Empieza la máxima fiesta popular del mundo. Arranca el evento que concita las miradas, la adrenalina y la emoción de todo el planeta. Esta vez el megatorneo se juega a fin de año, en el otoño del golfo Pérsico, para que sea más amigable el calor implacable del desierto qatarí. A partir de hoy, a las 13, con duelo entre Qatar y Ecuador, se dará el puntapié inicial a una catarata de partidos, que desde mañana comenzarán en continuado desde temprano hasta la tarde, con un menú imperdible para los fanáticos y tentador también para los que por curiosidad se acercan al fútbol cada cuatro años, justamente para el Mundial. Ya está todo listo, los planteles definidos, los estadios impecables y con la multitud de hinchas que ya copó el pequeño, pero ultrapoderoso país asiático. Claro que la ilusión argentina se renueva, siendo esta vez candidata firme al título, más con Lionel Messi como abanderado (a pesar de que ayer entrenó diferenciado y activó las alarmas) y la siendo máxima estrella de la competición. Llegó el día y desde ahora a disfrutar del gran show. Rosario, que respira fútbol siempre, a la distancia estará alerta y siguiendo con intensidad la 22ª Copa del Mundo. El Mundial es el gran carnaval y es la hora de bailar, cantar y disfrutar al ritmo, por supuesto, de la pelota.
La cuenta regresiva rumbo al Mundial se terminó. Las especulaciones también. Se viene los más lindo que es el juego, los goles, las gambetas y las jugadas de colección, esas acciones que entran en la historia y en la memoria colectiva de la gente. Como, por ejemplo, ese golazo inolvidable de Maradona a los ingleses en la conquista albiceleste en México 1986, siendo este justamente el primer Mundial que se juega tras la lamentable muerte de Diego en 2020. El diez eterno lo mirará desde su palco en el firmamento.
Por supuesto que con el paso de los días y en los duelos definitorios también llegarán las grandes alegrías o las enormes frustraciones. Los héroes y los villanos, siempre hablando en términos futbolísticos. Y todo jugándose en una sede muy particular como Qatar, un país pequeño en territorio, pero gigante en cuanto a poderío económico.
Desde lo futbolístico la selección argentina llega afilada y en racha invicta de 36 partidos (incluyendo la obtención de la Copa América). El DT Lionel Scaloni, que en el Mundial pasado fue un colaborador secundario de Jorge Sampaoli en la decepcionante cita de Rusia 2018, ahora es el creador de la prometedora Scaloneta, un equipo versátil a la hora de tener la pelota, aún con defectos marcados en el retroceso, pero que mete miedo en ofensiva de la mano de los rosarinos Lionel Messi y Angel Di María, y con los centrodelanteros Lautaro Martínez y Julián Alvarez. Y con el motorcito del medio que es Rodrigo De Paul.
Messi, a los 35 años, se convertirá en el único futbolista argentino en disputar cinco Mundiales, desde Alemania 2006 hasta acá. Serán 64 partidos a disputarse en ocho estadios de última generación, siete de ellos construidos especialmente para el torneo. Y 29 días de competencia en los que las 32 selecciones pugnarán por el sueño de levantar la seductora copa de 6,142 kilos de oro macizo ante 80.000 espectadores en el Estadio de Lusail, el 18 de diciembre.
En cuanto a los arbitrajes habrá presencia femenina. Y el platense Fernando Rapallini y el bahiense Facundo Tello lideran una delegación de siete árbitros argentinos, que se completa con los asistentes Juan Pablo Belatti, Diego Bonfá, Ezequiel Brailovsky y Gabriel Chade, más Mauro Vigliano como uno de los operadores del sistema VAR.
Mientras que desde lo social tal vez el partido más importante será ganarle a la discriminación y la desigualdad de género, en una sociedad donde por ejemplo la homosexualidad se considera un delito. Para esto el fútbol es la mejor caja de resonancia para plantear la realidad en pos de aumentar la inclusión social.
La pelota Al-Rihla (“el viaje”) comenzará a girar con el vibrante inicio de la Copa del Mundo. Para los argentinos es momento de desatar al máximo el fervor futbolero, sentimiento inexplicable que forma parte del ser nacional por estos pagos. Lo principal es entender que siempre se trata de un juego, de una fiesta, donde ganar es un placer, pero perder no es el fin del mundo, ni siquiera en el Mundial.