto, los curanderos o chamanes provenientes de la región de referencia son considerados por los supersticiosos como los más apropiados para realizar estos rituales.
Herencia oral, chamanes y antropología social
El mal de ojo, como el que supuestamente afecta a la selección argentina de fútbol, y el empacho o el mal de los nervios son de las dolencias populares. Pero, ¿qué son y cómo es la terapéutica?
He aquí las respuestas por parte de una mujer que heredó el saber de un familiar, de una terapista holística y del psicólogo y rector de la Universidad del Gran Rosario.
Elizabeth D. es una profesional de la comunicación que heredó el saber de un pariente cercano y se ha cansado de "curar" a sus compañeros y compañeras, con fe en el tema o no, en su lugar de trabajo, de manera cercana y también a distancia. "Para mí es una intoxicación energética que percibe una persona vulnerable, puede provocar dolor de cabeza", define antes de explicar que la forma de liberar del mal de manera efectiva si se enseña en Navidad o en Pascuas cuando la familia está reunida, "mejor".
"Las mujeres de antes decían que el mal de ojo se 'pegaba' porque te miraban 'fuerte', era una ojeada que se evitaba colocándose una cinta roja en la muñeca: así los ojos del ojeador en lugar de mirar a la persona, posaban su mirada en la cinta como protección. Es muy común que el mal se dé sobre los bebés porque están muy tiernitos en este mundo y quien libera se queda bostezando, lagrimeando, eructando o hasta con náuseas y vómitos si la perdona que padece está muy cargada".
Por su parte, la rosarina Norma Oviedo, practicante de chamanismo y sacerdotisa andina con saberes incaicos y un largo currículum de terapias alternativas (desde numerología, regresión a vidas pasadas, reiki usui (para equilibrar chakras), fitoterapia y decodificación hasta coaching transpersonal) explicó que "el curanderismo es ancestral tanto como el poder de la palabra que unido a los sonidos chamánicos, sahumos, manos y rezos, crean magia".
Asegura que se puede ayudar a sanar a cualquier persona o lugar de males o malas intenciones que envían otras personas y que se designan "energías negativas". Y específicamente sobre el mal de ojo dijo que es una curación de tradición oral que puede romperse a través de "oraciones y rezos, una cinta roja, o violeta, amuletos como el ojo azul, el ojo de horus (símbolo solar egipcio) y turmalina (piedra de sanación de múltiples colores)".
Por último, desde la Universidad del Gran Rosario ubicada en Corrientes 1254, dio su testimonio el rector José Luis Aguirre, quien está cursando un posdoctorado en Antropología Médica en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam).
En agosto pasado esta universidad fue visitada justamente por un profesional de la universidad azteca: el médico cirujano especializado en antropología, Roberto Campos Navarro.
Disertó sobre "Introducción a la antropología médica y la interculturalidad en el proceso salud, enfermedad y atención" y como el rector está formándose justamente con Campos Navarro (nunca más pertinente indagar sobre la cátedra que imparte un mexicano cuando se supone que desde Argentina se curó a la selección en Qatar para ganarle al rival de centro América), Aguirre tomó la palabra.
Es psicólogo de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), nació en Venado Tuerto, dijo que desde pequeño conoció estas prácticas de cura, pero además es hincha de Boca y de Central y por todo eso habló del mal de ojo a la albiceleste.
Dijo que hay que tratar con mucho "respeto" estos saberes que "no son extraños a nuestra cultura" y que unen paradigmas "prehispánicos y europeos".
Señaló que técnicamente para la antropología son "síndromes culturalmente definidos", lo que significa que "muchas veces no tienen explicación ni definición académica o científica, pero sí para lo tienen para el saber popular y siguen vigentes porque son eficaces".
Males y terapéuticas
Aguirre dice que entiende que para médicos, psicólogos y racionalistas, tanto los males como el de ojos, el del empacho o la ruptura de mollera y las terapéuticas relacionadas como tirar el cuerito y los rezos con cintas parezcan "superticherías". Pero cree que ante todo hay que entender epistemológicamente la diferencias de esos saberes que se posan en las personas pero también en los lugares.
"Para el mundo occidental los sujetos se dividen en cuerpo y alma y ya hay allí un problema, para muchos pueblos indígenas las almas son tres y todo se complica", ironizó antes de remarcar que un alma está en la cabeza, otra en el hígado y una más en el corazón.
En ese sentido explicó Aguirre que el susto, que sería una situación disruptiva como un accidente o un duelo, se considera en las culturas populares que "la persona deja de ser lo que era porque el alma de la cabeza se fue y extravió, entonces la terapéutica consiste en un ritual de rezos que intenta recuperar esa alma perdida".
El mal de ojo "es otro desacople que deja al afectado decaído y con falta de ganas", entonces in situ o a la distancia "siempre con la palabra" se lo cura. "E épocas prehispánicas eran rezos de las culturas indígenas, luego se toman los que lega la Cristiandad".
El empacho es una patología gástrica, provocada por grasas o harinas, pero para Aguirre, no es solo eso", porque lo que cae mal puede ser una comida sana en un contexto emocionalmente complejo. La forma de sanarlo es tirando el cuerito o la piel de la espina dorsal.
Los nervios, que son las torceduras de tobillos o la tortícolis tienen un método diagnóstico. "Se colocan en agua cinco semillas de maíz, si se juntan es que los nervios están pegados" y se separan con oraciones a la virgen, a Jesús y otras deidades.
Y la insolación, en el mismo sentido, se comprueba poniendo un vaso con agua dado vuelta en la cabeza. Que se hagan burbujas significa que el calor está saliendo.
"Creer o reventar", dice el dicho popular, pero por las dudas ya muchos piden que la abuela de Fef y todas las curanderas posibles se "pongan las pilas" contra Polonia, el miércoles a las 16, hora argentina. Vale el pedido de @Gonzakaiser como ejemplo: " Che, háganse un sindicato y júntense todos los demás partidos por favor les pido, este es el mundial de Messi".